El mundo ha alcanzado un punto de inflexión. Está cambiando y tenemos que cambiar con él. Nuestro modelo global actual no es sostenible y el desafío al que nos referimos va más allá del cambio climático. Esta es una de las cinco megatendencias que se asegura que van a tener efecto en el mundo en el que vivimos.
Existen algunos efectos que ya se están haciendo notar: nuestra población ha aumentado un 70% en los últimos 70 años y aumentará en otro billón de personas a lo largo de la próxima década. Además, utilizamos los recursos 1.7 veces más rápido de lo que el mundo es capaz de regenerar en un año. El cambio climático está exacerbando todo lo anterior, creando riesgos tanto físicos como de transición, y la tecnología está cambiando nuestras vidas a un ritmo extraordinario. De acuerdo con el World Economic Forum, el ritmo de la revolución digital es tal que el 65% de los niños de hoy en día tendrán trabajos que aún no existen.
Estas fuerzas tendrán un efecto transformador en nuestras economías y las compañías tendrán que encontrar nuevas formas de hacer las cosas. Muchas tendrán incluso que cambiar lo que producen, encontrar nuevas soluciones más innovadoras y adaptarse rápidamente a los cambios que exigen los reguladores y consumidores. La transición significa riesgo, pero también presenta oportunidades sustanciales. Es necesario decir que las compañías que estén preparadas y bien posicionadas para un mundo más sostenible tienen más probabilidades de prosperar.
Desde el punto de vista de los inversores, esto también requiere un cambio ya que deben mirar a las empresas de una manera mucho más amplia que antes para localizar rendimientos sostenibles a largo plazo.
El cambio es inminente y afectará a cada compañía de casa sector en cada rincón del globo. Tendremos que interrumpir muchos de nuestros sistemas y procesos de manera profunda, cambiando fundamentalmente la manera en la que hacemos muchas tareas a diario.
Estamos en un punto de inflexión porque ya no hay opción de adaptarnos o no. Las fuerzas del cambio son cada vez mayores. Además, la transparencia y la responsabilidad que conllevan el aumento de la información y la facilidad con la que se dispone de ella, ya están cambiando el comportamiento de los consumidores y lo que compran. La forma en la que votan los ciudadanos también está cambiando y, consecuentemente, la agenda política está evolucionando.
En un ecosistema complejo como el de nuestra economía global, todos toman parte en el juego de desarrollar un sistema más sostenible. Las compañías son las responsables de adaptarse de una forma suave y ordenada. Esto será esencial si quieren continuar creciendo y atrayendo capital. También significa proveerse de más transparencia para permitir a los inversores tomar decisiones más informadas.
Los gestores de capital también deben adaptarse e innovar. Es esencial encontrar mejores formas de descubrir cómo son realmente las empresas y los países sostenibles, y dónde se encuentran sus fortalezas y debilidades. Tendrán también un rol crítico a la hora de incentivar a las compañías a la hora de llevar a cabo un proceso de adaptación ordenado.
Los propietarios de activos son también jugadores importantes. La demanda es tal vez la mayor fuerza para el cambio. Si exigen lo correcto a sus managers y compañías y dirigen más patrimonio hacia empresas sostenibles, sus voces rápidamente se transformarán en un rugido que será muy difícil, sino imposible, de ignorar por parte de las empresas.
Los empresarios pueden llevar esto a cabo definiendo sus creencias a largo plazo, valores y objetivos. ¿Qué nivel de emisiones de carbón o consumo de agua quieren lograr? ¿Cómo de importante son los objetivos del desarrollo sostenible? Cada vez más, vemos inversores centrándose no solo en lo que crea dinero, sino en cómo se hace el dinero. Este es un ingrediente vital para la sostenibilidad de nuestro futuro.
En este contexto, las exclusiones fueron un primer paso. Si bien son una forma muy eficiente de expresar los valores de los inversores, no necesariamente apoyan ni impulsan el cambio dentro de un sector. El siguiente paso es mirar la sostenibilidad a través de la lente de la mitigación del riesgo. Así, los criterios no financieros ambientales, sociales y de gobierno (ESG) se pueden utilizar para mitigar el riesgo de manera efectiva. Una solución a considerar es evitar un enfoque de exclusión y diferenciar entre lo mejor y lo peor, esencialmente promoviendo a los mejores estudiantes de una clase y limitando la exposición a aquellos que se muestran menos dispuestos o capaces de adaptarse.
Dada la escala y el ritmo de la revolución de la sostenibilidad, es probable que este sea el mayor impulsor de los rendimientos de las inversiones en el futuro. Por lo tanto, es clave identificar los modelos de negocios que están mejor ubicados para beneficiarse a medida que nuestras economías continúan transformándose.
A modo de resumen, la sostenibilidad es el mayor impulsor de los rendimientos de las inversiones en la historia moderna. Requerirá que repensemos fundamentalmente la sustentabilidad, la inversión y, de hecho, que lo repensemos todo.
Artículo de opinión de Patrick Odier, senior managing partner de Lombard Odier.