El cambio climático afecta tanto al sistema financiero como a la economía en su conjunto. Cumplir con lo acordado en París para limitar el aumento de la temperatura global y así evitar consecuencias más catastróficas es algo imperativo para los gobiernos de todo el mundo, donde la cooperación internacional es vital.
Siguiendo esta tendencia de asunción de responsabilidades, los bancos centrales también están incorporando en sus agendas este reto global. Según relata Clara Isabel González Martínez, de la Dirección General de Operaciones, Mercados y Sistemas de Pago del BdE (Banco de España), en un informe de la institución, aunque por su naturaleza el papel central en este ámbito corresponde a los gobiernos, los bancos centrales pueden desempeñar un importante papel como catalizadores y liderar con el ejemplo para alcanzar los objetivos del Acuerdo de París.
Para Roland Rott, responsable de Investigación sobre ESG e Inversión Sostenible, y Stephanie Lipman, analista ESG, de La Française: “Los bancos centrales y los supervisores pueden reforzar las finanzas de transición respaldando las normas de información y contabilidad relacionadas con el clima, al tiempo que siguen promoviendo herramientas y metodologías para la evaluación del riesgo. Ya observamos cómo los organismos de supervisión están adoptando este vínculo entre las finanzas de transición y la evaluación del cambio climático como un riesgo sistémico y un factor que bien podría influir en la estabilidad de los precios”.
La Network for Greening the Financial System representa más del 75% de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero
El Acuerdo de París y la Agenda 2030 marcaron un hito en la lucha contra el cambio climático, pero, específicamente, para los bancos centrales no fue hasta 2017 cuando se pusieron todas las cartas sobre la mesa. “La creación de la Network of Central Banks and Supervisors for Greening the Financial System (NGFS) en diciembre de 2017 ha impulsado los trabajos en diversas áreas. Los bancos centrales están incorporando el cambio climático y la sostenibilidad en sus agendas de trabajo, con el objetivo de entender las implicaciones que pueden tener para la política monetaria y para el sistema financiero, definir su papel para contribuir a evitar sus consecuencias negativas, así como promover las finanzas sostenibles”, explica la experta.
Esta red de bancos centrales y supervisores tiene como objetivo definir y promover buenas prácticas, realizar trabajos analíticos, promover la gestión del riesgo climático en el sector financiero y contribuir a movilizar la financiación necesaria para realizar una transición hacia una economía sostenible. En su primer documento se reconocía que “los riesgos relacionados con el clima son una fuente de riesgo financiero” y que, por lo tanto, “está dentro de los mandatos de los bancos centrales y de los supervisores asegurar que el sistema financiero sea resiliente a estos riesgos”, tal y como relata González.
El número de miembros de esta red ha crecido rápidamente, desde un primer grupo de ocho bancos centrales y supervisores, hasta los 95 miembros y 15 observadores de cinco continentes en junio de 2021. Los países representados suponían en diciembre de 2020 más del 85% del PIB mundial y más del 75% de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero.
En 2019, la NGFS publicó seis recomendaciones. Las cuatro primeras están dirigidas a los bancos centrales y consisten en: integrar los riesgos relacionados con el clima en el seguimiento de la estabilidad financiera y la supervisión microprudencial; integrar factores de sostenibilidad en la gestión de la cartera propia; cerrar las brechas de datos, y crear conciencia y capacidad intelectual, así como fomentar la asistencia técnica y el intercambio de conocimientos. Las dos últimas están destinadas a los responsables de diseñar políticas públicas: lograr una información sólida y coherente a escala internacional sobre clima y medioambiente, y apoyar el desarrollo de una taxonomía de actividades económica.
Los bancos del Eurosistema
En el caso del Eurosistema, según explica González, las implicaciones del cambio climático para la política monetaria y en qué medida se pueden incorporar estos aspectos en su diseño e implementación están siendo analizados en el marco de la revisión estratégica que se está realizando. Además, están aumentando los bancos centrales nacionales (BCN) que incorporan criterios de inversión sostenible y responsable en las carteras de activos que gestionan por cuenta propia.
También recientemente, otros bancos centrales han llevado a cabo la evaluación de los riesgos que el cambio climático conlleva para la estabilidad financiera y las entidades que supervisan, así como para sus propios balances. En particular, en lo que se refiere a la incorporación de la sostenibilidad como objetivo en los mandatos de los bancos centrales, según un análisis de NGFS (2020), solo un 5% la mencionan de forma explícita entre sus objetivos primarios, y un 18%, entre los secundarios.
Fuente: Banco de España (2021)
Integración de los principios de ISR
Dado el importante papel que los bancos centrales desempeñan como gestores de activos, un mayor número de estas instituciones han comenzado a integrar principios de ISR en la gestión de sus carteras propias. En febrero de 2021, los 19 bancos del Eurosistema y el BCE definieron una posición común para la aplicación de principios de ISR en las carteras no relacionadas con la política monetaria denominadas en euros, lo cual se alinea con la segunda recomendación de la NGFS.
Fuente: Banco de España (2021)
Además, se comprometieron a comenzar a publicar información al respecto en un plazo de dos años. De esta forma, se contribuye desde esta área a la transición a una economía baja en carbono y al cumplimiento de los objetivos climáticos de la UE. Adicionalmente, algunos bancos centrales han analizado las exposiciones del sistema bancario tanto a sectores afectados por la transición a una economía de bajo carbono como a eventos climatológicos debidos al cambio climático (por ejemplo, los bancos centrales de Suecia, Países Bajos, Francia, España, Reino Unido y Bélgica, y el BCE).
Este es el paso previo a la realización de las pruebas de resistencia a riesgos climáticos que están siendo desarrolladas. El primer ejercicio de este tipo fue realizado por el Banco de los Países Bajos en 2018 para los riesgos de transición y un plazo temporal de cinco años, y otros se encuentran en fase de diseño, como los del BCE y el Banco de España. Desde la perspectiva supervisora, varios bancos centrales han elaborado sus propias expectativas supervisoras respecto a cómo se espera que las entidades bancarias incorporen los riesgos climáticos y de sostenibilidad en las diferentes áreas de la organización (por ejemplo, en Alemania, Reino Unido, Países Bajos, España y Portugal).
Fuera de Europa, Roland Rott y Stephanie Lipman rescatan ejemplos de acciones de otros bancos de gran relevancia. Según informan, en EE. UU., la Reserva Federal creó a principios de este año un nuevo Comité de Supervisión del Clima para reforzar su capacidad de identificar y evaluar los riesgos financieros derivados del cambio climático y para desarrollar un programa adecuado que garantice la resistencia de las empresas supervisadas a esos riesgos.
Por otro lado, El Banco Popular de China ha dicho que estudiará la posibilidad de incluir los riesgos climáticos en su test de estrés anual a las entidades financieras del país. Por último, volviendo al viejo continente, el Banco de Inglaterra, por su parte, está llevando a cabo el primer test de estrés de carácter climático a nivel de banco individual.