La guerra comercial no da señales de tregua, de momento. Por el contrario, la reciente noticia publicada por Bloomberg titulada «The Big Hack» sobre el espionaje de China a Apple y Amazon mediante un minúsculo microchip introducido en los servidores de Supermicro, ha venido a dibujar un escenario aún más pesimista dentro de la guerra comercial.
Los alcistas dirían que la guerra comercial es sólo una estrategia de Trump para obtener mejores condiciones comerciales y una táctica para ganar más votos de cara a las elecciones de mitad de mandato. Por lo que creo que, pasados estos comicios, veremos un acuerdo y la guerra comercial se resolverá. Sin embargo, si la noticia de Bloomberg es cierta y China tuvo la capacidad de hackear hardwares informáticos (algo extremadamente difícil) y robar secretos comerciales y militares, esto solo alimenta un escenario más negativo para China.
En ese contexto, Estados Unidos no lo estaría haciendo para obtener mejores condiciones comerciales, sino para reducir su dependencia de China, por lo que esta guerra comercial podría empeorar. Por ejemplo, China es responsable de una gran parte del ensamblaje final en la cadena de suministro de tecnología (un porcentaje importante de los smartphones, PCs, tabletas y servidores se ensamblan en fábricas chinas).
Estamos viendo empresas que ya están trasladando fábricas de ensamblaje de China continental a Vietnam, Taiwán, Malasia, etc. Aunque no nos hemos posicionado sobre lo que sucederá, sí tenemos en cuenta estos riesgos a la hora de construir nuestra cartera. En primer lugar, la exposición al sector tecnológico en nuestros fondos sostenibles de renta variable es principalmente a compañías de softwares. Los softwares dependen mucho menos de China (históricamente, una gran parte del software está «pirateado»). Del mismo modo, tenemos muy poca exposición a tecnológicas de hardware, que dependen mucho de China, ya sea para insumos o para ensamblaje.
En segundo lugar, el impacto de la guerra comercial va más allá de la tecnología, por supuesto. Por ejemplo, el “Daigou” es un fenómeno bien conocido por el que los chinos compran productos de lujo en el extranjero para venderlos en China continental, donde este tipo de productos pueden ser hasta un 30% más caros.
Recientemente se ha especulado en las redes sociales con que el aeropuerto Pudong de Shanghai habría aumentado los controles de los bienes comprados en el extranjero. Esto está teniendo impacto en las empresas de lujo de nuestra cartera global sostenible. Recientemente vendimos LG Household y Estée Lauder por este motivo, y compramos Ross Stores y Compass, que tienen muy poca o ninguna exposición a China.
En resumen, no hay duda de que la guerra comercial está afectando nuestras carteras en múltiples niveles, pero nosotros, como gestores de cartera, intentamos limitar el impacto a través de la construcción del portfolio y la selección de valores, como he comentado en los ejemplos anteriores.
Tribuna de Quirien Lemey, gestor del fondo Global Equities de Degroof Petercam AM.