Primera sorpresa: el déficit de Estados Unidos es pequeño. Segunda sorpresa: Estados Unidos es la única economía que, aún no estando en crisis, está reduciendo el déficit a una velocidad formidable. Sólo Portugal y España, dos de los países con más problemas de la eurozona (y, podría añadirse, de todo el mundo desarrollado) están recortando su desajuste fiscal más deprisa que EEUU.
Como ha declarado Ian Shepherdson, economista jefe de la consultora de Wall Street Pantheon Macroeconomics, «estamos alucinando con la idea de que el ritmo de reducción del déficit deba acelerarse, dada la rapidez con la que está mejorando». Así lo demuestran las cifras.
Este año, EEUU recortará el déficit, en relación al PIB, del 8,3% al 5,8%. Eso es una barbaridad, y los estadounidenses deberían sentirse orgullosos, porque lo están consiguiendo con una economía que crece, si se mide en tasa interanual, por debajo del 2%, y, si se hace de manera trimestral anualizada, del 2,5%.
La Reserva Federal, de hecho, ha estimado que el ‘sequester’ -la reducción automática del gasto iniciada el 1 de marzo- ha reducido el crecimiento trimestral anualizado en un punto porcentual. No es sólo que el déficit estadounidense está cayendo, sino que todas estas ‘rabietas fiscales’ del Tea Party son contraproducentes.
En primer lugar, son puramente políticas. Un ejemplo: gran parte del debate sobre el cierre del Gobierno federal ha girado en torno a un impuesto sobre los instrumentos médicos incluido en Obamacare. Bien: como ha recordado el profesor de Harvard Larry Summers, exsecretario del Tesoro con Bill Clinton (cuando Estados Unidos tenía superávit fiscal), ese gravamen sólo supondrá una recaudación de 2.250 millones de dólares. Ahora, compárese esa cifra con los 550.000 millones de déficit federal, o con los 15 trillones del PIB.
Digamos que se ha cerrado el Gobierno por una partida que supone el 0,015% de la economía estadounidense. Para que el Gobierno ajuste su presupuesto, puede hacer dos cosas: recortar sus gastos o aumentar sus ingresos.
Todo el debate sobre el ‘sequester’ y, ahora, el déficit, anula la segunda opción, que es aumentar los ingresos. Sin embargo, ésa es una vía que merece ser explorada. Los ingresos del Gobierno han caído del 18,2% del PIB en 2006 al 16,7%. Bastaría con derogar todas las bajadas de impuestos de George W. Bush para que el déficit de EEUU cayera a la mitad, según Barry Ritholtz, el presidente de IQ Fusion, una empresa de Wall Street especializada en análisis cuantitativo.
También bastaría con eliminar muchas exenciones fiscales, que hacen que EEUU tenga un código impositivo de 73.954 páginas. Cuando hay 73.954 páginas regulando lo que se paga de impuestos, está claro que hay una maraña de exenciones, ‘agujeros’, trucos y vías de escape que hacen cualquier cosa menos crear una economía eficiente. Aunque, eso sí, generan un negocio formidable para las empresas y profesionales especializados en prestar asesoramiento fiscal.
Y, si se quisiera recortar el gasto, habría que empezar por tres áreas. Una es defensa, porque EEUU supone la quinta parte de la economía mundial, pero absorbe más de la mitad del gasto de defensa del mundo. Otra es la Seguridad Social y el Medicare. En pocos años, ambas partidas se convertirán en un problema muy serio, a medida que los ‘baby boomers’ continúen retirándose. Y la tercera es la ineficiencia del Gobierno. Porque no es sólo que el Gobierno tenga menos dinero, sino que haga un uso más eficiente (a veces, simplemente eficiente, a secas) del dinero que le damos.
El desastre informático de los ‘exchanges’ de planes sanitarios de Obamacare es una muestra de esa necesidad de eficiencia. Y ¿si no se hace nada en esas cuestiones? Pues… el déficit seguirá cayendo.
Seguiremos discutiendo sobre cuestiones tan trascendentales para el futuro de la República como un impuesto que supone el 0,015% de la economía, y soslayando los verdaderos peligros. Será una pérdida de tiempo. No arreglará nada. Pero, al menos, no estropeará nada.