La rápida aceleración de la globalización tras el colapso de la Unión Soviética garantizó el dominio económico de Estados Unidos y la aparición de China como su potencial sucesor al frente de la economía mundial. Por otro lado, Europa fue perdiendo el control frente a la globalización del siglo XX. De los tres grandes bloques económicos, Europa es, con diferencia, el más dependiente del comercio mundial. La ausencia de una unión presupuestaria constituye otro problema estructural para Europa.
Sin embargo, aunque el riesgo de recesión económica está ahora en su nivel más crítico en Europa, el punto de inflexión que ha alcanzado el proceso de globalización presenta una oportunidad única de inversión en el continente. La aceleración de la desglobalización podría ofrecer a Europa una posibilidad única de convertir estos obstáculos en ventajas y, en consecuencia, de crear un gran valor potencial para los inversores en comparación con otras zonas geográficas debido a los siguientes factores.
1. El restablecimiento de la identidad europea
Debido a la invasión rusa de Ucrania, se ha reforzado de forma significativa la unidad europea. Nadie lo esperaba, pero no solo los líderes europeos unieron posturas, sino que la población también expresó un profundo sentimiento de comunidad y de pertenencia.
Desde el punto de vista financiero, la Unión Europea no está unida, sin embargo, hay un acercamiento gracias a la emisión de deuda de la Comisión Europea como parte del plan para reactivar la economía del continente tras la crisis del COVID. Durante la crisis del COVID en 2020, los gobiernos europeos tomaron la decisión de canalizar sus reservas hacia la economía real para crear fondos de recuperación. Estas, han demostrado ser herramientas eficaces en la asignación de capital.
2. Un modelo más sostenible para crear valor
Europa se ha adelantado en dos de las condiciones necesarias para garantizar el rendimiento financiero durante las últimas décadas: por un lado, ha reconocido los criterios extrafinancieros y, por otro, se ha posicionado respecto a varias «megatendencias» de crecimiento estructural. Creemos que estos dos factores marcarán la creación de rendimiento financiero en las próximas décadas. En cuanto a la importancia de los factores extrafinancieros, parece evidente la necesidad de un modelo de crecimiento más sostenible. La crisis del COVID-19 y la invasión rusa han sacado a la luz los riesgos en torno a la optimización de los costes de producción, la fiscalidad entre otros. Hoy en día, la globalización puede ser sinónimo de fragilidad. Sin embargo, esto no es necesariamente negativo. La búsqueda del crecimiento infinito a cualquier precio tiene un efecto negativo sobre los factores ASG. Ignorar los factores extrafinancieros no sólo supondría destruir el valor financiero, sino también generar considerables riesgos financieros. Europa está a la vanguardia en cuanto a la consideración de los criterios extrafinancieros.
Además, creemos que el crecimiento a nivel mundial está a punto de ralentizarse y este crecimiento se concentrará en un número limitado de megatendencias, como la transición a las fuentes de energía alternativas, un sector en el que las empresas europeas están actualmente a la cabeza. Se está iniciando un nuevo ciclo de gastos de capital, después de décadas de escasa inversión, acentuada por los bajos tipos de interés, que fomentan la optimización financiera. Al permitir que los costes desciendan, para compensar los costes de deslocalización, la transición energética se convertirá en una ventaja competitiva para las empresas de todo el mundo en todos los sectores. Las empresas que faciliten esta transición disfrutarán, por tanto, de una fuerte tendencia global al alza. Europa es el líder indiscutible en este campo, lo que significa que su economía se beneficia de una importante ventaja competitiva.
3. Un mercado de 450 millones de personas
El tercer elemento a favor de Europa es la desglobalización. Europa ha perdido su competitividad en la era de la globalización acelerada. La tendencia a la desglobalización se está incrementando en medio de las tensiones entre Estados Unidos y China, la crisis del COVID y la invasión rusa de Ucrania.
En este contexto, crear resiliencia significa fortalecer los ecosistemas a nivel local. Aquí es donde el tamaño del mercado nacional adquiere especial importancia.
Por su parte, la Unión Europea es un mercado con casi 450 millones de personas y la falta de un mercado nacional homogéneo ha reforzado la necesidad de que las empresas europeas que experimentan un fuerte crecimiento recurran al capital de crecimiento. El potencial de creación de valor es, por tanto, muy importante. “Good deals have no wheels” es nuestra respuesta en Tikehau cuando nos preguntan por qué hemos abierto oficinas en ocho cuidades europeas hasta ahora.
Estamos seguros de que contribuir al éxito de los pioneros europeos representa para Tikehau y sus socios una considerable reserva de valor económico en este nuevo contexto global. Europa tiene un enorme potencial para los inversores que quieran contribuir al éxito de las empresas.
4. Los tipos de interés seguirán siendo moderados
Otra ventaja competitiva que ofrece Europa radica en su nuevo entorno en cuanto a la trayectoria prevista de los tipos de interés. Los tipos de interés del Banco Central Europeo podrían ser positivos a finales de 2022; sin embargo, al final de este ciclo alcista, su nivel debería estar muy por debajo de las cifras estadounidenses. Esto, unido a unos márgenes de valoración inferiores a los registrados en EE.UU., hacen de la zona euro especialmente atractiva, siempre que se sepa qué empresas se beneficiarán de este efecto a nivel europeo.
5. Un ecosistema estable
Por último, Europa sigue siendo una de las regiones políticamente más estables del planeta. La desglobalización, combinada con el fin del largo ciclo de bajada de los tipos de interés, ha venido acompañada de un aumento de la diferencia de trayectorias entre las distintas regiones geográficas, lo que ha generado incertidumbre. La estabilidad de Europa, a pesar de un crecimiento económico potencial inferior al de otras regiones, la convierte en una zona indispensable para la inversión. En conclusión, Estados Unidos y China han apostado por el dominio tecnológico, monetario y militar para mantener sus posiciones al frente de la economía mundial. Para Europa, intentar competir en estos ámbitos acabaría muy probablemente, en el fracaso. Europa debe encontrar su propio camino, siguiendo la máxima «crear, no competir».
La desglobalización abre una vía alternativa: la construcción de un modelo de crecimiento sostenible y más local. A medida que se confirme como líder mundial en inversión sostenible y transición energética, Europa seguirá su propio modelo de crecimiento y continuará su integración.
Por eso, aun corriendo el riesgo de ir a contracorriente de la opinión generalizada, nos reafirmamos en nuestra convicción de que la inversión en Europa en los próximos años representa una oportunidad única de creación de valor.
Tribuna de Thomas Friedberger, Codirector de Inversiones y Director General de Tikehau Investment Management.