Hace pocos días que hemos iniciado el nuevo año chino, el año del gallo, según el calendario lunar. Comenzó el 28 de enero y es el signo predispuesto al triunfo y al éxito, basado en el trabajo duro y la paciencia. Estos dos últimos son los valores que precisamente está aplicando China para transformar un nuevo modelo de economía de producción a innovación.
El presidente chino, Xi Jinping, ha anunciado en numerosas ocasiones este camino de innovación que ha emprendido el país, para lograr un cambio estructural en su economía y alcanzar un desarrollo sostenible. Ya en 2012 anunció una estrategia de desarrollo basada en la innovación y, un año después, señaló que eliminarían todas las barreras del pensamiento y sistemas que obstaculizan la innovación. De hecho, desde entonces, la palabra “innovación” ha salido más de mil veces en los discursos públicos de Xi Jinping.
El mensaje está claro: si China quiere situarse en el centro económico del mundo, como ya lo fue en otros momentos de la historia, tiene que innovar para incrementar el valor añadido de sus productos y crear mayor valor per cápita. Lo cierto es que China es la factoría mundial desde 2010, será una nación basada en innovación en 2020 y liderará el poder científico en 2050.
El conocido debate sobre el puzzle Needham sigue haciendo su eco de vez en cuando: ¿por qué China perdió el tren de la innovación que se desencadenó en las revoluciones industriales y se quedó atrás, si fuimos los primeros que inventamos algunas maravillas históricas como la brújula, la imprenta móvil, la pólvora y el papel? China no podrá sostener su ritmo de desarrollo económico basando la hipótesis en su creciente coste laboral, un modelo productivo basado en productos de poco valor añadido, enormes problemas con el medio ambiente, aumentos en la discrepancia de ingreso entre ricos y pobres, etc. De ahí que la innovación sea la clave para dar la vuelta a esa tendencia.
Un largo camino
Parece un cuento chino, pero no lo es. China Innova es una realidad, aunque queda mucho camino por recorrer. Por mucho que percibamos que China está compitiendo con bajo coste laboral, imitando productos de otros países e incluso utilizando competencia desleal, un experto con amplitud de miras no puede negar la existencia de una realidad tan abrumada como que China lidera el ranking de solicitud de patente global en WIPO (World Intellectual Property Organization) desde 2012, por delante de la Unión Europea y EE.UU. Se estima que la inversión de toda la sociedad china en las actividades científicas alcanzó los 1,43 billones de Yuanes en 2015, una cantidad aproximadamente de 195 mil millones de euros, según la tasa de cambio actual. Se duplicó esta cantidad en comparación con 2010, y las inversiones empresariales en I+D pesan más de 77%. Por poner algún ejemplo, empresas chinas como Huawei y ZTE están en la lista de las empresas con mayores patentes globales solicitadas, e invierten más del 10% de sus ventas anuales en I+D.
Como explica el profesor de la Universidad de Harvard, Richard Freeman, en el prólogo de The Source of Innovation in China (Palgrave MacMillan, 2015), China es número uno a nivel mundial en la cantidad de obtención de títulos de licenciado, máster y doctor en ciencia-ingeniería. También es el número uno en la exportación de productos tecnológicos. Si extendemos el concepto de innovación, podemos encontrar innovación más allá de los inventos tecnológicos, hasta los modelos de negocio, organización y estrategias. Desde el punto de vista económico y empresarial, tiene todo el sentido ya que las innovaciones tecnológicas tienen que ser capaces de convertirse en productos comerciables para alcanzar éxito en el mercado. En este sentido, las políticas de emprendimiento y cambio no tendrán límites en su alcance. Consciente de sus propias debilidades, la economía de China, con su cultura milenaria, reflexiona, aprende, e innova constantemente a todos los niveles. Con el comienzo del año nuevo, esta transformación de la economía innovadora seguirá su curso y seguro que triunfará. Como el signo del gallo, lo logrará con trabajo y paciencia.
Columna de Yingying Zhang, profesora de CUNEF.