El ambiente de ‘más bajos durante más tiempo’ que estamos experimentando ha hecho necesario que los bancos centrales pongan en marcha algunas medidas extraordinarias. Las medidas del Banco de Japón, que adoptó tipos de interés negativos, y las últimas del BCE, junto con una mejora de la rentabilidad empresarial y las crecientes señales de estabilidad en los mercados de crédito, han ayudado a proporcionar un contexto en el que los activos de riesgo se ven más favorables.
De hecho, han dado lugar a un terreno desconocido para los bancos. Nuestra opinión es que, al menos en Europa, las medidas del BCE van a tener probablemente un saldo neto positivo para los beneficios de los bancos y las presiones en el sector deberían empezar a disminuir. Sin embargo, la confianza del mercado sigue siendo ‘yendo y viniendo’ entre la creencia de que los bancos centrales tienen suficientes herramientas de política monetaria como para frenar las presiones deflacionistas y estimular el crecimiento, y los temores a que se les hayan acabado las medidas, tal y como pudimos ver tras las reacciones iniciales cuando el BCE cerró la puerta a nuevos recortes de los tipos de interés.
En Estados Unidos, un gran número de participantes del mercado estimaba que el país podría entrar en recesión este año, pero los datos económicos han empezado a cambiar, registrando buenas cifras en los datos de empleo de Estados Unidos y otras áreas, que han ayudado a aliviar las condiciones financieras. Pero llegados a este punto, hay que incorporar a China a estas expectativa.
Como observadores de China, estamos tratando de interpretar si la reciente mejora en la confianza está respaldada por una mejora económica real o imaginario. Es evidente que ninguno de los problemas estructurales que hemos identificado anteriormente parece haber sido abordado: el banco central está apuntando a una tasa de crecimiento 6-6,5% para este año y los grifos de liquidez se han encendido, pero, en última instancia, creemos que China está beneficiándose del ciclo en lugar de una mejora estructural.
Para Estados Unidos, la cuestión clave abre un camino divergente: ¿Será capaz la Fed de adoptar una política monetaria completamente diferente a la del BCE y el Banco de Japón y funcionar con independencia de la presión que llega por la desaceleración de China? Creemos que el dólar está listo para subir aún más, pero necesita un catalizador que podría llegar de la mano de una nueva subida de los tipos de interés por parte de la Fed, aunque esto no vaya a ocurrir hasta junio.
En Europa, persiste la incertidumbre por una posible salida de Reino Unido de la Unión Europea. El llamado ‘Brexit’. Las encuestas on line parecen decantarse inequívocamente a favor de quienes abogan por abandonar la UE, mientras que los resultados de las encuestas telefónicas están inequívocamente a favor de la permanencia por un amplio margen. Las figuras más relevantes de la vida política se han atrincherado en ambos lados del debate, pero esto no ha disminuido la incertidumbre, que se intensifica a medida que nos acercamos al referéndum, convocado para el 23 de junio.
La libra ha sido el principal instigador en la campaña. Las previsiones del mercado estiman que el nivel adecuado de la libra frente al dólar es de 1,50 si Reino Unido permanece en la UE y de 1,20 frente al dólar si abandona. A medida que evoluciona la intención de voto, la libra se ve cada vez más maltratado y esto se volverá un punto más interesante conforme se acerque la fecha. La incertidumbre está haciendo que cada vez sea más difícil para el Banco de Inglaterra mover los tipos de interés, a pesar de las relativamente buenas cifras del mercado de trabajo. Nuestro análisis estiman que la primera subida de tipos se produciría en abril de 2019, aunque algunos analistas la sitúan ya en el año 2020.
Mark Burgess es director de Inversiones para EMEA de Columbia Threadneedle.