A menos de 100 días para las elecciones presidenciales en EE.UU., todavía puede pasar cualquier cosa. Las declaraciones del presidente Donald Trump sobre la posibilidad de retrasar la jornada electoral no hacen sino añadir aún más incertidumbre.
El presidente no tiene autoridad para cambiar la fecha de las elecciones, pero estas declaraciones, abriendo el debate sobre una posible impugnación legal del resultado de los comicios, amenazan con hacer el proceso electoral todavía más desordenado e incierto.
La situación de pandemia mundial, unida al perfil poco convencional de Trump, puede llevar a unos resultados inesperados, como ya avanzó el propio presidente estadounidense al afirmar que el voto por correo manipularía las elecciones, una declaración que Trump acompañó con un estratégico silencio sobre si aceptaría o no el resultado de estas votaciones.
Y es que el voto a distancia es una medida que se está extendiendo por algunos Estados para evitar los riesgos del coronavirus y se ha convertido en uno de los asuntos que amenazan con, no solo retrasar los resultados finales, sino también con aumentar el riesgo de procedimientos legales ligados a las elecciones. La supresión y abusos en la descalificación de votantes y el recuento de votos son otros de los asuntos que engrosan la lista de preocupaciones globales para los mercados.
Precisamente, el resultado de las elecciones extiende su impacto hasta los mercados, que ya deberían estar valorando la probabilidad real de una presidencia de Joe Biden. De hecho, si las votaciones fueran mañana, los sondeos sugieren que el candidato demócrata sería el ganador y que el partido del burro azul conseguiría el control tanto del Senado como del Congreso, con lo que Trump se sumaría a la pequeña lista de los presidentes estadounidenses que no fueron reelegidos por el electorado.
Pero, aunque actualmente las encuestas favorecen a Biden situándole 9 puntos de media por encima de Trump y otorgándole la victoria en cuatro Estados (Florida, Michigan, Ohio y Pennsylvania) que en 2017 proporcionaron hasta 75 votos electorales al actual inquilino de la Casa Blanca, la batalla está reñida en otras zonas e, históricamente, las presidenciales estadounidenses están plagadas de cambios de preferencia de sus votantes. Es demasiado pronto para extraer conclusiones. Mike Dukakis o George W. Bush son dos claros ejemplos de candidatos que lideraron los sondeos en campaña y terminaron derrotados en las urnas.
No obstante, el posible triunfo del demócrata puede dar lugar a una amplia reacción adversa en las Bolsas, dados los planes del candidato de elevar los impuestos individuales y corporativos, así como los de deshacer la desregulación que ha caracterizado la última legislatura. Las dudas actuales sobre si una Administración Biden sería efectivamente capaz de cumplir con las promesas descritas sugiere que los mercados pueden sentirse decepcionados sí estas finalmente se llevan adelante.
Sin embargo, aunque creemos que una presidencia de Biden se encontraría inicialmente una respuesta cautelosa de los mercados, a largo plazo, las expectativas podrían verse reforzadas, ante una perspectiva económica más sólida, que debería afianzar los fundamentos corporativos de EE UU, incluyendo un crecimiento más notable de los beneficios corporativos. Pero, sea cual sea la forma del Gobierno, nuestro escenario base es de un continuado apoyo fiscal, lo que debería apuntalar a los mercados.
En todo caso, lo que dominará la situación será la manera en que EE.UU. se recupera del coronavirus. Si en los próximos meses retoma el control sobre la pandemia dentro de sus fronteras, la economía da signos de mejora y el desempleo cae, las opciones de ser reelegido de Donald Trump se verán impulsadas. Aunque, como señal de advertencia, será improbable que el presidente pueda recuperar el voto de los desafectos.
Tribuna de David Page, Head of Macro Research Core Investments de AXA Investment Managers.