A pesar de la incertidumbre que se desprende de las perspectivas económicas, el nivel elevado de rendimiento inicial y la confluencia de una serie de factores favorables impulsan actualmente a los bonos de titulización hipotecaria emitidos por organismos gubernamentales (MBS) y a los títulos de deuda corporativa de grado de inversión (con calificación BBB/Baa y superior).
Los MBS con un cupón más elevado resultan atractivos, ya que se prevé que la Reserva Federal ponga pronto fin a su ciclo de subidas de tipos de interés. La volatilidad podría disminuir y las valoraciones actuales se sitúan en niveles que no veíamos desde abril de 2020. El volumen y la asequibilidad de la vivienda se aproximan a sus mínimos históricos, lo que podría frenar la oferta de MBS y favorecer las valoraciones a corto plazo. Los MBS de organismos gubernamentales conllevan una garantía pública implícita, por lo que pueden aumentar el nivel de rentas de una cartera sin asumir riesgo de crédito, que se correlaciona con la renta variable y otras clases de activos.
La deuda corporativa de grado de inversión se ve favorecida por la solidez de los balances y unas necesidades de financiación reducidas. Los diferenciales de la deuda de grado de inversión no se redujeron en 2023 tanto como los de la deuda de alto rendimiento, por lo que su precio resulta actualmente más atractivo en términos relativos. En un entorno de crecimiento moderado, los inversores podrían percibir el cupón sin necesidad de estar expuestos a un riesgo bajista excesivo. Si la economía se ralentiza y el rendimiento de los títulos del Tesoro repunta, la mayor duración del sector podría ofrecer una revalorización de los precios, lo que compensaría el posible aumento de los diferenciales.
De tanto como se ha hablado sobre hasta dónde pueden subir los tipos de interés, es posible que algunos inversores no se hayan percatado de los buenos resultados de rentabilidad que registraron en 2023 los títulos de deuda de alto rendimiento.
Estos resultados nos han demostrado que, si se dan las condiciones adecuadas, la deuda de alto rendimiento (con calificación BB/Ba e inferior) puede ofrecer un sólido potencial de generación de rentas. A pesar del riesgo de caída del crecimiento de los beneficios y de reducción de los flujos de caja al que se enfrentan muchas compañías en 2024, sobre todo aquellas con un fuerte nivel de endeudamiento en sus balances, la deuda de alto rendimiento ha obtenido históricamente buenos resultados siempre que el crecimiento económico se ha mantenido en terreno positivo. Aun en el caso de aumento del diferencial con respecto a los títulos del Tesoro, con unos rendimientos en torno al 9%, el componente de rentas podría favorecer la rentabilidad.
La clase de activo puede utilizarse en el marco de una asignación a renta fija o variable, ya que comparte características de ambas. Las necesidades de refinanciación de muchas compañías que emiten deuda con calificación de alto rendimiento han llamado la atención de los mercados, pero la mayoría de ellas no cumplen sus plazos de vencimiento hasta 2026. Además, el perfil general de crédito del sector ha mejorado, ya que las compañías de mayor riesgo han recurrido al crédito privado para financiarse. Los inversores descuentan un repunte de las tasas de impago en 2024, que podrían situarse entre el 4% y el 5%, pero lo realmente importante es la selección de títulos. En nuestra opinión, las compañías tecnológicas con ingresos recurrentes elevados resultan atractivas, mientras que los emisores con calificación CCC e inferior exigen un enfoque más selectivo.
La deuda emergente denominada en divisa local es hoy menos vulnerable a los tipos de interés de los mercados desarrollados de lo que era en el pasado. Muchos mercados emergentes han experimentado una mejora de su situación económica. En conjunto, el déficit fiscal de varios países emergentes se ha reducido hasta situarse en los niveles que se registraban antes de la pandemia, o incluso por debajo.
Por su parte, a medida que la inflación ha ido disminuyendo, los bancos centrales de los mercados emergentes han comenzado a recortar los tipos de interés. La reducción de los tipos, unida a unos fundamentales favorables, debería favorecer a la deuda emergente en divisa local en 2024.
Las rentabilidades obtenidas en el pasado no garantizan rentabilidades futuras.
Fuente: Bloomberg, JP Morgan, Morningstar. Información a 30 noviembre 2023. Los datos relativos al rendimiento mínimo (yield to worst) y a la rentabilidad se refieren al 50% del índice JPMorgan EMBI Global Diversified y el 50% del índice JPMorgan GBI-EM Global Diversified. El rendimiento mínimo (yield to worst) es el menor rendimiento posible que puede generar un bono que opera en el marco de los términos de su contrato sin incurrir en impago. La rentabilidad que recoge el gráfico se refiere a la rentabilidad total media anualizada a dos años (en dólares) del índice de referencia a partir del 31 mayo 2010, el de diciembre 2015 y el 30 noviembre 2018, respectivamente, que fueron las tres fechas en las que los rendimientos superaron el 6,7%.
El mercado de deuda denominada en dólares se divide entre los emisores con calificación de grado de inversión (BBB/Baa y superior) y aquellos con calificación de alto rendimiento (BB/Ba e inferior). Los diferenciales de algunos títulos de deuda emergente de mayor rendimiento y menor calidad crediticia han tendido a aumentar, pero dependen de factores concretos, lo que exige un análisis caso por caso. Los títulos de deuda de grado de inversión ofrecen menor generación de rentas, pero se ven respaldados por unos fundamentales sólidos. Lo adecuado es adoptar un enfoque de equilibrio entre emisores de deuda en divisa local y extranjera: una cartera combinada podría beneficiarse de perfiles de riesgo diferenciados y de impulsores de rentabilidad de cada segmento del mercado. Históricamente, la rentabilidad a dos años ha sido positiva cuando el rendimiento ha sido del 6,7% o superior. El nivel elevado de rendimiento inicial ofrece protección frente la volatilidad que pudiera traer consigo el contexto macroeconómico y geopolítico en 2024.
Tribuna de opinión de los gestores de Capital Group David Betanzos (deuda corporativa y MBS), Tom Chow (high yield) y Kirstie Spence (deuda emergente).
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