Desde que se inició la invasión el pasado 24 de febrero, los precios de las materias primas han subido con fuerza, sobre todo las procedentes de Rusia y Ucrania, entre las que se incluyen el trigo, el petróleo y el gas natural, así como otros metales como el aluminio, el paladio y el cobre.
Sin embargo, los precios ya habían comenzado a subir mucho antes del inicio del conflicto, contribuyendo a unas presiones inflacionistas que no veíamos desde principios de la década de 1980. Por lo tanto, la pregunta crucial para los inversores es: ¿es sostenible el repunte actual de los precios?
A corto plazo, la respuesta es no. El mercado ha reaccionado de forma excesiva, y ya estamos viendo que los precios comienzan a bajar un poco. Sin embargo, los precios actuales de las materias primas son considerablemente superiores a los de hace un año. Y esa sí que creemos que es una tendencia duradera.
A largo plazo hay una serie de factores que hacen probable que los precios se mantengan en niveles elevados, entre los que se incluyen el aumento de la demanda, la escasez de oferta y las fuerzas de desglobalización, que se han puesto de manifiesto en la guerra de Ucrania y las tensas relaciones entre China y Estados Unidos. En un mundo en el que el comercio libre y abierto se encuentra en retroceso, hay que esperar aumentos de precios.
Sector metalúrgico: preparado para brillar
Desde el punto de vista de la inversión, la situación actual tiene claras consecuencias para el sector minero y metalúrgico, que ha sido objeto de poca atención en los últimos diez años.
El sector ha estado infravalorado durante muchos años, y lo sigue estando, a pesar del reciente repunte que han registrado las compañías mineras. Nuestra visión es que los precios de muchas materias primas van a mantenerse en niveles elevados durante años, como consecuencia del reducido volumen de inversión en el sector desde 2015.
El problema se ha visto agravado por el hecho de que hoy en día se tarda más en lanzar nuevos proyectos de minería, un proceso que lleva varios años. El descubrimiento, la autorización y la financiación tardan mucho más hoy en día. En términos de precio, ello apunta a máximos más altos y mínimos más bajos hasta que las nuevas inversiones comienzan a dar resultados. Esta dinámica no se aplica a los alimentos y otros cultivos, ya que la producción en estas áreas puede aumentar mucho más rápido.
En nuestra opinión, todas las grandes compañías mineras están infravaloradas. El mercado no está pensando lo suficiente en las consecuencias de reducir el nivel de inversión en esta área. Las valoraciones y las previsiones de beneficios de consenso apuntan a que los precios de las materias primas van a caer en los próximos años, acercándose a sus medias históricas. Creemos que no va a ser el caso.
Un ejemplo: pensemos en la capitalización de mercado de las siete mayores compañías mineras del mundo. Juntas, ni siquiera nos acercamos al valor de mercado de una compañía de la nueva economía, como Tesla. El fabricante de automóviles necesita ciertos materiales refinados, como el níquel, para fabricar sus baterías de iones de litio. Tanto es así, que el director general de Tesla, Elon Musk, ya señaló mucho antes de que Rusia invadiera Ucrania que el acceso al níquel era uno de sus mayores problemas de producción.
Junto a la falta de inversión, otro factor que podría provocar un aumento de los precios de las materias primas a largo plazo es el impulso mundial a las fuentes de energía sostenible. En concreto, la electricidad se ha convertido en un recurso muy apreciado, ya que la expansión de la red eléctrica, junto a la rápida adopción de los vehículos eléctricos, exigirá gran cantidad de cobre, níquel y otros metales.
China: ¿contrapeso a las subidas de precios?
Por otra parte, la ralentización de la economía china podría servir como contrapeso para mantener controlados los precios de las materias primas. China es el mayor importador de materias primas, y consume más de la mitad de los suministros mundiales de mineral de hierro, carbón y cobre.
La estrecha relación comercial de China con la UE podría también exponer al país a una recesión en Europa si la guerra de Ucrania se prolonga. Además, China está haciendo frente a un nuevo aumento de infecciones por COVID-19 que podría frenar aún más la economía si el gobierno decide imponer nuevas restricciones a los viajes y las actividades de ocio.
Incluso antes del último brote de covid, la economía china estaba en proceso de ralentización, o al menos de estabilización a una tasa muy baja de crecimiento. Es probable que la situación empeore antes de mejorar, y una recesión lo suficientemente grave podría provocar una caída de los precios de las materias primas. Así, vemos probabilidades de que el banco central de China recorte pronto los tipos de interés, mientras que la mayoría del resto de los bancos centrales de todo el mundo avanzan en la dirección contraria.
Consecuencias para la inversión: cobertura frente a la inflación
Independientemente del rumbo que tomen los mercados, el reciente repunte de los precios confirma, una vez más, que las materias primas son una cobertura eficaz frente a la inflación.
En términos históricos, la energía, y especialmente el petróleo, ha evolucionado en línea con la inflación, según el índice estadounidense de precios al consumo. El petróleo suele ser un componente importante de los índices relacionados con las materias primas, por lo que existe una gran correlación a largo plazo entre los precios de las materias primas y la inflación.
No obstante, existen grandes diferencias entre las principales categorías de materias primas. El petróleo y el gas, los metales, los alimentos y los productos agrícolas suelen seguir sus propios ciclos. Por tanto, los inversores que buscan una cobertura frente a la inflación deben tenerlo en cuenta.
Como es lógico, el sector de la energía se ve favorecido por el aumento de la inflación, ya que la subida del precio de la energía, especialmente de la gasolina, puede trasladarse rápidamente a los consumidores. Eso no ocurre con otras materias primas, en las que las subidas de precios pueden ir absorbiéndose a medida que avanzan en la cadena de producción.