Los inversionistas enfocados en el largo plazo en mercados ilíquidos tienen mucho que considerar entrando en el 2021. La pandemia y los cambios estructurales en la economía y la sociedad están impulsando cambios que abarcan diferentes clases de activos y que permanecerán hacia el futuro.
En BlackRock hemos visto un fuerte repunte en las oportunidades de inversión, en el deployment de capital y en las valoraciones después del trauma inicial vivido en el primer trimestre de 2020 a causa de la pandemia. Por el lado de crédito privado, por ejemplo, esperamos ver más oportunidades en situaciones de reestructuración y estrés, a medida que los efectos de los confinamientos y de los cambios estructurales que están sucediendo alcancen a más compañías. Estas compañías van a necesitar buscar soluciones a través de los mercados privados de crédito, una fuente esencial para sus necesidades de financiación. El mercado de deuda sub investment grade en Estados Unidos ha crecido de 2 a 5,7 billones de dólares (trillion en inglés) desde el 2007 y el mercado de deuda privada ya representa 850.000 millones de dólares en activos en camino a superar el billon de usd. Muchos bancos y fuentes tradicionales de financiación ya no participan de la misma manera que lo hacían antes debido a regulaciones y requerimientos de capital lo que ha acelerado el crecimiento de esta clase de activo de manera tan exponencial.
Al mismo tiempo, debido a los niveles de dry powder estamos viendo una mayor competencia por inversiones, lo que ejerce presión sobre los retornos (aunque todavía en niveles atractivos) y lo cual se traduce en menos tiempo para cerrar transacciones, haciendo más importante que nunca tener la experiencia, las relaciones y los recursos legales para ejecutar rápidamente. Asimismo, los altos niveles de este dry powder en el mercado alternativo están creando un mayor escrutinio en las capacidades de deployment de los distintos manejadores. Ahora va a ser mucho más importante que antes que el manejador tenga fuentes diferenciadoras de originación de deals y que demuestre acceso y eficiencia para ejecutar las mismas.
En real estate e infraestructura, esperamos que los inversores miren más allá de los sectores que se han visto beneficiados por COVID y que participen de manera más activa en otros sectores que se beneficien de una recuperación cíclica donde las valoraciones se han vuelto demasiado pesimistas en algunos casos y donde se presentan puntos de entrada altamente atractivos. En private equity vemos un claro incremento de apetito por exposiciones a sectores como tecnología y salud y un escenario no visto en la última década para el mercado secundario donde los descuentos y las oportunidades de entrada están siendo altamente atractivas.
De las tendencias aceleradas por la pandemia, se destacan dos en particular: la digitalización y la descarbonización, esta última también ayudando a aumentar el enfoque en los estándares ESG.
La transición hacia un mundo virtual es uno de los efectos más profundos de la pandemia. Incluso en medio de la competencia que estamos viendo, seguimos encontrando oportunidades altamente atractivas tanto en private equity como en crédito privado en empresas de servicios en la nube.
En el sector de real estate, creemos que el mercado de e-commerce seguirá haciendo del sector de logística industrial un claro beneficiario. Estamos enfocados en las instalaciones de distribución de última milla, donde la alta ocupación y el crecimiento de los alquileres pueden beneficiar a los propietarios, y consideramos la ubicación como el principal motor de rentabilidad.
En infraestructura, mientras tanto, los centros de datos están evolucionando como una clase de activo por sí misma. Buscamos mitigar el riesgo apuntando a centros de datos capaces de atender a una base de clientes diversa dentro de los sectores industriales más sólidos, como biotecnología/ciencias biológicas o de servicios empresariales.
En EE.UU., esperamos que las políticas de la administración entrante de Biden tengan efectos significativos en los mercados. En particular, creemos que una agenda verde ambiciosa podría acelerar significativamente la tendencia global de descarbonización, con consecuencias no solo en el sector energético, pero también a través de distintas clases de activos como real estate y en las cadenas de suministro.
Hemos visto un incremento sustancial en los tipos de transacciones a medida que la incertidumbre económica fue disminuyendo en el segundo semestre de 2020, y creemos que esto continuará.
Por el lado de posibles riesgos, estamos alertos a retrocesos en el despliegue de vacunas y la lucha contra la pandemia y el impacto del estímulo económico ya sea en impuestos más altos, inflación o ambos. Posibles sorpresas al alza en nuestro radar incluyen una demanda reprimida que resulte más grande de lo esperado y sectores que han sido afectados regresen con más fuerza, un impulso inesperado por la adopción de la tecnología inalámbrica 5G y un impulso significativo como resultado de los sólidos estímulos e inversión pública en EE. UU.
Para el inversor que pueda actuar y acceder al mercado privado en esta coyuntura se presenta una oportunidad de inversión a largo plazo no vista en décadas.