La conferencia intergubernamental “París Clima 2015” de Naciones Unidas sobre Cambio Climático de finales de 2015 marcó un punto de inflexión en un esfuerzo de 20 años contra el calentamiento global. Por primera vez países desarrollados y en desarrollo se han comprometido a un incremento de la temperatura global menor de 2 grados centígrados respecto a la era preindustrial, con informes de progreso cada cinco años y financiación de 100.000 millones de dólares al año de los países ricos a aquellos en desarrollo hasta 2020.
De hecho el desacoplamiento de crecimiento del PIB de la demanda de energía y emisiones de CO2 comenzó en Europa hace diez años y empieza a despegar en China. Las renovables, hidroeléctrica, eólica y solar ya sumaron la mitad de instalaciones de nueva capacidad en 2015 y pueden convertirse en la mayor fuente de generación de energía hacia 2030. A ello contribuye que el coste de generación de energía renovable haya disminuido con las economías de escala, los avances tecnológicos y la financiación. Además, con la opinión pública cada vez más favorable, las empresas que proporcionen soluciones experimentarán una demanda creciente.
Ahora el acuerdo intergubernamental está ratificado y va a ponerse en marcha desde el 4 de noviembre. Del 7 al 18 de noviembre se celebra la Conferencia sobre Cambio Climático ONU COP 22 en Marrakech y es muy probable que se mantenga la dirección. Ahora hay mayor visibilidad de las políticas, con voluntad global. Si reducimos drásticamente las emisiones según lo acordado, el mayor impacto principal será en el precio de las emisiones de CO2 y el énfasis en soluciones de eficiencia energética. De todas formas hay incertidumbre respecto al resultado por las elecciones en EE.UU., que pueden cambiar los detalles de manera significativa. Si gana Clinton es previsible una continuación de las políticas establecidas por Obama. En cambio, Trump es más favorable al sector de petróleo -quiere continuar la exploración él mismo en Alaska-.
De momento, con la suma de compromisos de países firmantes seguiríamos en un escenario de calentamiento global por encima de la trayectoria de 2 grados centígrados. Pero el acuerdo indica que cada cinco años desde 2020 habrá revisiones y la posibilidad de medidas más agresivas para la reducción de emisiones, así que la reducción puede ser mucho mayor. En el escenario más favorable para 2050-2060, la emisión neta negativa global de gases de efecto invernadero sería negativa.
El caso es que del total de emisiones, el mayor volumen de gas de efecto invernadero es el CO2, tres cuartas partes. Además, los sectores de combustibles fósiles, electricidad y transporte representan dos tercios del total de emisiones de CO2. También hay que tener en cuenta que producir la misma cantidad de energía produce casi el doble de CO2 con carbón que con gas. Según la Agencia Internacional de la Energía para 2040, en el escenario de 2 grados la cuota de los combustible fósiles sería del 75% al 60% y los principales perdedores serían el carbón y petróleo.
Además la demanda total de energía bajaría con la eficiencia energética y el mayor peso de renovables. Así que, con la presión de la tecnología, las energías alternativas, el cambio en las preferencias de los consumidores, la mejora de la eficiencia energética y la regulación e impuestos, la producción de petróleo mundial puede reducirse a 74 millones de barriles por día desde los actuales 90.
La mayor incertidumbre es la velocidad de la transición energética
De manera que nos encontramos al comienzo de una transición energética por la combinación de varios factores: escándalos empresariales, asuntos relacionados con medioambiente y salud pública, preferencias de consumo, regulación más estricta y precios. Pero la mayor incertidumbre es la velocidad a la que tendrá lugar. En energías renovables el debate ha sido por qué invertir en sectores con subsidios. Pero esto es menos cierto hoy día. Por el contrario en regiones ecuatoriales y tropicales donde se produce electricidad a partir de petróleo hay grandes subvenciones a esta materia prima. Es el caso de Indonesia, Filipinas o India. De hecho la Agencia Internacional de la Energía estima que la suma de subsidios a los sectores de petróleo y gas es de 500.000 millones de dólares por año. No tiene sentido comprometerse a reducir emisiones subsidiando a uno de los contribuidores más importantes a las emisiones de CO2. Es abrir la nevera y el horno para mantener la temperatura.
Ahora bien, en China el gasto en protección del medio ambiente y lucha contra la polución ha crecido exponencialmente los últimos 20 años, no por riesgo de revueltas sociales y agenda política. De hecho la polución puede ser un cuello de botella para su crecimiento económico. Además la inversión medioambiental puede favorecer sus exportaciones en productos, servicios e industrias de valor añadido -China es el mayor productor de paneles solares- y facilitar una menor dependencia de combustibles fósiles -actualmente exporta carbón de Australia-. Incluso India, especialmente desde COP 21, ha anunciado el incremento de inversión en renovables y desarrollo de energía fotovoltaica y puede coger el ritmo de China rápidamente.
Además transporte más del 50% de la demanda de petróleo viene de vehículos y tras el escándalo del diésel la demanda de este combustible está decreciendo rápidamente, hasta el punto que algunos fabricantes de vehículos han llegado a anunciar que no van a fabricar más con este combustible.
A ello se añade la velocidad de adopción de nuevas tecnologías, como baterías y vehículos eléctricos. Es ilustrativo que el carbón tardó 60 años en llegar a una cuota de la producción de energía del 50%, 60 años para que el petróleo llegara al 40% y 60 años para que el gas llegase al 25%. Pero la clave del proceso es la competitividad económica de las alternativas. En este sentido el coste de la energía solar en regiones ecuatoriales es ya económicamente aceptable sin subsidios. A ello se añade que el coste de almacenamiento de energía se ha reducido un tercio en cinco años y es previsible que se reduzca otro tercio para 2030. Es previsible que con la tendencia actual para 2030 la cuota de coches eléctricos sea del 20%, pero en Noruega y Holanda estudian imponer que sólo puedan venderse vehículos eléctricos para 2020-2025 y Volkswagen ha anunciado para 2020 un vehículo de 600 kilómetros de autonomía. Mientras Tesla ya trata de proporcionar la batería para el vehículo y el panel solar para la vivienda de la que obtener la energía. Puede ocurrir que los edificios, grandes usuarios de electricidad, a medida que instalan paneles solares compitan con las eléctricas e incluso pase a ser productores-consumidores, “prosumers”.
Hay que presentar al inversor opciones de inversión responsable
El caso es que la inversión sostenible se puede aplicar mediante diferentes estrategias. En primer lugar es posible evitar empresas “torpedos” con riesgo de reputación y financiero. Otro objetivo es además invertir en ganadores a largo plazo que integran la sostenibilidad en su negocio. Un tercer objetivo es seleccionar compañías que proporcionan soluciones específicas. Cada objetivo implica un universo de inversión. Evitar “torpedos” es prácticamente aplicable a cualquier estrategia, con una reducción de solo 5% del universo de inversión. Centrarse en ganadores y evitar perdedores como hace Pictet European Sustainable Equities reduce el universo entre 30 y 50%. Finalmente invertir solo en compañías que proporciona soluciones limita el universo a 5% del total. Es como comprar un coche con una solución de control de polución, un híbrido o uno completamente eléctrico aunque de autonomía mucho más limitada. Cada inversor tiene preferencias y hay que presentarle las tres posibilidades.
Un 20% de sectores que contribuyen a 80% de las emisiones
Respecto a emisiones de efecto invernadero empleamos métricas antes de invertir en una compañía. Fundamentalmente nos centramos en el 20% de sectores que contribuyen al 80% de las emisiones de CO2. Así que esto implica fijarse sobre todo en productores de carbón, petróleo y gas; eléctricas y en fabricantes de vehículos en menores emisiones de CO2 por kilómetro.
En el caso de Pictet European Sustainability Equities, una vez creada la cartera, formada por 80 compañías, es posible comparar el conjunto respecto al índice de referencia. Como en cartera hay bancos, inmobiliarias y otros sectores no hay denominador común excepto ventas o inversiones. Así que utilizamos la media en de emisión de carbono respecto a ventas frente al índice. Así en el conjunto Pictet European Sustainable Equities muestra 41% menos intensidad en emisión de CO2 que el índice MSCI Europe.
La oportunidad de negocio global en medioambiente
Otras estrategias también pueden proporcionar rentabilidad superior y contribuir positivamente al medio ambiente, donde la oportunidad de negocio global crece más rápidamente que el resto de la economía, un 6%-7% hasta 2020, y puede llegar a ser de tres billones de dólares para 2020.
En concreto Pictet Environmental Megatrend Selection selecciona acciones en nueve temas: suministro y tecnología del agua, eficiencia energética, energías limpias, reciclado y gestión de desechos, control de la contaminación, servicios medioambientales, agricultura y silvicultura sostenible y “desmaterialización de la economía” (uso eficiente de recursos, como tecnologías de diseño asistido por ordenador, gestión del ciclo de vida de los productos, aplicaciones de simulación avanzadas y el “Internet de las cosas”).
Pictet AM cuenta con carteras diversificadas en inversiones socialmente responsables desde 1997 y está comprometida con el código de transparencia Europea ISR (Inversión Socialmente Responsable). Es el caso del fondo Pictet European Sustainable Equities, de gestión cuantitativa, que, a partir del índice MSCI Europe selecciona mejores acciones en su clase por sector.
Pictet es miembro de la asociación paneuropea IIGCC, cuya misión es alentar políticas públicas y prácticas de inversión que aborden riesgos a largo plazo y oportunidades asociadas con el cambio climático. Ha prestado apoyo a una declaración de 363 inversores institucionales que gestionan 24 billones de dólares en activos para acelerar la transición hacia una economía de bajo uso de combustibles fósiles.
Columna de Eric Borremans, experto global en sostenibilidad de Pictet AM, quien ha presenta los “Cambios económicos en la transición hacía una economía baja en carbono” en Madrid ante la Conferencia sobre Cambio Climático ONU COP 22 del 7 a 18 noviembre en Marrakech, tras el acuerdo global intergubernamental “París Clima 2015”.