Los algoritmos de comportamiento que dirigen las acciones humanas dificultan enormemente la tarea de reconocer, aceptar y actuar en un mundo cambiante; en ocasiones se convierte en una odisea agobiante. Esta tensión puede verse agrandada en el ámbito de la inversión global, porque conlleva elaborar estimaciones subjetivas referentes al valor de una acción, así como evaluar las fuerzas del capitalismo que son capaces de crearlo o destruirlo.
Fue el economista Joseph Schumpeter (1883-1950) quien acuñó el término “destrucción creativa” para describir el ciclo de mutación industrial en el cual los sectores, productos y prácticas anticuados sucumben incesantemente a otros más nuevos. Schumpeter no vió el nacimiento de internet, la invención del teléfono móvil y el advenimiento de las tecnologías inteligentes, pero me inclino por creer que se hubiera asustado al comprobar hasta qué punto se ha acelerado el ritmo del cambio en la Era de la Información.
Un mundo feliz: empresas en continua transformación
Si examinamos las multinacionales más grandes durante periodos de tan solo cinco años, obser vamos un mundo en constante cambio. Un ejemplo reciente es el crecimiento explosivo de la economía digital, del cual hemos sido testigos. A fecha de hoy, las cinco empresas de mayor valor por capitalización bursátil (cap) son las gigantes estadounidenses del mundo tecnológico/digital Apple, Alphabet, Microsoft, Facebook y Amazon. Solo existe una compañía de recursos (Exxon Mobil) que sobrevive actualmente entre las diez primeras, tras haber dominado el panorama en 2011 junto con Royal Dutch Shell, Chevron Corp y PetroChina. Por aquel entonces Facebook ni siquiera había salido a bolsa.
Es relativamente fácil echar la vista atrás y comprobar hasta qué punto ha cambiado el mercado global. Sin embargo, cuesta mucho más prever dónde se localizarán los próximos cambios relevantes (y con potencial de inversión). Cabría pensar tal vez que el acceso sin precedentes que tienen los ciudadanos a las noticias sobre empresas, sectores y la economía les permite tomar decisiones más acertadas sobre dónde deben depositar su dinero, pero esto no siempre es así. La excesiva información a menudo conduce a errores cognitivos de procesamiento, si bien ciertos factores emocionales como el temor y la codicia también pueden inducir a tomar malas decisiones.
Sobrecarga de información: el problema de los atajos
Prueba de ello es este documento, que probablemente sea solo uno de los muchos que leerá hoy mientras navega por Internet. Si combinamos esto con diversos e-mails que reclaman su atención y avisos de novedades que surgen en aplicaciones de redes sociales, probablemente no le extrañará saber que el ciudadano típico consume un volumen de información al día equivalente a seis periódicos (virtuales). Esto contrasta con dos páginas y media de prensa física que se leía hace 25 años.
Cuando nos enfrentamos a semejante marea de información, el cerebro humano actúa con sensatez y adopta técnicas heurísticas o atajos mentales. Se trata de métodos prácticos, sin garantía de ser óptimos ni perfectos, pero que son suficientes para satisfacer metas inmediatas. A veces los atajos deliberados que toma el cerebro para procesar nueva información resultan útiles o incluso pueden salvar nuestras vidas. Por ejemplo, cuando olemos humo en un edificio asimilamos los datos sensoriales con mucha rapidez: humo = peligro; corremos en dirección a una salida. Sin embargo, otras veces las presiones que genera ser bombardeados por tantos datos nos deja abrumados, generalizamos en exceso y perdemos una oportunidad vital para aprender algo nuevo o verlo desde otro punto de vista. La conclusión es que la mente tiende a centrarse predominantemente en resultados lineales.
Dejar de lado el pasado: superar el sesgo
En el ámbito de la inversión, los atajos mentales suelen permitir que ocurran anomalías de valoración. Es mucho más fácil que el cerebro humano, apoyado en sus sesgos cognitivos y emocionales, concluya que los resultados del pasado son indicativos de resultados futuros (a menudo no lo son). A modo de ejemplo, algunos inversores puede que hayan estimado erróneamente la duración del actual ciclo bursátil alcista a causa de comparaciones históricas, o que piensen que el temor inherente reaparecerá y destruirá su capital (sesgo de negatividad). Con un nivel de detalle mayor, el cambio es difícil de reconocer porque implica procesar datos anómalos que contradicen el discurso fácil y habitual. Por ejemplo, existe un sesgo de confirmación cuando los inversores sopesan los datos que únicamente confirman su tesis. La sensación de malestar que surge cuando nos enfrentamos al mundo cambiante suele inducir a los inversores a adoptar una postura de ceguera voluntaria ante los defectos observados en una empresa o alteraciones sufridas por un sector.
La estrategia de renta variable global se esfuerza por deshacer estos sesgos en nuestro enfoque de inversión. Llevamos a cabo minuciosos análisis basados en los fundamentales en busca de oportunidades para invertir en valores cuando el mercado posiblemente ha pasado por alto su potencial de crecimiento. Las empresas tal vez estén sufriendo cambios sustanciales en diversas áreas (se muestran algunos ejemplos en la Figura 2). Nosotros tratamos de asignar un valor a ese cambio, con el fin de tomar una decisión respecto a si, a nuestro juicio, esa inversión les resultará atractiva a nuestros clientes.
La estrategia de Henderson reconoce abiertamente que las tensiones inherentes entre el capitalismo y la psicología humana brindan oportunidades de inversión global basadas en de precios. Nosotros aplicamos un proceso que intenta abrirse paso entre la avalancha de datos sin sucumbir a los atajos mentales o sesgos cognitivos, sin que por ello deje de estar en la vanguardia invertible del cambio innovador.
La serie de contenidos Henderson Future Trends (Futuras tendencias de Henderson)analiza los detonantes que reconfigurarán el panorama de inversión en los próximos años. La serie tiene como objetivo ofrecer nueva información y formación sobre temas que afectarán al proceso decisorio de los inversores y a sus asignaciones de activos.
Ian Tabberer es cogestor de la estrategia Global Equities World Select de Henderson.