En multitud de ocasiones, los individuos toman decisiones irracionales, movidos por el miedo, la euforia, la envidia, la tristeza, el ruido mediático o la presión social. Esa irracionalidad soslaya aspectos técnicos, de valoración de los activos, gestión de riesgos y disciplina, y es ahí donde las emociones toman el protagonismo con consecuencias casi siempre negativas.
Las burbujas financieras que emergen cada cierto tiempo surgen de estas emociones. En este artículo, explicamos cómo surgen y cómo podemos detectarlas para evitar vernos envueltos en ellas.
¿Qué es una burbuja?
En términos de mercados financieros, una burbuja se produce cuando existe un fuerte incremento de demanda en un activo, en un periodo de tiempo breve, teniendo como consecuencia un importante incremento de precios. El enriquecimiento de los que van adquiriendo el activo actúa de efecto llamada para aquellos que no quieren “perderse la fiesta”. En este punto, aparece la sensación general de que esto seguirá subiendo eternamente, pues siempre habrá alguien dispuesto a comprarlo. La codicia es peligrosa, como ha ido sucediendo a lo largo de la historia con las burbujas.
Lamentablemente, cuando se invierte pensando solo en la rentabilidad es fácil olvidarse de los riesgos, como la concentración en pocos activos, mezclar historias que “suenan” bien con inversiones sobrevaloradas. Y como en el cuento de Andersen, del Rey Desnudo, en algún momento alguien alza la voz para desengañar a fieles clientes que es toda una ilusión, y se produce una caída brusca de los precios del activo. Pero el ser humano cada cierto tiempo tropieza en la misma piedra.
Fases de las burbujas en los mercados financieros
Según el economista Hyman Minsky, las fases de las burbujas del mercado son:
- Comienzo: los inversores se dejan llevar por un escenario que promete ser un cambio de paradigma para el entorno económico. Cuidado con la frase “esta vez es diferente”
- Boom: el precio del activo empieza a atraer la atención de gran parte de los inversores. Cuidado: cuando todos hablan de lo mismo, es bueno incluso incrementar la precaución
- Euforia: cuando la burbuja alcanza su máximo apogeo, con valoraciones muy alejadas de lo que dictan los fundamentales.
- Toma de beneficios: algunos inversores empiezan a darse cuenta de la irracionalidad que sustenta los precios del activo.
- Pánico: llega el final de la burbuja, con los inversores sufriendo un agresivo desplome de los precios del activo inflado irracionalmente. Al caer el precio los inversores van vendiendo el activo en función de su aguante emocional.
La historia que siempre se repite
De las grandes burbujas económicas y financieras, se considera pionera la de los tulipanes de los Países Bajos en el siglo XVII durante la cual los precios de estos bulbos experimentaron subidas exponenciales en menos de cinco años, llegando a valer más que una casa, cuando el bulbo del tulipán es de por sí un producto perecedero. Su final fue abrupto y produjo una grave crisis económica en una de las potencias de la época.
Desde entonces, no han sido pocos los fraudes que han desembocado en burbujas, generadas, una vez más, por dejarse llevar por las historias fantásticas, pero que no están respaldadas desde el punto de vista técnico, ni de la gestión de riesgos. Por ejemplo, la célebre estafa piramidal de Bernard Madoff, la inversión en sellos o, salvando las distancias, el éxtasis colectivo que produjeron las primeras compañías de internet (por ejemplo, Terra, del Grupo Telefónica, que llego a valer más que BBVA y que, una vez vista la falta de contenido, terminaron de forma abrupta con la crisis bursátil puntocom). En España, la crisis inmobiliaria, también dejó en posición delicada a muchas familias y empresas que pensaban que había encontrado la manera de hacer dinero fácil, rápido y sin riesgo de manera continuada.
Cómo evitarlas
Las burbujas no cesarán, pues la irracionalidad y la codicia están presentes en el comportamiento humano. Ahora bien, para aquellos que tengan la capacidad de aprender de la historia, podrán emplear las siguientes herramientas, para navegar seguros durante los momentos de histeria colectiva.
- La inversión es lo contrario que la especulación. Especular es invertir sin criterio para “forrarnos”. Como dice Warren Buffett, “si te sientas a jugar al póker y no sabes quién es el pardillo, el pardillo eres tú”.
- Nunca invertir en nada que no se entienda en cinco minutos o que no está clara la forma de subir de valor de manera fundamental en términos económicos.
- Diversificar las inversiones para minimizar las consecuencias de posibles contagios en los mercados financieros, incluso si no se cuenta con posiciones en activos sobrevalorados. Cualquier alejamiento de este principio de la inversión acarrea mucho dolor en el medio y largo plazo.
- No invertir buscando maximizar la rentabilidad per se, sino ponderando los riesgos. Es bien conocida la Ley de Murphy: si algo puede salir mal, saldrá.
- Separar las historias del proceso inversor. Las historias emocionan, las valoraciones de los activos han de ser racionales.
- Nunca invertir en nada que se base en “te lo estás perdiendo”. Como dicen los castizos, “el último duro que se lo lleve otro”.
Tribuna de Borja Durán, socio fundador de Wealth Solutions y Finletic.