El S&P 500 se sitúa esta semana, al fin, por encima de sus máximos históricos. Ni unos datos macro más bien tibios (ISM Manufacturas y Servicios, ventas minoristas, nuevos empleos, confianza de PYMES), ni la creciente tensión política en Corea del Norte, ni tampoco la incógnita que aún plantea la formación de un gobierno estable en Italia o un nuevo rescate en Eslovenia han sido obstáculo para la continuación del rally que comenzaba en noviembre del 2012
Por eso no deja de sorprender el resultado del sondeo semanal de la Asociación Americana de Inversores Individuales (AAII) Según parece los pequeños inversores en USA no se acaban de creer la fortaleza de su mercado bursátil; en los últimos 3 años no se registraban tantos inversores bajistas (bearish) como ahora y los alcistas no eran tan pocos desde 2009.
Como sabe, este indicador tiene una lectura contraria, y por lo tanto el pesimismo que se observa en esta serie debería ser fuente de optimismo para aquellos que consideran que el movimiento alcista va a continuar. Esta actitud de cautela queda también reflejada en las rentabilidades acumuladas a nivel industria; a diferencia de lo sucedido en otros procesos de recuperación, los inversores no se animan a mirar más allá del valle de incertidumbre económica y sólo apuestan por los sectores más defensivos.
Pero entonces si los minoristas no han comprado fondos mutuos, ¿quién ha puesto la pólvora para disparar al S&P 500 hacia sus nuevos máximos? Si acudimos a la base de datos de la CFTC (Commodities & Futures Trading Commision) podemos determinar cuales son las posiciones netas (largas menos cortas) especulativas sobre el ETF del Mini S&P 500.
Como pueden observar en la gráfica adjunta el inversor más espabilado ya ha entrado en el mercado; desde finales de 2011 los especuladores han venido cerrando sus posiciones cortas sustituyéndolas por otras largas; este movimiento se ha acelerado desde enero de este año situando a esta serie en las lecturas más bullish desde 2009.
Esta dicotomía entre el estado de ánimo de los inversores especialistas y de los minoristas da lugar a dos reflexiones. En primer lugar parece claro que después de haber sufrido dos terribles mercados bajistas en los últimos 12 años (burbuja dotcom y crisis subprime) el minorista mantiene la desconfianza y continúa lamiéndose sus heridas; como dicen por aquí once bitten, trice shy. Será necesario que la economía se demuestre capaz de crecer de forma autónoma y sin la asistencia del QE Infinity de la FED para que vuelva la confianza. En segundo lugar, y esto es lo más importante, este comportamiento indica que el bull market que comenzó en marzo de 2009 aún está vivo; históricamente el periodo de madurez de un mercado alcista coincide con la entrada del dinero minorista; ellos son los últimos en llegar a la fiesta y normalmente los que acaban pagando la factura.
¿Y cual puede ser el catalizador para que el inversor pequeño se anime a comprar acciones otra vez? Nuestro pronóstico es que la economía norteamericana irá de menos a más este año; estimamos que la recuperación en producción industrial a partir del 3er trimestre puede acelerar el crecimiento económico hasta tasas del 3%. Si estamos en lo cierto el rendimiento del bono del tesoro a 10 años se situará en torno al 2.5% generando pérdidas (en tasas reales) a los inversores en renta fija de alta calidad.
Tras varios años disfrutando de jugosas ganancias los compradores de bonos, que ha aparcado en esta clase de activo más de un trillón de dólares desde 2007, comenzarán a sentirse tentados por los retornos obtenidos en los mercados bursátiles y poco a poco –al principio- se animarán a cambiar de bando.
En resumen, aún somos muchos los que esperamos una corrección para comprar y leyendo las hojas de té me animo a advertirles: no esperen demasiado o se les escapará el tren.