El hidrógeno «verde», es decir fabricado a partir de fuentes de energía renovables, se considera cada vez más como el “santo grial” en la transición hacia una economía neutra en carbono. Con una amplia gama de aplicaciones, el hidrógeno verde podría reducir las emisiones globales de gases de efecto invernadero en un tercio en las próximas décadas a un coste razonable, lo que lo convierte en una atractiva opción de inversión.
Creemos que el hidrógeno será crucial para afrontar los retos medioambientales creados por el calentamiento global. En 2021, una treintena de países presentaron una hoja de ruta para 2030 que suponía más de 300.000 millones de dólares de inversión pública y privada en 224 proyectos industriales relacionados con el hidrógeno, más de la mitad en Europa. Sólo los gobiernos tienen previsto invertir 70.000 millones de dólares en estos proyectos de aquí a 2030.
Sin embargo, el hidrógeno -el gas más ligero- también enfrenta desafíos:
Costes de producción. Según BloombergNEF, el coste del hidrógeno verde se redujo un 40% de 2015 a 2020. Se espera que siga bajando -hasta un 85%- para 2050. Si estas previsiones se cumplen, será competitivo frente al hidrógeno «gris» producido a partir del gas natural.
De hecho, en algunas partes de Europa, Oriente Medio y África, el hidrógeno verde ya es más barato que el gris. Cabe señalar que el aumento del coste del gas natural debido a la guerra de Ucrania ha mejorado la economía del hidrógeno sostenible -las inversiones se están amortizando mucho más rápido de lo previsto- y podría acelerar el avance de la economía del hidrógeno.
Infraestructura. El crecimiento del transporte basado en el hidrógeno requerirá el desarrollo de infraestructuras, como estaciones de servicio y capacidad de almacenamiento. Ya están en marcha proyectos que pretenden demostrar el potencial de la conversión energética, como el programa GRHYD en Francia.
Producción. Ya sea mediante el reformado con vapor del gas natural (un método para la obtención de hidrógeno a partir de hidrocarburos) o la gasificación del carbón, alrededor del 95% del hidrógeno se sigue produciendo con combustibles fósiles.
- El hidrógeno «gris» (a partir del gas natural) tiene una huella de carbono desfavorable.
- El hidrógeno «azul», en el que se capturan las emisiones de CO2 para su reutilización o almacenamiento, tiene una menor huella de carbono, pero sigue siendo desfavorable, lo que significa que será un reto que desempeñe un papel clave en la transición energética.
- La opción más respetuosa con el medio ambiente en el camino hacia el cero neto es el hidrógeno «verde», producido por la electrólisis del agua utilizando energía procedente de fuentes renovables.
Aplicaciones emergentes
Se prevé que el mercado mundial de producción de hidrógeno alcance los 201.000 millones de dólares en 2025, frente a los 130.000 millones de 2020.
Aunque los usos industriales del hidrógeno, como la producción de amoníaco y el refinado de productos petrolíferos, siguen representando casi todo su consumo actual, están surgiendo otras aplicaciones:
La movilidad. Los vehículos equipados con pilas de combustible de hidrógeno (FCV) solo emiten vapor de agua, lo que reduce considerablemente su huella de carbono. Desde los coches individuales hasta el transporte de mercancías por carretera, se espera que el mercado de los vehículos de pila de combustible alcance los 6.000 millones de dólares en 2028, frente a los apenas 57.000 millones de dólares de 2021.
Descarbonizar la producción de electricidad. Cuando se combina con fuentes de energía renovable, puede almacenarse y utilizarse posteriormente para producir electricidad bajo demanda («power-to-power»), o inyectarse en las redes locales de gas («power-to-gas») para complementar el gas natural.
Invertir en hidrógeno verde
La Unión Europea tiene previsto invertir 500.000 millones de euros a lo largo de 10 años en hidrógeno verde y pretende alcanzar una capacidad de electrólisis de 40 gigavatios (GW) en 2030, frente a los menos de 0,1 GW actuales.
En Estados Unidos, el Plan del Programa de Hidrógeno de 2020 incluye importantes esfuerzos para descarbonizar el hidrógeno.
Por último, China ha anunciado un megaproyecto en Mongolia Interior en 2021, cuya puesta en marcha está prevista para mediados de 2023.
Según BloombergNEF, el hidrógeno verde podría reducir las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero en un tercio en las próximas décadas a un coste razonable.
Para lograrlo será necesario financiar la expansión de los usos de este gas, tanto en términos de infraestructura como de innovación. BNP Paribas Asset Management ha ampliado recientemente su gama de productos con una estrategia diseñada para abordar esta necesidad específica de financiación.
Columna de Thibaud Clisson, analista ESG y líder en el ámbito del cambio climático de BNP Paribas Asset Management