A principios de marzo, en la Asamblea Popular Nacional de China de este año, los dirigentes aprobaron el Plan de Reforma Institucional del Consejo de Estado, que tiene como objetivo la reestructuración de los ministerios y los organismos de regulación para mejorar la eficiencia de las políticas y las reformas. Para los mercados financieros, el principal punto de interés será la revisión del régimen normativo financiero: ¿constituirá un avance o un retroceso a la hora de lograr un mejor resultado en la disyuntiva entre la estabilidad y la eficiencia en la asignación del capital?
Los más críticos con el plan ya han denunciado que la revisión de la normativa financiera es otro intento del presidente Xi Jinping para centralizar el control erosionando la autonomía del banco central de China[1]. Según ellos, estos amplios cambios normativos harán que las finanzas en China estén más centralizadas y sujetas a un mayor control político.
El plan pretende simplificar las funciones de supervisión del Banco Popular de China y desmantelar la Comisión Reguladora de Banca y Seguros de China.
Una nueva «superautoridad», la Administración Nacional de Regulación Financiera (NFRA, por sus siglas en inglés), asumirá las funciones de regulación y supervisión de estas instituciones y estará controlada de forma directa por Pekín. Se cerrarán todas las sucursales locales del Banco Popular de China y serán sustituidas por un regulador financiero local que estará formado por una red nacional de sucursales de la NFRA.
Los detractores de este nuevo modelo consideran que puede subordinar al Banco Popular de China a la influencia de los jefes de los partidos centrales y locales. Nos parece una preocupación lógica, porque la entidad ha actuado como un regulador favorable al mercado y ha contribuido a impulsar la liberalización financiera.
Podría mejorar la eficacia de las políticas
Desde el punto de vista de la gestión de la política, los cambios significan que el Banco Popular de China se centrará en la gestión macroprudencial y en la política monetaria. La microsupervisión de las empresas financieras y las funciones de protección de los consumidores se transferirán a la NFRA, lo que podría mejorar la especialización de la política monetaria y aumentar la eficacia de la política macroeconómica.
Para poder evaluar de manera adecuada el plan en el contexto del entorno de riesgo del país, es necesario entender el trasfondo de los problemas estructurales de China. La centralización de la supervisión financiera en la NFRA, que estaría controlada directamente por Pekín, podría contribuir en gran medida a resolver el problema de corrupción en el sistema que ha obstaculizado gravemente las reformas financieras.
El colapso del sector de préstamos entre particulares (P2P) casi llevó a China a una crisis financiera en 2017-2018, lo que puso de manifiesto el problema de la corrupción, que suele verse agravado por la escasez y la mala asignación de los recursos normativos[2].
Se suponía que la Comisión Reguladora Bancaria de China, predecesora de la Comisión Reguladora de Banca y Seguros, y el gobierno local donde estuviera registrada una plataforma P2P debían regular y supervisar las actividades P2P. Pero los reguladores carecían de personal suficiente[3], lo que les impedía supervisar de forma adecuada las plataformas que operaban en las distintas jurisdicciones del país.
El control normativo se convirtió en el caldo de cultivo perfecto para el fraude y la confabulación. A su vez, esta situación permitió que muchas plataformas P2P operaran como bancos clandestinos ilegales o incluso como esquemas Ponzi[4].
Avanzando en las reformas
El retraso de las reformas normativas ha hecho que proliferen el riesgo moral, las prácticas rentistas y el arbitraje normativo, que aprovechan la diversidad de normas aplicables en las distintas jurisdicciones[5].
Con este plan, el control del sistema financiero local por parte de la NFRA podría contribuir a resolver estos problemas. Al centralizarse la regulación y la supervisión, se reduciría el problema de la corrupción entre los reguladores locales.
El principal interrogante para China, y para los inversores, es si habrá que pagar un precio por todos estos cambios, incluso si se trata de los cambios adecuados.
¿Se verá China afectada por la inestabilidad financiera internacional?
La inestabilidad del sector financiero que comenzó con el colapso de Silicon Valley Bank en Estados Unidos y que se propagó más tarde a Europa ha provocado un cambio de tendencia en la confianza de los inversores a medida que la situación ha ido evolucionando. El pánico inicial dio paso a la preocupación por el endurecimiento de las condiciones de crédito, aumentando el riesgo de recesión y desinflación. Los inversores se enfrentan a dos escenarios potenciales: que la actual inestabilidad del sector financiero se acabe convirtiendo en una crisis financiera a escala mundial o que vaya desapareciendo a medida que las condiciones se estabilicen.
Si bien la perspectiva de estanflación amenaza a los mercados desarrollados, la desinflación y la recuperación de la economía china están contrarrestando en parte la caída de los mercados desarrollados en el crecimiento mundial. La reapertura de la economía china tras la pandemia debería favorecer al crecimiento de la economía mundial, especialmente al de la región asiática, gracias al comercio internacional y al apoyo que presta a los mercados de materias primas.
En nuestra opinión, la preocupación por la posibilidad de que la recuperación de China aumente la inflación a escala mundial y ejerza una mayor presión sobre los bancos centrales no está justificada. Para que China exporte inflación, su tasa de inflación debe ser muy superior a la registrada en el resto del mundo, y ese no es el caso: las tasas de inflación general y subyacente que se registran en el país son notablemente inferiores a las de Europa y Estados Unidos.
Por último, su cuenta de capital relativamente cerrada y la buena capitalización de los bancos chinos han protegido al país del impacto negativo que podría haber tenido la inestabilidad del sector financiero, tal y como demuestra la sólida rentabilidad registrada por el índice chino de empresas financieras, superior a la del índice estadounidense desde el 8 de marzo, fecha en la que la quiebra de SVB desencadenó la crisis (véase gráfico).
Puede leer el análisis completo sobre las reformas en China en este enlace, y sobre las perspectivas de la inestabilidad del sector financiero aquí.
Columna de Chi Lo, estratega de mercado para de China de BNP Paribas AM
Notas
[1] «Xi Closes a Door in China», Lingling Wei, Wall Street Journal, edición en papel, 13 de marzo de 2023.
[2] Para un análisis detallado de este problema, léase «Chi Time: China’s P2P Crisis – Financial Innovation Backfires», 27 de agosto de 2018 (aquí).
[3] La Comisión Reguladora Bancaria de China admitió en una conversación privada en 2015 que solo tenía entre dos y tres empleados a tiempo completo trabajando en la supervisión, regulación y redacción de normas para miles de complejas plataformas P2P. Léase también «In China, P2P Insiders Say Regulatory Shortcomings Have Choked Industry», Chen Leng y Engen Tham, Reuters, 6 de septiembre de 2019 (aquí).
[4] El caso más famoso fue el esquema Ponzi o estafa piramidal Ezubao, con 7.600 millones de dólares y más de 900.000 inversores (aquí).
[5] Véase referencia en nota 2.