La mayoría existían antes del COVID-19, pero ninguna ha sido inmune a sus efectos. Algunas han cambiado de dirección, otras se han acelerado. Juntas transformarán la forma en que vivimos, trabajamos y hacemos negocios.
Macroeconomía y geopolítica
El mundo parece haber alcanzado un punto de inflexión en la lucha contra la pandemia, al menos en los países más ricos. Dicho esto, ¿qué nos espera al final del túnel? El panorama económico es objeto de debates acalorados…
La transición post COVID-19. La implementación de vacunas seguras y efectivas contra el COVID-19 será una de las claves en 2021, al brindar un enorme alivio a los mercados y aportar optimismo en torno a la ruta de recuperación económica. No obstante, todavía existen muchas incógnitas. La primera es el propio desarrollo de los programas de inoculación, pero también la reapertura de las economías, la eventual reanudación del movimiento a nivel global y la cuestión de si los bancos centrales y los gobiernos han hecho lo suficiente. Los inversores (y la humanidad en su conjunto) podrían tener que aprender a vivir con esta mayor incertidumbre amenazando a las economías y los mercados durante un tiempo.
Inflación ultrabaja. El periodo previo a la pandemia se caracterizaba por bajos niveles de paro en Estados Unidos, el Reino Unido y la Europa continental, pero sin apenas inflación. Hay quien cree que este escenario va a cambiar, sobre todo teniendo en cuenta el extraordinario estímulo fiscal propiciado por la crisis del coronavirus. Por un lado, una enorme aceleración del gasto al relajarse los confinamientos podría sobrecalentar las economías y provocar una subida de la inflación. Por otro, la inflación podría permanecer obstinadamente baja. La expectativa es que este interrogante inflacionario provocará volatilidad en los mercados a medida que salimos de la crisis, lo cual podría deparar una fase turbulenta a los inversores.
China. China va camino de convertirse en un motor dominante de la economía global y nadie puede permitirse seguir ignorando al gigante asiático. Además, sus políticas económicas tienden a ser más persistentes y estratégicas que las de otras grandes potencias mundiales, con lo que los inversores pueden entenderlas y posicionarse de forma acorde. La estrategia económica «de doble circulación» de Pekín se propone reequilibrar el consumo y la producción internamente para reducir su dependencia en los mercados extranjeros, beneficiando a sectores como el sanitario, seguros y consumo discrecional; asimismo, trata de mantener el papel de China en la escena internacional a través de la innovación y empujando a sus empresas hacia eslabones superiores de la cadena de valor.
Innovación y disrupción seculares
La innovación y la disrupción ya estaban transformando a los sectores sanitario y tecnológico mucho antes de que estallara la pandemia, pero 2020 ha conllevado cambios que en circunstancias normales habrían tardado décadas en producirse…
Salud. El envejecimiento y el deterioro de la salud de las poblaciones han alimentado la demanda de atención sanitaria. La innovación ha exacerbado esta tendencia creando nuevos mercados para dolencias previamente intratables, y al mismo tiempo se está respondiendo a desafíos de suministro mediante nuevas tecnologías que crean eficiencias y mejoras en la oferta de productos. El COVID-19 también ha forzado una innovación rápida y generalizada, sobre todo en la producción y aprobación de vacunas y medicamentos antivirales.
Tecnología. La disrupción tecnológica no es nada nuevo, pero la falta de provisiones a modo de colchón frente a la misma se ha convertido en una importante faceta de La Gran Inestabilidad. La percepción de que vivimos en un estado de cambio tecnológico permanente está haciendo mella en los trabajadores, ampliando la desigualdad y dirigiendo a votantes descontentos hacia partidos populistas. Para los inversores, es vital considerar tanto la magnitud de la disrupción como los cambios de política que podrían acechar, a fin de posicionar sus carteras de cara a tal giro. ¿Qué sectores se enfrentan a la disrupción y cuáles no? ¿Habrá obstáculos en el futuro? ¿Se permitirá a las empresas superestrella seguir dominando en adelante?
Sostenibilidad
El COVID-19 ha ayudado a centrar la atención plenamente en la crisis climática y ha conducido a una serie de grandes iniciativas de política que podrían tener implicaciones de gran calado a nivel macroeconómico y de mercado…
Transición energética. La energía jugará un papel clave en la ruta hacia cero emisiones netas, al ser responsable de casi tres cuartas partes de las emisiones a nivel global. Reducir el consumo y elevar la eficiencia energética será importante, pero no suficiente: para acelerar el giro hacia las fuentes renovables necesitaremos más innovación en tecnologías como el almacenamiento en pilas de larga duración. Además, la electricidad baja en carbono deberá penetrar en más sectores a través de la electrificación. Para aquellas áreas que no puedan electrificarse, se requerirá otra tecnología, como el hidrógeno o la captura de emisiones de CO2.
Sostenibilidad medioambiental. La pandemia ha dejado clara la apremiante necesidad de invertir en la restauración de los ecosistemas del planeta. Según el Foro Económico Mundial, detener la pérdida de biodiversidad requerirá una transformación fundamental en los tres sistemas socioeconómicos: 1) alimentación y uso de la tierra y los océanos; 2) infraestructuras y el entorno construido; y 3) energía y extracciones. Tenemos tanto la responsabilidad como una oportunidad significativa de dar marcha atrás a la destrucción de la naturaleza, y volcarse en esta transformación con rapidez puede aportar ventajas potenciales. Para los inversores, vemos oportunidades diversas en empresas que innovan en la reparación y mejora de ecosistemas terrestres, marinos y urbanos.
Igualdad y crecimiento inclusivo. 2020 ha dado una dimensión especial a los temas relativos a la igualdad. Las disparidades sociales reveladas por la pandemia lo dicen todo: los profesionales clave resultaron proceder desproporcionadamente de hogares con rentas bajas, mientras que las minorías étnicas corren más riesgo de contraer el virus. Al mismo tiempo, la injusticia racial también pasó a un primer plano tras la muerte de George Floyd. Aunque empresas en muchos sectores se han comprometido a tomar medidas para potenciar la diversidad corporativa, la transparencia en torno a esta cuestión sigue siendo baja. No obstante, los inversores son cada vez más conscientes de estos temas y las compañías tendrán que esforzarse mucho más.
Columna de Richard Barwell, director de estrategia y análisis macroeconómico en BNP Paribas AM
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