Antes de que comenzara la temporada de Juntas Generales de 2020, los principales temas medioambientales, sociales y de gobernanza (ESG) que se debían considerar eran relativamente previsibles. Lo que no se podía predecir era el importante impacto que la pandemia de COVID-19 tendría en la economía mundial y, a su vez, en el propio periodo de juntas.
Aunque las reuniones virtuales de accionistas no son nuevas, no eran populares antes de 2020. Sin embargo, debido a las prohibiciones generalizadas de grandes congregaciones, las restricciones de viajes y los cierres de lugares de encuentro, las empresas se vieron obligadas a realizar reuniones online, incluidas las Juntas Generales de Accionistas. De hecho, las reuniones exclusivamente virtuales se han convertido en la nueva normalidad este año.
Además de asegurar el cumplimiento de los requisitos de seguridad relacionados con la pandemia, este cambio promete ciertas ventajas. El distribuidor de voto proxy BroadRidge, que facilita la votación en las asambleas, informó de que la participación de los accionistas en las juntas generales online, en general, superaba los niveles observados en los últimos años en comparación con las tradicionales, celebradas únicamente en un lugar físico.
Sin embargo, la parte negativa es que se han registrado casos de empresas que utilizan el formato virtual para controlar o filtrar selectivamente las preguntas formuladas a la dirección, o bloquear a los proponentes de los accionistas para que no presenten adecuadamente las propuestas que van a ser votadas. La limitada capacidad técnica o la intencionalidad de ciertas empresas para sofocar la democracia accionarial confirmaron las preocupaciones de los inversores.
Divergencia global
Las juntas generales online se están implantando en EE.UU., donde este año se celebraron 2.263 frente a las 289 de 2019. En los principales mercados europeos, una mayoría significativa de las asambleas se restringió de alguna manera, con limitaciones en la capacidad física y virtual del accionista para emitir derechos de voto en vivo durante la reunión. El 97% de las empresas europeas con juntas generales programadas para la primavera las había celebrado a finales de julio. Excepto Austria, donde solo la mitad de las compañías de su índice principal lo había hecho.
Algunas regiones se resistieron más a la adopción de juntas virtuales que otras, en particular China y Japón. Por ejemplo, aunque la primera no modificó sus leyes para permitir las reuniones exclusivamente virtuales, las tres empresas tecnológicas chinas más importantes que cotizan en bolsa en Hong Kong (Tencent, Xiaomi y Meituan) decidieron no realizar sus juntas generales online. Dada la prioridad inferior que se da a los derechos de los accionistas minoritarios o no nacionales en estas regiones, este enfoque no es sorprendente.
Resurgen las píldoras envenenadas
Las píldoras envenenadas se establecieron hace más de 40 años en el mercado de Estados Unidos, generalmente en forma de una autoridad de emisión de acciones altamente diluida que puede utilizarse como mecanismo de defensa para protegerse contra los intentos de adquisiciones no solicitadas. En la última década, las píldoras venenosas han caído en desgracia tanto para los inversores como para las empresas, y se han adoptado menos porque a menudo se considera que afianzan una gestión deficiente en lugar de permitir la mayor creación de valor para los inversores. Todo eso ha cambiado esta temporada, en la que se adoptaron 59, frente a las 21 de 2019.
Esto se debió a que las empresas se preocuparon por su vulnerabilidad ante ofertas hostiles de fondos activos y posibles compradores oportunistas debido a la extrema depresión del valor de las acciones, o a la previsión de importantes pérdidas operativas netas, que a cambio crean créditos fiscales considerados activos atractivos.
Por lo general, no apoyamos la adopción de píldoras envenenadas y, cuando las empresas las han aplicado sin la aprobación explícita de los accionistas, normalmente votamos en contra de los directores de la junta que se consideran responsables. Este año, dadas las circunstancias excepcionales provocadas por la pandemia, fuimos más tolerantes con las empresas que adoptaron píldoras envenenadas, siempre y cuando tuvieran una vida útil corta y no fuesen demasiado restrictivas. En estos casos, no votamos en contra de los miembros de la junta, pero consideraremos retomar nuestra postura original el año que viene, a la espera de la coyuntura del mercado.
Compromiso en BMO GAM
Hemos ajustado nuestras políticas de voto en algunas cuestiones clave para tener en cuenta la pandemia, pero también hemos establecido las mejores prácticas sobre la forma en la que las empresas deben actuar ahora para evitar que la crisis se convierta en una excusa para socavar las normas de buen gobierno.
Esta temporada animamos a las compañías a retomar las juntas generales en persona una vez que termine la crisis actual, mientras que mantenemos la opción virtual como parte de un modelo de «híbrido», combinando la reunión en persona con oportunidades para unirse también online. Por lo tanto, esperamos que:
– Proporcionen la transmisión de vídeo y audio en vivo de toda la reunión
– Permitan a los accionistas hacer preguntas por escrito antes y en directo durante la Junta General y les den una respuesta con la posibilidad de preguntas de seguimiento
– Hagan que la inscripción para la asistencia virtual sea lo más sencilla posible, al tiempo que se satisfacen las necesidades de protección de datos y seguridad de la información
Tribuna de David Sneyd, vicepresidente y analista de inversión responsable en BMO Global Asset Management