Las cuestiones laborales deberían ser el centro de atención de las empresas y las sociedades. Sabemos que, si los riesgos sociales no se gestionan de forma eficaz, alimentan el aumento de la desigualdad y obstaculizan el progreso hacia la consecución de un trabajo decente para todos. También hay pruebas de que las empresas con menor rotación de personal, mayor satisfacción de los empleados y mejor diversidad étnica y de género suelen obtener beneficios financieros más favorables.
El COVID-19 ha puesto de relieve las cuestiones sociales. Creemos que las empresas que no las habían gestionado bien tardaron más en adaptarse a la nueva situación, sus trabajadores sufrieron más y las huelgas también fueron más frecuentes.
Las consecuencias para el bienestar de los trabajadores difieren considerablemente según el sector, la jurisdicción y la naturaleza de los empleos y pueden distinguirse en tres categorías:
1. Empresas orientadas al cliente: estas pueden dividirse entre las que prestan servicios esenciales y las que no. Entre los principales riesgos para los trabajadores esenciales figuran el aumento de la exposición al virus y la seguridad general, mientras que los trabajadores no esenciales tienen más probabilidades de perder su empleo, en particular en caso de falta de continuidad en la cadena de suministro una vez que la empresa pueda volver a funcionar.
2. Empresas en las que es posible trabajar desde casa: las preocupaciones de los trabajadores de cuello blanco que trabajan desde casa están principalmente relacionadas con la productividad de la fuerza de trabajo, exacerbadas por las limitadas opciones de cuidado de los niños, ya que los padres hacen malabarismos con el trabajo y la educación en el hogar. En particular, se ha informado de que las mujeres están asumiendo una parte desproporcionada de los cuidados en muchos hogares.
3. Impactos más amplios en la cadena de suministro y consecuencias para los trabajadores: ante una demanda sin precedentes de algunos productos y una caída en picado de la demanda de otros, los efectos negativos en las cadenas de suministro incluyen la cancelación de contratos, la prolongación de los plazos de pago y, por tanto, la pérdida de liquidez para pagar los trabajos ya realizados, la pérdida de millones de empleos, la falta de trabajadores adecuados y la presión de los compradores con ventas en curso para que reabran las fábricas.
Nuestro enfoque de compromiso
En marzo de 2020, BMO Global Asset Management publicó una declaración sobre «Expectativas de prácticas sociales», en la que esbozamos nuestras expectativas básicas en torno a las cuestiones sociales, sobre la base de tres pilares principales: el respeto a los derechos humanos, la defensa de los derechos laborales y la salvaguardia de la salud pública. La declaración también abarca otros aspectos, algunos especialmente relevantes como parte de nuestra respuesta de compromiso ante el COVID-19:
– Provisión de un entorno de trabajo saludable y seguro
– Salarios justos
– Conducta empresarial responsable (incluida la transparencia fiscal)
– Compromiso efectivo de los interesados
– Respeto de la libertad de asociación y de la negociación colectiva
El compromiso en las respuestas ante el COVID-19 forma ahora parte de nuestro diálogo diario con las empresas. Dependiendo de la empresa, la región y el sector, pedimos medidas en áreas como:
– Salud y seguridad en el trabajo, incluyendo el suministro de equipos de protección
– Licencia pagada por enfermedad, especialmente en lugares como EE.UU., donde no hay un mandato gubernamental
– Trabajo en turnos flexibles para los que no pueden trabajar desde casa/a distancia
– Flexibilidad y ajuste de las expectativas para el personal que trabaja desde casa y se ve afectado por el cierre de guarderías
– Pagar las primas de los trabajadores que se consideren esenciales
– Apoyo a la salud mental
El compromiso con la gestión de la cadena de suministro ha sido más difícil, ya que la transparencia es muy limitada. Siguen apareciendo informes especialmente preocupantes en la industria textil: los compradores no se atienen a los contratos existentes; el distanciamiento físico no es una opción en fábricas abarrotadas; los salarios están disminuyendo; y los plazos de pago se prolongan, lo que deja a las empresas sin dinero suficiente para pagar a su personal. Esto significa que una vez que la pandemia esté bajo control será más difícil para los productores recoger los pedidos.
Por otra parte, en los comercios de alimentación, nos ha gustado ver que se han desplegado importantes medidas de seguridad en las tiendas casi universalmente, aunque generalmente con un retraso de dos semanas desde el inicio del confinamiento.
Se ha proporcionado apoyo adicional a los empleados tanto en términos monetarios -aumento de la paga por hora (por ejemplo, Dollar Tree) y bonus únicos (Walmart)- como de bienestar general, a través de licencias por enfermedad (Loblaw) y un mayor apoyo a la salud mental (Tesco).
Algunas de las medidas adoptadas por los comercios minoristas -como los horarios de compra prioritarios para las personas vulnerables (Dollar General) y los trabajadores clave (Costco), la mejora de las opciones de entrega para las personas aisladas (Tesco) y los actos filantrópicos (Walmart)- van más allá del ámbito de las cuestiones laborales y han servido para mejorar la reputación y la confianza de los consumidores de estas marcas en tiempos tan inciertos.
Tribuna de Nina Roth, directora de inversión responsable, y Tim Bonds, analista en BMO Global Asset Management