Tras el estancamiento registrado en 2016, el sector de la biotecnología debería retomar progresivamente la senda de los buenos resultados gracias a unos prometedores nuevos productos.
Las cotizaciones de las empresas del sector biotecnológico describieron una fuerte trayectoria alcista entre 2012 y finales del tercer trimestre de 2015, periodo a partir del cual iniciaron un movimiento bajista que les llevó a perder un 35 % y a tocar fondo a comienzos de julio de 2016. Desde entonces, el índice Nasdaq Biotechnology, el más representativo del sector, ha sufrido muchos altibajos.
Durante estos últimos meses, por dos motivos principales:
- La presión derivada de los planes de Donald Trump para derogar la reforma del sistema de reembolso de los gastos sanitarios aprobada por el anterior inquilino de la Casa Blanca.
- El temor a que el gobierno interviniera los precios de los medicamentos.
No obstante cabe preguntarse ¿Podría esta amenaza realmente influir de forma significativa en la salud financiera de las empresas biotecnológicas? Existen buenas razones para dudarlo.
En EE. UU., los medicamentos apenas representan el 10 % del gasto sanitario y el porcentaje que asume el estado no es más que el 45 % de los reembolsos, corriendo el resto por cuenta de las empresas de seguros de salud privados. Por consiguiente, con independencia de las decisiones que tome la nueva administración estadounidense, su impacto en los precios farmacéuticos será marginal. Los mecanismos de fijación de precios prácticamente no sufrirán cambios y permitirán obtener márgenes muy interesantes en productos que ofrecen una ventaja médica real.
Aunque a más largo plazo los «biosimilares», es decir, las versiones genéricas de los medicamentos creados por la biotecnología, deberían reducir la presión sobre los presupuestos sanitarios, estos no tendrán el mismo efecto que las versiones genéricas de los medicamentos convencionales.
Existen al menos dos razones para ello:
- Por un lado, los productos biotecnológicos son infinitamente más complejos que los medicamentos convencionales y, por lo tanto, resulta más difícil «imitarlos».
- Por otro, los organismos de control de los medicamentos de EE. UU. y Europa exigen a los genéricos ensayos clínicos muy caros, lo que restringe la competencia a la que están sometidas las empresas biotecnológicas.
La innovación constituye la otra variable esencial para evaluar la salud de las biotecnológicas. De la simple pastilla a las proteínas terapéuticas, la tecnología ha evolucionado mucho y hoy día conceptos como los tratamientos genéticos o las células genéticamente modificadas se han convertido en realidad. En el ámbito de la oncología, por ejemplo, la investigación ha permitido pasar de quimioterapias no específicas a tratamientos muy personalizados.
A este respecto, cabe citar a Loxo Oncology, una empresa que ha conseguido identificar la causa de determinados tumores y ha desarrollado un inhibidor específico. Lo mismo ocurre con Clovis, que ha obtenido excelentes resultados en pacientes con cáncer de ovarios gracias a un inhibidor que bloquea una enzima implicada en la reparación del ADN dañado en las células cancerosas. En estos dos ejemplos, estos avances terapéuticos se traducen en importantes subidas de las cotizaciones bursátiles de las empresas.
Desde el punto de vista de la inversión, la valoración del sector biotecnológico se ha situado en un nivel muy razonable tras los reveses de 2016 y, en fechas más recientes, tras el discurso de Trump.
Además, este nivel está protegido por un suelo firme: el que crean las fusiones y adquisiciones, cuyo ritmo debería mantenerse. Sin embargo, la marcada dispersión de las rentabilidades de las empresas del sector exige un enfoque de selección activa.
Habida cuenta de la importancia del factor de la innovación, esta selección activa debe apoyarse en un conocimiento profundo del proceso de los ensayos clínicos y en la capacidad para evaluar el potencial de las moléculas que se encuentran en los proyectos de investigación de las empresas.
Esta es una de las razones principales por las que nuestro equipo de inversión cuenta con dos científicos que son capaces de seguir y analizar los flujos de información relacionados con la investigación y el desarrollo en biotecnología.
En el plano de la inversión propiamente dicho, y dado que el sector es muy volátil, la diversificación es especialmente importante. Esta diversificación se materializa tanto en la elección del universo de inversión como en el diseño de la cartera.
- El primero es lo más amplio posible y no se limita a uno o varios ámbitos terapéuticos: la inversión está enfocada hacia el progreso clínico cuando este está en disposición de cambiar el paradigma del tratamiento, independientemente de la patología a la que se aplique.
- En lo que respecta al diseño de la cartera, se realiza un primer filtrado para eliminar las empresas cuya capitalización bursátil es inferior a 100 millones de dólares y después la selección se centra en dos tipos de valores claramente diferenciados: por un lado, empresas de gran capitalización del sector que aporten cierta estabilidad a la cartera y, por otro, empresas en las primeras etapas de su desarrollo que encierren un potencial importante y puedan generar grandes rentabilidades. Esta filosofía de selección y construcción, combinada con un horizonte de inversión de entre tres y cinco años, ha resultado ser muy beneficiosa hasta ahora, ya que ha permitido batir regularmente al índice en un universo biotecnológico en expansión.
Columna de Candriam escrita por Rudi van den Eynde, responsable de Renta Variable Global Temática