Las megatendencias de comida orgánica y food revolution tienen que ver con los cambios que propician las diferencias intergeneracionales en las formas de hacer cosas que son inherentes al ser humano, en este caso, tan vital como respirar: ¿cómo nos alimentamos?
Históricamente la humanidad ha vivido periodos de escasez de alimentos, esto se ha debido a la naturaleza de la producción (sequías, malas cosechas, etc) o por una negligente gestión (guerras, colectivización de las tierras, etc). El acceso a la tierra y a los alimentos ha sido la principal fuente de riqueza hasta mediados del siglo XIX en los países que iniciaron la revolución industrial. La opulencia de las capas poderosas de la sociedad se mostraba en fastuosos banquetes, con abundante aporte calórico.
Los avances tecnológicos de la primera mitad del siglo XX, unido al fin de las guerras mundiales, trajeron una época de prosperidad en las sociedades desarrolladas que, apoyadas por el mayor rendimiento de los cultivos, y supusieron el fin de las hambrunas en dichos países. La democratización de la comida preparada, fue un signo de avance en la sociedad, apoyando la emancipación de la mujer en su integración en el mundo laboral.
Todos estos avances han traído efectos secundarios no deseados; abuso de químicos en la producción agraria para incremento de la productividad, de químicos en los ingredientes (colorantes, conservantes, potenciadores de sabor, “E-XXX”, etc), de azúcares, de grasas hidrogenadas para texturizar y aumentar la vida de los alimentos procesados, por nombrar algunos.
La falta de tiempo en nuestras vidas para dedicárselo a la alimentación, unido a una industria que fabrica productos, no alimentos, ha llevado a percibir una desconexión entre nuestra comida, sus ingredientes y el proceso natural que hay detrás. Esta desconexión y el deseo de cambiarla es una tendencia de consumo que inicia el grupo generacional millennial, que continúa con Gen Z.
Dentro del mundo de comida orgánica y food revolution podemos incluir varias líneas que estarían expuestas a esta cesta. En primer lugar y de forma obvia, las compañías de comida orgánica y en segundo lugar podemos incluir las compañías de ingredientes que, por un lado, ayudan a reformular productos ya conocidos con ingredientes sin químicos, y por otro lado proveen los ingredientes para una nueva forma de consumo de proteínas de origen vegetal.
En relación a la primera línea temática, diversos estudios aseveran que la comida orgánica ofrece menor exposición a pesticidas, al Cadmio (elemento tóxico para los humanos), a antibióticos y ayuda a combatir la obesidad por mayor aporte de grasas Omega3. Los beneficios que esto trae están relacionados con el desarrollo del sistema nervioso en el embarazo, con menor propensión a linfomas, enfermedades cardiovasculares, diabetes y a reducir la resistencia bacteriana.
La segunda línea, la de ingredientes especializados, hablamos de un mercado de alrededor de 130.000 millones de dólares. Suponen un 3% del valor total del mercado de alimentación y bebida global, sin embargo son claves para el sabor, la textura, el color y los aditivos nutricionales del alimento, es decir son componentes esenciales en sus características. Aquí las compañías de ingredientes especializados ayudan a eliminar químicos y sustituirlos por aquellos de origen natural, manteniendo textura y sabor, limpiando y simplificando las etiquetas de tal forma que los consumidores identifiquen mejor qué es lo que realmente están comiendo.
Nuestro fondo BBVA Megatendencia Demografia mantiene una línea de inversión en la temática de cambios en la alimentación. Si bien es complicado posicionarse en la cadena valor de la comida orgánica (algunos ejemplos de cadenas de distribución o de productores existen ahí afuera), sí que existe un ecosistema de compañías auxiliares en la alimentación, creciente y con buena presencia en mercados cotizados que proveen de ingredientes especializados que permiten a grandes productores a alcanzar el objetivo de ofrecer productos más identificables por el consumidor, limpios de químicos y saludables.
Tribuna elaborada por Carlos López Jimenez, Equipo Renta Variable en BBVA Asset Management