En las últimas semanas los bancos centrales han llevado a cabo varios movimientos destacados en distintos mercados. El pasado mes, la Reserva Federal de Estados Unidos elevó los tipos de interés por tercera vez este año, una medida ampliamente esperada. Los miembros del Comité Federal de Mercado Abierto continúan trabajando con el supuesto de una subida adicional de este en lo que queda de 2018, tres en 2019 y una en 2020, que es aún más de lo que espera el consenso del mercado.
En Europa, Mario Draghi, el presidente del Banco Central Europeo, causó revuelo en los mercados financieros al afirmar que esperaba una recuperación «relativamente fuerte» de la inflación subyacente como resultado de un mercado laboral más fuerte. Sin embargo, esta declaración no fue confirmada por las últimas cifras de inflación, que se situaron por debajo de las expectativas.
En este escenario, el dólar estadounidense terminó el mes de septiembre prácticamente sin cambios frente al euro, aunque hubo cierta volatilidad subyacente. Recordemos que el dólar venía de apreciarse en agosto como resultado de las tensiones de ciertos mercados emergentes y en septiembre subió frente al euro a consecuencia del debilitamiento que las incertidumbres relacionadas con los presupuestos italianos causaron a la moneda única.
Más al norte, el Banco de Noruega aumentó su tasa de corto plazo en 25 puntos básicos por primera vez desde 2011, siguiendo las directrices dadas a principios de este año. La entidad se mantuvo muy cautelosa en su perspectiva sobre futuras subidas de tipos. La corona noruega subió, después de que el banco central elevara los tipos y apoyara un alza en el precio del petróleo. Además, la corona sueca, en gran medida, ha seguido su ejemplo.
Los bancos centrales de los mercados emergentes que habían sido atacados e intervinieron para estabilizar la situación. Así pues, el Banco Central de la República de Turquía sorprendió a los mercados con una subida de tipos mayor a la esperada (de 625 puntos básicos al 24%), a pesar de las objeciones del presidente Erdogan a esta medida. De esta manera, el organismo demostró que sigue siendo algo independiente de la interferencia política.
Por otro lado, Rusia elevó las tasas de interés por primera vez en cuatro años, sumando 25 puntos básicos hasta llegar al 7,5% para respaldar su moneda, que también está sufriendo debido a las depreciaciones de las divisas de los mercados emergentes y las sanciones impuestas por EE.UU.