Quizás, una buena forma de comenzar a explicar cómo somos en Baillie Gifford y qué hacemos, sería explicar lo que no somos. No somos inversores pasivos que piensan que el mercado es eficiente y que los precios actuales de las acciones reflejan las perspectivas futuras de las empresas. Ni tampoco creemos que las decisiones de inversión se puedan tomar solo con números, incluso aunque se empleen modelos financieros y algoritmos complejos. La gestión pasiva tiene su razón de ser porque ofrece acceso al mercado a bajo coste y, ha demostrado, además, que de media, ofrece mejores resultados después de deducir las comisiones que la inmensa mayoría de los gestores activos.
Sin embargo, la gestión pasiva tiene poco que ver con el proceso de asignación de capital a empresas innovadoras que nosotros hacemos. Tampoco somos un gestor activo típico; creemos que este término se ha convertido en una descripción comodín que resulta muy poco útil para los inversores. Muchos gestores de fondos se han adueñado de esta expresión de “gestión activa”, porque piensan que este término sugiere “actividad”, mientras que para Baillie Gifford significa, simplemente, que la inversión no reproduce un índice. Y la realidad es que gran parte de la actividad de la gran mayoría de gestores “activos” está más relacionada con tratar de superar a otros inversores mediante especulación a corto plazo, que con lo que de verdad importa que es la asignación de capital a largo plazo, dando paciencia a las compañías para que desarrollen todo su potencial. De hecho, creemos que definir únicamente “activo” como diferente de un índice es empezar con mal pie. Esta es la razón por la que la mayoría de los inversores activos no consiguen ofrecer rentabilidades superiores a las de las estrategias de inversión pasivas a largo plazo; ya que ni siquiera están tratando de hacer el trabajo fundamental de un inversor, que es aportar capital a compañías de alto valor añadido para sus proyectos a largo plazo.
Algunos ven el fracaso colectivo de la gestión activa como un argumento para abrazar la gestión pasiva. Nosotros, en cambio, vemos esta situación como una oportunidad para seguir insistiendo en nuestro propósito original de desplegar el capital de los clientes en actividades tangibles que generen beneficios. Por eso creemos que la labor que realizamos en Baillie Gifford es “inversión verdadera” en proyectos de largo plazo, y es muy distinta de la labor de la gran mayoría de gestores llamados activos.
Nos centramos en lo que realmente importa. Invertir de verdad (con mentalidad industrial y productiva, y no especulativa) no es fácil en un mundo en el que las noticias están disponibles las 24 horas del día y donde la complejidad y el ruido se confunden con el juicio racional. Requiere la determinación de centrarse únicamente en lo que realmente importa, pensar de forma independiente y mantener una perspectiva a largo plazo. Requiere la voluntad de ser diferente, aceptar la incertidumbre y contemplar la posibilidad de equivocarse. Sobre todo, requiere un rechazo de la actual creencia popular que ha llevado a nuestro sector por el mal camino: la gestión de inversiones no es una cuestión de potencia de procesamiento, negociación y velocidad. Se trata de imaginación, creatividad, y de ser capaz de ver lo que una empresa puede crear a largo plazo, así como de trabajar de forma constructiva en nombre de nuestros participes con personas y empresas que nos inspiran y que tienen mejores ideas que nosotros.
Baillie Gifford es una empresa privada no cotizada, propiedad exclusiva de sus socios. Este aspecto constituye la piedra angular de nuestra filosofía: no tenemos imperativos comerciales a corto plazo ni accionistas externos que nos distraigan. Solo tenemos que hacer lo mejor para nuestros clientes, y eso es lo que ha sostenido nuestro negocio durante más de 110 años.
Creemos que nuestro enfoque de inversión no solo ofrece buenos resultados a los inversores, sino que también contribuye al desarrollo de empresas excelentes que satisfagan las necesidades y deseos de las personas, beneficiando así a la sociedad en su conjunto. Invertir de forma responsable a largo plazo no es incompatible con ofrecer rentabilidad a nuestros clientes, sino que es parte intrínseca del proceso.
Tribuna de Stuart Dunbar, socio de Baillie Gifford.
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