Aunque creemos que la eurozona ya no está en la lista de «pacientes críticos», su salud sigue siendo frágil, tal como demuestran los anémicos datos de crecimiento del primer trimestre (-0,2% intertrimestral). Los países del «núcleo» de Europa también han dado muestras de dificultades económicas: Francia se contrajo un 0,2% y el crecimiento de Alemania fue muy débil, un 0,1%. Los problemas estructurales subyacentes y los desencuentros políticos en la región también invitan a la prudencia. Las agonizantes negociaciones sobre el rescate de Chipre suponen que los inversores no deberían pasar por alto los riesgos que encierra el sistema bancario europeo. Las voces de protesta en la periferia siguen haciéndose oír; en Grecia, el partido de Izquierda Democrática abandonó la frágil coalición del país tras una discusión sobre el futuro de la televisión estatal.
Tras sopesar los riesgos, hemos infraponderado Europa
Aunque el crecimiento del dinero real apunta, tal vez, a un panorama ligeramente más alentador que el previsto por el consenso, y las medidas de valoración parecen favorables, no estamos totalmente convencidos de que los fundamentales vayan a cambiar lo suficiente como para materializar el potencial de la región. De modo que, tras sopesar los riesgos, hemos infraponderado Europa.
China y los mercados emergentes son un área compleja, y en la que aún no nos sentimos cómodos para comprar. Aunque sus perspectivas de crecimiento no nos preocupan demasiado —a pesar de la ralentización de la producción en China, este país debería seguir creciendo a un ritmo superior al resto del mundo—, sí nos inquieta el hecho de que esta región se haya convertido en un destino popular de inversión en los últimos diez años, pues ello podría saturar el mercado (gráfico 2). Los inversores que tal vez tenían una exposición del 1%-2% a los mercados emergentes a principios de la década de 2000, podrían tener hoy en día hasta un 15-20% de sus activos invertidos en esta región. Sin embargo, algunas de las ventajas que hicieron de los mercados emergentes una inversión atractiva por aquel entonces —divisas débiles y costes laborales reducidos— han perdido fuerza. China ha perdido competitividad en el mundo debido al sustancial incremento de los salarios y la escasez de trabajadores cualificados. Las políticas del Politburó para restringir el aumento de los precios de los inmuebles, así como las drásticas medidas para acabar con el sector bancario «sumergido», apuntan a un camino tortuoso. Los inversores esperarán anuncios más claros sobre la política presupuestaria y los planes de urbanización para estar más seguros de la dirección tomada por la agenda de reformas de Beijing.
Gráfico 2: Flujos de capitales tras la crisis
¿Lento pero seguro?
En el Reino Unido hay quizás más razones para la alegría de lo que la prensa nos hace creer. Aunque el crecimiento ha sido, en el mejor de los casos, moderado (el PIB creció un 0,3% en el primer trimestre), los inversores podrían estar subestimando el impacto de algunas de las iniciativas emprendidas por el Gobierno de coalición para reactivar la economía. La ayuda adicional a los compradores de vivienda a través del programa de financiación Funding for Lending and Help to Buy parece estar animando el mercado de la vivienda. Según las cifras más recientes del Council of Mortgage Lenders (Consejo de entidades de préstamo hipotecario), en mayo los bancos prestaron más dinero a las personas en busca de vivienda que en ningún otro momento desde el otoño de 2008. Al mismo tiempo, la debilidad de la libra esterlina ha resultado bastante beneficiosa para los fabricantes del Reino Unido, que han experimentado una recuperación más fuerte de lo previsto en su actividad. Por último, el cambio de gobernador en el Banco de Inglaterra, por el que Mark Carney tomará el timón, puede tener repercusiones importantes. Es probable que Carney se muestre más tolerante con la inflación a juzgar por sus comentarios sobre el objetivo de PIB nominal. Aunque el Reino Unido ha atravesado un largo periodo en el que la inflación se ha situado por encima del objetivo, ello no ha desestabilizado las expectativas de inflación a medio plazo, lo que significa que Carney podría tener un poco más de margen de lo que piensan algunos para reorientar el mandato del banco hacia el crecimiento y alcanzar la «velocidad de escape».
Columna de opinión de Bill McQuaker, co-director de renta variable y director de Multiactivos de Henderson Global Investors.