En los últimos años, los mercados de renta variable han reflejado las buenas noticias, como la desregulación en EE.UU., el mayor crecimiento del empleo y los salarios y la reciente rebaja fiscal. Sin embargo, el otro lado de la ecuación es que los inversores han cambiado actualmente su atención hacia las malas noticias, como el déficit fiscal de EE.UU., que es el principal catalizador de la reciente venta masiva.
Con el nuevo proyecto de ley fiscal, la administración Trump aumenta el ya insostenible déficit fiscal, y además, se espera que el reciente gran acuerdo presupuestario lo amplíe aún más. El mercado también está intentando digerir la posibilidad –aunque la probabilidad es baja- de añadir estímulos a las infraestructuras, que podrían conducir a un déficit incluso mayor, a menos que los recortes de costes lo compensen.
No obstante, creemos que se pueden encontrar oportunidades en EE.UU. En nuestra opinión, la mejor manera de invertir en renta variable americana es adoptar un enfoque fundamental, bottom-up e invertir en compañías de calidad que cuenten con negocios estables y en crecimiento y que tengan elevados rendimientos del capital, balances sólidos, generación de flujo de caja y ventajas competitivas duraderas.
En resumen, la receta para un crecimiento de los beneficios consistente y sólido. Por este motivo, seleccionamos compañías que creemos que serán resistentes en diversas condiciones de mercado y que permitan que nuestras carteras puedan aislarse del incremento de la inflación debido al poder de fijación de precios y la rentabilidad de los negocios de las empresas en las que invertimos. En este entorno de aumento de la volatilidad, confiamos en el posicionamiento de nuestra cartera.
Una mirada atrás
Actualmente hay en el mercado bastantes participantes que carecen de experiencia o que han olvidado los vaivenes de los ciclos, ya sea como resultado de la rotación de los traders en las firmas, porque los ordenadores se han apoderado de los mercados durante la última década, o debido a un cambio generalizado hacia inversores con una formación más sólida en programación que en historia financiera.
En nuestra opinión, esto algo que sucede durante una crisis. Retrocedamos a la burbuja tecnológica del año 2000 cuando las valoraciones aumentaron y anteriormente a la burbuja de las nifty fifty, o a la crisis financiera global de 2008, cuando los inversores no prestaron atención a los préstamos bancarios o la necesidad de estándares de crédito de buena calidad. En el entorno actual, por muy eficientes que sean los mercados, los inversores necesitarán renovar su enfoque sobre qué significan los déficits para los tipos de interés si los bancos centrales ya no son grandes compradores, o también teniendo en cuenta el impacto de unos tipos de interés ligeramente más altos en un entorno inflacionista.
Los inversores pueden intentar gestionar la inflación con instrumentos macroeconómicos, como las rotaciones en la asignación de activos. Sin embargo, creemos que lo que importa en un entorno de inflación es la calidad de las empresas en la cartera – cómo se ven afectadas por los salarios, la contribución de las materias primas, etc. – y cuánto poder de fijación de precios tienen, el cual procede de la estructura del mercado y de sus ventajas competitivas.
Y en última instancia, los fundamentales son importantes y hemos estado en un entorno donde los fundamentales no han sido tan importantes. La verdadera clave para gestionar los mercados actuales es regresar tanto a los fundamentales de las compañías como a los fundamentos básicos de la inversión.
Matthew Benkendorf es CIO de Quality Growth, boutique de Vontobel AM.