Creo que es justo decir que la confianza hacia China, y por extensión, hacia Asia, dentro de la comunidad de inversores de Estados Unidos, está bastante polarizada. Mientras algunos ven oportunidades en la debilidad vista en la segunda mitad del año, las dudas sobre la realidad de las recientes cifras de crecimiento y la ansiedad sobre la ralentización de la economía china ha provocado a otros inversores un gran temor por el papel de China como factor determinante de la deflación en la economía mundial. Creo que esta cautela se refleja en los inversores de todo el mundo, aunque que el grado de malestar con China y Asia es quizás menos agudo en Europa. Mientras que los inversores de Asia parecen ser mucho más optimistas sobre sus propias perspectivas de crecimiento a largo plazo, en general los inversores están todavía en modo cauto de «esperar a ver qué sucede».
No es difícil ver por qué. De hecho, sólo vamos a enumerar los vientos en contra a los que se enfrenta Asia a corto plazo: la perspectiva de un mayor ajuste de Estados Unidos de su política monetaria; la desaceleración del crecimiento nominal; los bajos márgenes y el decepcionante crecimiento de los beneficios; la fortaleza del dólar y la debilidad de las monedas locales; el aumento de los diferenciales de crédito y el pobre impulso en los mercados de renta variable. Y todo esto sucede en un momento en que las valoraciones, aunque no son caras, no pueden considerarse como baratas en términos absolutos. Es comprensible esperar algún evento o alguna mejora antes de cambiar volverse más positivo. Y es racional asumir que las tendencias actuales van a persistir mientras los inversores tratan de predecir el futuro a corto plazo.
Ahora, déjenme sugerir que contamos con algunos datos que deberían permitirnos tener más confianza sobre la capacidad de Asia para capear las fuerzas deflacionistas mundiales. En primer lugar, las cuentas corrientes en Asia son en general positivas. Eso significa que los países asiáticos están ahorrando más a nivel nacional de lo que invierten en el país. De esta forma, son relativamente menos dependientes del capital extranjero. Hay algunas excepcionescomo la India o Indonesia.Peroincluso en estos casos, la dependencia de los mercados de capitales en dólares se ha reducido drásticamente en los últimos años. En segundo lugar, las tasas de inflación son bajas en gran parte de la región (de nuevo Indonesia y la India son excepciones) y esto significa que los políticos de Asia tienen mucho margen para compensar los impulsos deflacionistas, ya sea a través de la política monetaria, del gasto público o de recorte en los impuestos. La vuelta a un contexto de mayor inflación aliviaría un poco la presión sobre los márgenes, los beneficios y las valoraciones.
La pregunta es: ¿Estamos viendo señales de alguna respuesta de este tipo por parte de los gobiernos? Creo que si. La primera es la repuesta natural de los mercados: el ajuste de precios. Ante las presiones deflacionistas de Estados Unidos, la más obvia es que las divisas de Asia se han tensionado. Hemos asistido a descensos agudos se han circunscrito a las divisas ligadas a la evolución de los precios de las materias primas como el ringgit de Malasia y la rupia indonesia. En otros países, la moderada caída de las divisas (ni mucho menos tan graves como las vistas en América Latina) ha actuado como una especie de válvula de presión para proteger el empleo doméstico y mantener la demanda interna. Aunque se trata de un lastre para las rentabilidades de los activos denominados en dólares estadounidenses y (en menor medida) en euros, el hecho de que las monedas hayan sido capaces de actuar como estabilizadores de la demanda muestra el gran progreso realizado por Asia desde finales de los 90.
En segundo lugar, tenemos la respuesta activa de los responsables políticos. En la India, el banco central a conseguido con éxito reducir las tasas de inflación subyacente sin que esto tenga un impacto demasiado severo en los beneficios. En China, estamos viendo cómo las autoridades siguen con sus reformas del sistema financiero, y apoyan el mercado inmobiliario. Por su parte, Japón continúa también con su reformas estructurales. Así que frente a la deflación estadounidense, los tres gigantes de Asia parecen estar respaldando medidas en la otra dirección. El grado de equilibrio es quizás aún pequeño. Pero tras hablar con clientes e inversores en la región creo que no hay una gran crisis de liquidez. De hecho, si la aguda reacción aguda bajista a la devaluación del renminbi chino a mediados de 2015 nos ha enseñado algo, es que, a raíz de la caída de las bolsas, las valoraciones emergieron rápido y los compradores se apresuraron a entrar en los mercados.
Gasto de la clase media
En este contexto, las perspectivas de crecimiento a largo plazo de Asia todavía tienen buena pinta. Las altas tasas de ahorro, la gran base de fábricas, las reformas de los gobiernos en el plano financiero, legal y corporativo significa que Asia debería seguir invirtiendo y creciendo a tasas más altas que el resto del mundo. Con el tiempo, esta inversión continuará aumentando los salarios reales en toda la región. Esta tendencia no sólo apoyará las divisas y el crecimiento, sino que también puede dar lugar a grandes cambios en los hogares de Asia. La región representará dos tercios del gasto global de la clase media en 2050. Creemos que este es sólo el comienzo de un crecimiento sostenido que ayudará a generar beneficios a quienes faciliten este revolucionario cambio en el estilo de vida: las marcas de consumo, los restaurantes, el ocio, los medios de comunicación, los seguros, el sector inmobiliario, la banca de consumo y la gestión de patrimonios. En la industria, los equipos de automatización y el software ayudarán a las empresas compensar los salarios más altos. El aumento del gato público y privado en salud, en el medio ambiente, y el bienestar general abrirán nuevas oportunidades para las empresas que creen ventajas competitivas y aumenten las ganancias y la rentabilidad para los accionistas.
A la luz de estas tendencias, debemos recordar el entorno monetario que domina nuestra visión y los titulares de los medios: ¿Cuándo volverá la Fed a subir los tipos de interés y en qué cantidad? Aunque es importante a corto plazo, en el actual entorno esto sólo distrae nuestra atención de los verdaderos cambios económicos que están pasando casi desapercibidos ante nuestros ojos. Dicho esto, sin embargo, tenemos que admitir que es probable que 2016 sea un año histórico en Estados Unidos tras la subida de tipos de interés llevada a cabo por la Reserva Federal en diciembre.
Dentro de Asia, nuestro objetivo sigue siendo las empresas que respaldarán las tendencias de crecimiento en la economía real, en todos los países. Sin embargo, es cierto que algunos países parecen actualmente más fértiles al análisis corporativo que otros. En lo que respecta a las valoraciones, la India parece bastante cara, con un crecimiento de los beneficios decepcionantes y un montón de expectativas no cumplidas sobre las reformas del primer ministro. En China, las valoraciones son mucho más razonable, incluso partes del mercado de Hong Kong parecen baratas. Y tras un difícil 2015, la ASEAN ofrece nuevas oportunidades. Japón, al menos, ofrece un valor y una cierta esperanza de mejores rendimientos empresariales, aunque hay que tener cuidado con exagerar demasiado los efectos que puede tener la tercera flecha de Abe.
En general, espero con ganas el 2016. A pesar de que los vientos en contra son considerables, las empresas asiáticas parecen estar capeando el temporal, y mientras mantengamos nuestra visión en el largo plazo, el ambiente de inversión debería ofrecer algunas buenas oportunidades.
Robert J. Horrocks es CIO y portfolio manager de Matthews Asia.