Tesla ha presentado su prototipo de robot humano, Optimus. Este robot, con apariencia humana, es capaz de caminar sobre una superficie plana, moverse a imagen y semejanza de un humano, transportar y trasladar cargas pesadas (por ejemplo, un gran paquete); lo que permite a Tesla reafirmar su propuesta de valor: ser capaz de producir en masa (millones de unidades) y vender por menos de 20.000 dólares cada uno, un robot con forma humana capaz de realizar, inicialmente, tareas sencillas pero pesadas para nosotros.
El gran avance tecnológico de Tesla debe ser puesto en perspectiva. Hasta ahora, la producción masiva de robots se limitaba a robots con forma no humana que se limitaban a los circuitos cerrados de: automatización de fábricas (empresas japonesas como Fanuc, Yaskawa o estadounidenses como Teradyne, por ejemplo) o consumo masivo (aspiradoras de la empresa iRobot, que está en proceso de ser comprada por Amazon, por ejemplo). No obstante, estas herramientas no están pensados para realizar tareas en ambientes abiertos diseñados para los humanos. Sin embargo, estos nuevos robots con forma humana abren, por tanto, un amplio abanico para la innovación: el de la interacción con los seres humanos.
Aunque los primeros intentos de fabricar y vender robots humanos (el robot Asimo de Honda, el robot Pepper de Softbank) no han tenido éxito, la prudencia sigue siendo necesaria. En este caso, se puede intuir, sin embargo, en el caso de Tesla, y a la vista de su éxito masivo en el vehículo eléctrico (y el que vemos surgir en el vehículo autónomo), que las posibilidades de éxito en esta iniciativa son mucho mayores que las de los intentos anteriores (incluida la polémica iniciativa, pero la más avanzada hasta la fecha, de la empresa Boston Dynamics).
Un hito tecnológico basado en el sector del automóvil
El diseño y la fabricación del robot Optimus se basan en varias líneas de conocimiento en las que Tesla ya ha demostrado su liderazgo mundial en su actividad principal de coches eléctricos y autónomos:
La inteligencia artificial: uno de los factores clave del éxito de una red neuronal compleja es la cantidad de datos (imágenes, vídeos) que le permiten aprender (o «entrenar»). En este sentido, Tesla y su flota de varios centenares de miles de vehículos en circulación equipados con sistemas de conducción autónoma ya cuenta con el mejor algoritmo de este tipo en el mundo.
El grupo estadounidense ha sabido aprovechar esta ventaja reutilizando para su robot humanoide la misma red neuronal de piloto automático que la del vehículo autónomo, pero que ha podido volver a entrenar para las necesidades específicas de sus robots (identificación de objetos, detección de obstáculos).
La red neural de conducción autónoma es la misma que la del vehículo autónomo, pero ha podido ser reentrenada para las necesidades específicas de sus robots (identificación de objetos, detección de obstáculos). En el marco de la aplicación de este robot Optimus, los puntos fuertes de Tesla serán la optimización del consumo energético del robot mediante tres factores clave:
a) La centralización del paquete de baterías en el tórax del robot humanoide con la integración de todas las funciones eléctricas, sensoriales y electrónicas en un único circuito impreso.
b) La limitación asumida de las capacidades sensoriales y móviles de la dirección del robot, (sólo lo necesario).
c) La optimización del tiempo del robot. Todos los componentes necesarios para la fabricación de sus robots ya cuentan con líneas de producción específicas en la fábrica del fabricante en Fremont (California), con la máxima reutilización de tecnologías ya utilizadas en la actividad principal del grupo.
La reutilización de soluciones de software de diseño asistido por ordenador (CAD) y de simulación utilizadas en el negocio de la automoción para la división de robots. Así, las simulaciones de pruebas de choque se han sustituido por simulaciones de la caída del robot, pero también de la optimización de los actuadores (hay 28 en el robot en total y uno de ellos es anecdóticamente capaz de levantar una carga de media tonelada, como un piano de cola, por ejemplo) o de todas las situaciones del motor del robot.
¿Qué implicaciones tendrán estos robos para la vida humana?
La visión de Tesla es fabricar un robot que sea útil para el mayor número posible de tareas de la vida cotidiana. Aunque los primeros ejemplos (la versión 1 de Optimus) están relacionados con actividades de gestión empresarial, podemos imaginar fácilmente cómo estos nuevos robots podrán asegurar y mejorar nuestra sociedad en los ámbitos, por ejemplo, de la asistencia a las personas mayores, los discapacitados o incluso la protección y seguridad de los niños. Las perspectivas en términos de entretenimiento también son importantes (la silueta humana y las habilidades motrices de estos robots ofrecen un gran potencial aquí).
Aunque estos aún no están dotados de funciones para conversar, hay que imaginar que en un futuro próximo lo estarán. En este sentido, el espectro funcional que puede proporcionar la conversación es muy amplio: combatir el aislamiento de las personas mayores, las personas vulnerables o las personas con discapacidad.
El siguiente paso será equipar a estos robots con funciones cerebrales y emociones, lo que abrirá el camino a diversas aplicaciones, sobre todo en el campo artístico y la creación de contenidos.
En última instancia, es probable que un día estos robots estén dotados de una inteligencia artificial consciente y que entonces se conviertan en algo más humanizado que los robots.
Por último, desde una perspectiva económica y social más general, la llegada de estos nuevos agentes económicos podría modificar los contornos y la definición del PIB, creando una sociedad más abundante y segura en cuanto a la puesta a disposición del mayor número de productos y servicios.
Tribuna elaborada por Brice Prunas, gestor de inteligencia artificial en Oddo BHF AM.