En un artículo publicado en marzo de 2019, describimos la posibilidad de un escenario ‘melt-up’ si los bancos centrales mundiales tuvieran mano dura en sus compras de activos e inyecciones de liquidez. Ese fuerte repunte podría caracterizarse por una excesiva liquidez persiguiendo a muy pocos activos invertibles, lo que daría lugar a marcados movimientos al alza en los precios de las acciones y los bonos. Es muy probable que ese resultado repercuta principalmente en los activos de las principales empresas estadounidenses.
Entonces, ese escenario parecía improbable a la luz de la política monetaria restrictiva llevada a cabo por la Reserva Federal. La Fed estaba reduciendo su balance, retirando la liquidez que había puesto a disposición durante sus programas de compra de activos o «Quantitative Easing» (QE) 1, 2 y 3. Esta restricción monetaria, junto con las subidas de los tipos de interés de 2018, hacía que el escenario de ‘melt-up’ fuera una posibilidad muy lejana.
Sin embargo, desde marzo de 2019, la política monetaria de la Fed ha sido completamente revertida, lo que ha provocado un aumento significativo de los precios de los activos. Tres reducciones de los tipos de interés e inyecciones masivas de liquidez en el mercado de repos de EE.UU., rociadas con una dosis de compras de bonos del Tesoro, han servido para tranquilizar al mundo financiero, que apenas un año antes se encontraba desestabilizado por los acontecimientos. Además, los inversores, marginados por la política monetaria de la Fed de 2016 a 2018, están volviendo a comprar activos estadounidenses.
A esto se suma que la salud financiera de las grandes empresas estadounidenses ha contribuido al alza de los mercados. Los precios de las acciones han subido gracias al generoso pago de dividendos y a la recompra de acciones. Además, las empresas ricas en efectivo han reducido sus necesidades de préstamos externos, disminuyendo así su huella de bonos en los mercados. La reducción de la cantidad de acciones y bonos de bluechips estadounidenses, que afrontan una marcada demanda de los inversores, explica en parte su rendimiento positivo en 2019. También es un buen augurio de un potencial incremento de los precios en el futuro.
Una posible «nube en el horizonte» que podría perturbar los mercados financieros de EE.UU. en el futuro es un déficit federal significativo, que se suma a la deuda colosal de la nación año tras año. A pesar de esto, el apetito por los bonos del Tesoro de EE.UU. sigue siendo fuerte.
¿Por qué? Aparte del actual programa de compra de activos de la Fed, una explicación es la falta de deuda soberana en otras partes del mundo, que está llevando a los inversores internacionales a los bonos del Tesoro estadounidense. El Banco Central Europeo (BCE), por ejemplo, es dueño del 40% de los bonos soberanos de la zona euro. Esta institución está expulsando mecánicamente a sus propios inversores locales (que necesitan bonos gubernamentales) para buscarlos en otras partes del mundo. En Japón, la situación es aún peor.
La política de tipos de interés negativos que se aplica en Europa y Japón también tiene que ver con que el capital de estas regiones está buscando desesperadamente retornos positivos. La oportunidad de invertir en cualquier activo en dólares en Estados Unidos, incluida la deuda pública, cada vez está siendo más elegida. Por tanto, los mercados estadounidenses están siendo apoyados por los flujos de capital internacional que vienen del extranjero.
El reciente incremento en los mercados de EE.UU. puede atribuirse al cambio de la política monetaria de la Fed, a la salud económica de las grandes empresas estadounidenses y a los flujos de capital que llegan del extranjero. ¿Qué podría decirse entonces sobre la posibilidad de un escenario ‘melt-up’?
Como moneda de reserva mundial, el dólar estadounidense cuenta con una ventaja muy específica. Sigue siendo el refugio seguro al que acudir cuando se afronta una incertidumbre mundial significativa. Además, los mercados de acciones y bonos de EE.UU. son los únicos mercados financieros lo suficientemente profundos como para acomodar una gran parte de los ahorros internacionales. (Los refugios tradicionales como el oro o los francos suizos son demasiado pequeños para absorber estos flujos de capital potenciales).
Si alguna vez el mundo se encuentra expuesto a riesgos geopolíticos, sanitarios o financieros importantes, podría aparecer una bandada de inversores mundiales para adquirir divisas y activos en dólares estadounidenses. En tal escenario, ese ‘melt-up’ podría convertirse en mucho más que una posibilidad hipotética.
Tribuna de Steven Groslin, gestor e integrante del comité ejecutivo de ASG Capital