El “Plan Sandleris”, que oficialmente entró en vigencia el pasado 1 de octubre, está cumpliendo su primer mes de vida. El núcleo central de este programa monetario es utilizar un crecimiento nominal 0% de la base monetaria como ancla de expectativas contra la inflación y la devaluación del peso.
En este primer mes transcurrido, no podemos analizar el resultado el mismo considerando solamente la evolución del dólar en forma aislada ya que haríamos una lectura errónea de la situación.
¿Es bueno que el dólar permanezca en una relativa calma? Sí.
¿Es sostenible esta calma? No lo sabemos.
¿El BCRA tendrá que salir a comprar dólares en la banda inferior? Lo veo muy poco probable.
El pasado martes el dólar mayorista de referencia cerró en la zona de 36,61 pesos, “apenas” un 4,7% por encima de la banda inferior establecida por el BCRA, en 34,97 pesos considerando el ajuste pertinente. Para que se pueda dar una apreciación del peso aun mayor, que lleve a la autoridad monetaria intervenir en la punta compradora, debe haber un shock de confianza que genere un ingreso de capital importante del exterior para aprovechar las súper tasas en pesos.
De cortísimo plazo, hay factores que pueden ayudar a esa tendencia, como ser el ingreso de fondos a la región tras la victoria de Bolsonaro a Brasil o una reversión de los flujos de capitales hacia los emergentes a nivel general.
Pero desde el punto de vista de la dinámica propia de Argentina, persisten dudas. Y esto tiene que ver con la actual forma de absorber los pesos sobrantes en el sistema que está llevando adelante el BCRA mediante las Letras de Liquidez (LELIQ).
Estas letras, con vencimiento de 7 días, son las que utiliza el BCRA para absorber o expandir la cantidad de dinero de acuerdo a sus objetivos de base monetaria. Y la interacción con estos instrumentos se realiza contra los bancos, no con otros inversores NO bancarios.
De esta manera, las Leliq sólo están disponibles para los bancos y no para inversores distintos. En promedio, la tasa de interés anual de las Leliq se encuentra en torno a 72% anual, aunque la tasa efectiva es superior al 100%.
Además del incentivo de la tasa de interés, los bancos se ven atraídos para colocar su dinero aquí por otro motivo adicional: pueden integrar una parte de los encajes obligatorios por sus depósitos en Leliq, de manera tal que ese dinero, antes no remunerado, ahora le genera intereses.
Así, esto tuvo un impacto ascendente en la tasa de interés que las entidades pagan por plazos fijos mayores a 1 millón de pesos, conocida como la tasa Badlar. Al día viernes, la misma se ubicó en un nivel récord para la era Cambiemos, en el orden del 50% anual.
Este nivel de tasa de interés es suficiente para seducir a los grandes ahorristas a invertir en plazos fijos con un retorno que a priori estaría por encima del nivel inflacionario, permitiendo mantener el poder adquisitivo del capital.
Sin embargo, la pregunta que se hace el mercado hacia adelante es cuan sostenible es este delicado equilibrio con los actuales niveles de tasas de interés.
En este sentido, la mayor duda recae sobre la salud del balance del Banco Central. Durante todo el año en curso, la mega devaluación y el desarme de Lebac permitieron que los pasivos remunerados en dólares de la entidad bajen abruptamente. Así, el stock de Lebac país de ser 65.000 millones de dólares a apenas 10.000 millones de dólares actualmente.
Pero en paralelo, durante los últimos días ha venido creciendo exponencialmente el stock de Leliq (línea roja) que ya tiene un peso mayor al de las Lebac y esta tendencia continuará, sobre todo por la elevada remuneración que otorga.
Si tomamos el stock promedio de Lebac que había este año, cerca de 1.167.871 millones de pesos, eso generaba un pago de intereses anual de 405.000 millones de pesos a la tasa promedio Si tomamos el stock de Leliq actual y hacemos el mismo ejercicio a la tasa vigente, los intereses a pagar en un año serían en torno a 330.000 millones de pesos.
Esto implica que se cambió la bomba de Lebac por la bomba de Leliq.
Los números dejan a las claras que es imposible pagar estos niveles de tasas de interés por mucho tiempo hacia adelante. Veremos si el anclaje de expectativas es lo suficientemente fuerte en los próximos meses para ir desactivando esta tasa de interés que está intoxicando al balance de la autoridad monetaria en particular y a toda la economía argentina en general.
Diego Martínez Burzaco es director de MB Inversiones