Chipre está precioso en esta época del año. Tras los largos meses de invierno, los brotes verdes empiezan a emerger con la primavera marcando el tiempo de nuevos comienzos. Quizás preparándose para que Mario Draghi, presidente del Banco Central Europeo (BCE), elija la isla para dar a conocer la mejora de sus previsiones de crecimiento para la zona euro. Tras años de sufrir niveles de crecimiento cercanos al estancamiento se estima que el PIB aumentará un 1,5% este año y un 1,9% en 2016, frente al 1,0% y 1,5% previstos con anterioridad. La esperanza clave de Draghi es que la reaparición de crecimiento consegua ahuyentar el miedo a la deflación que preocupa a los mercados y a los inversores.
Hay sólidas razones para pensar que esas previsiones de crecimiento podrían estar en el lado más conservador. La fuerte caída del precio del petróleo, la devaluación del euro frente al dólar estadounidense y el intento de Draghi de reactivar la actividad de la eurozona se traducen en que la región ha experimentado cambios sísmicos desde principios de año. Las bolsas ya han descontado las buenas noticias. Solamente en febrero el índice MSCI Europe aumentó en un embriagador 6,9% en moneda local, a pesar de que la cifra se reduce a poco más del 3% en términos de libras.
La subida de los valores cíclicos de la eurozona desde principios de año demuestra que el mercado ya está al tanto de los sectores que más obviamente se beneficiarán de las dobles ventajas que ayudan ahora al euro: la depreciación y la caída de los precios del petróleo. Aerolíneas, automóviles, fabricantes y retailers son los candidatos más obvios, así como el sector financiero y el de ingeniería. Pero, ¿dónde está la evidencia real de que los brotes verdes de la recuperación económica están apareciendo? Aunque el alcance de la devaluación de la divisa aún no se conoce por completo, los datos de exportación parecen alentadores. Según Eurostat, la oficina de estadísticas de la Comisión Europea, las exportaciones de la zona euro han aumentado un 0,8% entre trimestre y trimestre. En datos interanuales, las estadísticas revelan un impresionante 4,1% para el cuarto trimestre de 2014.
Sin embargo, las buenas noticias todavía no están llegando correctamente a la comunidad de analistas. Mientras que los plumillas han tenido mucho interés en señalar la «víctimas» corporativas obvias de la caída del precio del crudo, los aspectos positivos aún no se han reflejado plenamente en la mejora de los beneficios. Esto se debe en gran parte a la naturaleza no cuantificable de cuánto va a afectar a la rentabilidad exactamente los menores precios del petróleo y el desplome del euro. Sin embargo, en realidad, sí tenemos una idea. Según las estimaciones, una caída del 10% en el euro (frente a otras monedas) podría impulsar los beneficios empresariales en la zona euro en hasta en un 7%. Solo hay que esperar a abril, cuando empiecen a publicarse los resultados del primer trimestre.
Entonces, ¿cuáles son los inminentes vientos en contra para la región? Hablar de una espiral deflacionista permanente sigue estando en la parte superior de la lista, sobre todo dado que muchos inversores todavía no están convencidos de que la eurozona no copiará la «década perdida» de Japón. El exceso de capacidad, sobre todo en España, y los altos niveles de desempleo de la zona euro siguen siendo motivo de preocupación, aunque la tasa de desempleo en Alemania se mantiene en un mínimo histórico del 6,5%.
Sin embargo, las señales de mejora en los datos de consumo son ya evidentes. Esto es particularmente evidente en el crecimiento de las ventas de automóviles europeos, que subieron sólo en febrero un 8%. Por otra parte, los salarios reales están aumentando.
Por supuesto, nadie puede silenciar permanentemente a quienes tienen una visión pesimista sobre Europa. De hecho, llevamos ya mucho tiempo hablando desde hace mucho de crecimiento anémico y espirales deflacionistas. Pero si empiezan a revisarse al alza las expectativas de beneficios esta primavera y los meses siguientes, esto debería ser suficiente para silenciarlos durante algún tiempo.
Kevin Lilley es portfolio manager del Old Mutual European Equity Fund.