La renta variable europea está liderando las clasificaciones en lo que va de año, aunque por poco. Con el proceso de vacunación cogiendo ritmo en el viejo continente, ¿hará buen tiempo por fin para la renta variable? Es difícil de creer, pero este mes se cumple el noveno aniversario del famoso discurso de «lo que sea necesario», de Mario Draghi.
Esas tres simples palabras terminaron con la crisis de deuda del euro, salvaron la moneda única y de alguna manera ayudaron a restaurar la credibilidad del Banco Central Europeo después del mandato de Trichet. Sin embargo, lo que se esperaba que fuera un punto de inflexión en la suerte de Europa no resultó así. Durante gran parte de los últimos diez años, las bolsas europeas se han quedado considerablemente rezagada frente a sus homólogos estadounidenses.
Sin embargo, los inversores le han otorgado a Europa el beneficio de la duda. Afortunadamente, la UE se está poniendo al día en el despliegue de la vacuna y después de años de baja rentabilidad, la renta variable europea está ganando impulso. Principalmente por tres motivos. Por un lado, los inversores se han sentido atraídos por una mayor exposición de Europa a los sectores cíclicos y value. Las acciones europeas tienden a coger impulso en la recuperación global y a tener un buen comportamiento en la fase ascendente del ciclo. El abandono del growth en favor del value también está ayudando a impulsar los valores europeos, con una mayor ponderación de los sectores financiero y energético, los dos más rentables en lo que va de año, con una subida del 20% y el 30% respectivamente.
Por otro lado, las acciones europeas cotizan muy por debajo de su promedio a largo plazo frente a la renta variable mundial. Por supuesto, parte de esta situación se debe a lo que puede describirse como valoraciones elevadas en los EE.UU., y en la tecnología en particular, donde Europa sólo tiene una exposición limitada. No obstante, hay más value en el conjunto de Europa. Y por último, debido a la magnitud del desplome de los beneficios el año pasado, las estimaciones de los analistas pronostican que las ganancias europeas crecerán cerca del 40% este año. Algunas casas como UBS prevén una tasa de crecimiento del 50%, frente a un crecimiento todavía impresionante, pero más sosegado, del 25% en Estados Unidos.
Éstas son las buenas noticias, pero ¿qué viene después? Creemos que la combinación de un fuerte impulso de los beneficios, unas valoraciones más bajas y la naturaleza más cíclica se traduce en más potencial de revalorización para la renta variable europea a medida que continúe la reapertura de las economías. Dicho esto, sigue enfrentándose a muchos desafíos. A falta de una reforma radical (que parece poco probable), la realidad a la que se enfrenta Europa es que parece que seguirá siendo la región de crecimiento más lento entre sus pares, China y EE.UU.
Entretanto, la Comisión Europea desplegará durante este mes de julio su bazooka de 750.000 millones de euros en forma de paquete presupuestario para la pandemia, con los planes de gasto de Portugal y España recién aprobados. Hasta la mitad de este fondo se destina a dos áreas principales: digitalización e iniciativas verdes. Desde el punto de vista de los inversores, esto acelerará el ritmo de las inversiones con criterios ESG, incluyendo las empresas que se benefician de las iniciativas de energías renovables y de la eficiencia energética de los edificios. Por ejemplo, Siemens y Vestas podrían beneficiarse del aumento del uso de turbinas eólicas. Por su parte, Iberdrola, muy centrada en las energías renovables, y la constructora francesa Saint Gobain, que implementa mejoras en las infraestructuras, y las «casas sostenibles» también podrían salir ganando. En cuanto a la digitalización, cada vez es más importante la actualización de las redes 5G en toda Europa. Empresas europeas como Ericson y Nokia son pioneras en esta tecnología.
En general, al observar los flujos de fondos de renta variable, los inversores han favorecido masivamente a EE.UU., y la mayor parte de los flujos se ha dirigido a la renta variable estadounidense, renta variable global y mercados emergentes. Hasta hace muy poco, Europa se encontraba rezagada. Sin embargo, la diferencia en las valoraciones es cada vez más evidente desde la crisis del coronavirus. La renta variable europea es claramente más barata que la estadounidense (donde gran parte del optimismo ya ha sido descontado) y es menos susceptible a los temores de inflación que han agitado los mercados últimamente, dada la relativa escasez de los sectores más afectados, como el tecnológico.
Tribuna elaborada por Brian O’Reilly, responsable de estrategia de mercado de Mediolanum International Funds Limited (MIFL).