Dejamos atrás el primer trimestre del año mientras los mercados se centraban en el intercambio de los titulares sobre la guerra comercial, la política monetaria más agresiva de los bancos centrales y la incertidumbre política en América Latina y Europa. Sin embargo, el personaje principal de esta primera mitad del año ha sido la volatilidad. Volatilidad que después de unos años de permanecer “oculta”, este año volvió en los mercados tanto de renta fija como de renta variable, y ha sido en los activos más conservadores donde más afectó nuestros portafolios.
Comenzando con los mercados de renta fija, el bono del tesoro estadounidense se disparó del 2,40 a un máximo de 3,11 en mayo para volver a 2,86 a fines de junio. Este movimiento en el bono del Tesoro de EE.UU. tuvo un impacto negativo en los bonos denominados en dólares de acuerdo a su duración, siendo el más afectado el índice de investment grade con una duración de 8,47 años y una pérdida de -4,5% en el año, seguido por los bonos del gobierno americano, con una duración de 8,62 años y un rendimiento total de -1,5% a la fecha.
El índice de deuda high yield se mantuvo estable durante el año ya que los sectores de energía y materiales obtuvieron mejores resultados y es una categoría con un cupón más alto, que compensó el riesgo de tasas de interés.
En renta variable, los sectores que mejores resultados en los EE. UU. han tenido son el sector tecnológico y las empresas de pequeña capitalización, con un rendimiento total del 9,38% y el 7,67% respetablemente. A pesar de que en Estados Unidos las valoraciones son ajustadas, las compañías continúan batiendo las estimaciones en beneficios y el consenso de analistas han estado aumentando sus estimaciones ante un impacto positivo de la reforma fiscal en los balances de las compañías.
En Europa, la incertidumbre política en torno al cambio de gobierno en Italia y en España y los recientes desacuerdos entre Merkel y los partidos que forman la coalición del gobierno han pesado más que las atractivas valoraciones, la debilidad en la moneda y la moderación del banco central.
Mercados emergentes
Las monedas de mercados emergentes fueron las más impactadas por la fortaleza en el dólar, con el real perdiendo un 14,6%, la lira turca un 17,30% y la rupia india un 6,72%.
La fortaleza del dólar y las preocupaciones comerciales han tenido un peso en los mercados emergentes ya que la incertidumbre sobre el resultado de las guerras comerciales ha impactado los mercados asiáticos. La incertidumbre política en América Latina, con las elecciones presidenciales en México, Colombia y Brasil, han impactado las monedas y los mercados crediticios, especialmente en Brasil y Argentina.
Una de las clases de activos más afectadas en nuestras carteras ha sido la deuda de los mercados emergentes, especialmente con la asignación que nuestros clientes suelen tener en activos latinoamericanos.
Durante la primera mitad del año hemos estado sobreponderando la deuda de los mercados emergentes, en base a nuestra perspectiva de un ciclo de crecimiento global sincronizado con un crecimiento de los emergentes superior al crecimiento de los desarrollados, lo que en nuestra opinión sería un gran apoyo para los mercados y los flujos a emergentes.
Sin embargo, el ciclo de política de ajuste por parte de los bancos centrales y la fortaleza del dólar han comenzado a pesar más desde el segundo trimestre del año, con el impulso de crecimiento disminuyendo, mientras que las condiciones financieras continuaron endureciendo.
A pesar de que durante el primer trimestre, esta tendencia ya existía en los mercados, los emergentes continuaron con un buen comportamiento, incluso cuando las tasas de los Estados Unidos comenzaron a subir. Sin embargo, durante el segundo trimestre los titulares en torno a la guerra comercial, la incertidumbre política en América Latina y un choque local en Argentina se produjeron al mismo tiempo, llevando a los activos emergentes a tener un comportamiento negativo durante los últimos tres meses con los mercados centrándose más en las vulnerabilidades debido a los decepcionantes datos de crecimiento global y al aumento de las tasas en los Estados Unidos.
Previsiones para el resto del año
Para la segunda mitad del año, las previsiones de crecimiento de los mercados emergentes se han reducido en su mayoría para América Latina, en gran parte reflejando los “head-winds” idiosincrásicos en Brasil, las implicaciones en México de las negociaciones del NAFTA y la capacidad de Argentina para administrar el presupuesto fiscal.
En un entorno en el que la diferencia de crecimiento entre los mercados emergentes y los desarrollados se ha estrechado, gran parte del apetito de riesgo del mercado para la deuda emergente dependerá de la fortaleza futura del dólar. Si vemos más presión en las salidas de capital de los emergentes y las divisas continúan debilitándose, esto puede frenar fácilmente el sentimiento corporativo y la inversión interna.
Por otro lado, una estabilización en las condiciones financieras mundiales puede proporcionar un estímulo muy necesario para el sentimiento y la inversión.
Seguimos siendo positivos en esta clase de activo, ya que muchos países de los mercados emergentes han trabajado para reducir las vulnerabilidades externas. A pesar de que los niveles de deuda pública de los emergentes han seguido aumentando, la mayoría de las economías han logrado reducir la vulnerabilidad a las conmociones externas mediante la reducción del déficit en cuenta corriente y el cambio de deuda a la moneda local, mientras que la deuda en dólar es cada vez más de mayor vencimiento.
En este punto es importante ser más selectivo en la inversión en mercados emergentes, no tratar de perseguir el rendimiento y tener una diversificación real en nuestras carteras. Para invertir en renta fija y especialmente en mercados emergentes, preferimos a través de gestores activos que tengan la flexibilidad para invertir tanto en moneda local como en moneda fuerte, en bonos de gobierno y corporativos.
Eduardo Anton es portfolio manager de Andbank Advisory en Miami.