Durante el primer trimestre del año el protagonista de honor ha sido la volatilidad, que volvió a los mercados en febrero y ha persistido durante buena parte del abril. Los titulares geopolíticos continuaron marcando el día a día en la inquietud de los inversores, en particular la incertidumbre alrededor de una guerra comercial entre EE.UU. y China así como la escalada de las tensiones entre los EE.UU. y Rusia sobre la situación en Siria.
Por si fuera poco, Irán y su participación en la comunidad internacional, llevaron a los precios del petróleo a subir otro 7% durante el mes, llevando el crudo a ser el mejor activo del 2018 con una revalorización del 14,6% para el WTI.
En el lado contrario, los peores activos de nuestra tabla fueron las divisas y los bonos emergentes, que reaccionaron negativamente ante una mayor percepción de riesgos inflacionistas, con el bono del tesoro americano sobrepasando el 3% por primera vez en los últimos 4 años y el USD apreciándose frente al resto de divisas, en especial las emergentes, con el Rublo y el Real depreciándose un 9% y un 5.7% respectivamente.
En cuanto a los mercados de renta variable, se cumplió durante el mes de abril la máxima de que los mercados europeos lo hacen mejor que el mercado americano cuando la dirección no es clara, lo cual ha beneficiado nuestras carteras donde la sobre-ponderación a Europa frente a Estados Unidos no había funcionado hasta el momento.
Con el S&P 500 cotizando en un estrecho rango entre 2.600-2.670 durante el mes, mientras que todos los mercados europeos subieron con cierta alegría y con el FTSE, el CAC y el DAX subiendo alrededor de un 7%. No es obvio encontrar una razón de peso distinta al binomio divisa/bono, con el dólar abandonando el rango del 1,22-1,24 para llegar a cotizar por debajo de 1,20, mientras el bono a 10 años americano ha aumentado su diferencial frente al europeo.
Análisis por sectores
En estados Unidos, las tecnológicas (FAANG a la cabeza) recuperan parte de las caídas tras la “telenovela” de Facebook, presentando unos buenos resultados de todas ellas, salvo algún lastre como Snapchat. Sectorialmente, el sector energético impulsado por el precio del petróleo a la cabeza, mientras que por el lado contrario las industriales y el consumo cíclico que no terminan de arrancar.
En los mercados de renta fija, la volatilidad también ha estado presente durante todo el año y es probablemente donde tiene un mayor impacto psicológico tras el impresionante rally visto durante los últimos años. Todo esto nos hizo olvidar que la renta fija no está exenta de riesgos.
El 2018 nos ha recordado sobre el riesgo de duración, con el movimiento que el bono del tesoro americano ha tenido hasta superar ligeramente el 3%, la sensibilidad en los bonos corporativos investment grade y el impacto en los diferenciales de los bonos emergentes nos ha dejado pérdidas de alrededor del 4% (dependiendo el índice que utilicemos) a lo largo de este año.
Desde nuestro comité de inversiones, creemos que este aumento de la tasa aún tiene margen para continuar y hemos fijado un nivel de entrada en el 3,2% del Treasury. Dada nuestra expectativa de inflación del 2,2%, eso nos deja una yield real de 100 puntos básicos, que históricamente ha sido un buen nivel de entrada.
En este entorno de volatilidad en el mercado, cobra mayor importancia la diversificación y la gestión activa. Bien dice Warren Buffet que “solo cuando baja la marea, se sabe quién nada desnudo” y por ello es importante el tener en nuestro portafolio activos que se complementen entre si y no concentrar los riesgos, sobretodo en cuanto a la renta fija se refiere.
La política monetaria de los bancos centrales han impulsado a los inversores a buscar activos que ofrecieran rendimientos elevados (búsqueda de yield) disminuyendo la percepción del riesgo en el crédito high yield, corporativos emergentes, en acciones de rentabilidad por dividendo, acciones preferidas, etc.
Sin embargo en un entorno de subida de tasas, con el bono del tesoro americano rindiendo un 2,50% a dos años, las valoraciones de estos activos se hacen cada vez más complicadas de justificar. Por ello en nuestros portafolios estamos sobreponderando duraciones cortas en bonos corporativos grado de inversión, en papel comercial y en bonos hipotecarios, en un entorno en el que pensamos que los precios globales creemos no van a acelerarse mucho más, ni de forma constante los retornos de la parte corta de la curva parecen interesantes.
Eduardo Anton es portfolio manager de Andbank Advisory en Miami.