A medida que aumenta el precio del gas, algunas tecnologías renovables menos arraigadas, como el amoníaco verde, empiezan a ser competitivas en cuanto a costes. El precio de la electricidad producida a partir de fuentes renovables consolidadas, como la eólica o la solar, se ha reducido notablemente en los últimos años. Hace tiempo que se puede comparar con la energía producida a partir de combustibles fósiles, como las turbinas de gas o el carbón, o incluso es más barata.
Desde la invasión de Ucrania por parte de Rusia, el coste del gas, en particular, ha aumentado considerablemente, ya que Rusia es uno de los principales distribuidores. Hemos observado un aumento de la preocupación por la seguridad energética, así como de la inquietud por la descarbonización. Esto no sólo se debe a la cantidad de suministro procedente de Rusia, sino también a que el coste de la energía tradicional ha aumentado notablemente. Esto conlleva que las energías renovables, incluidos los combustibles renovables, son cada vez más atractivas.
Así lo muestra el siguiente gráfico, que compara el precio normalizado de la energía (levelized cost of energy o LCOE por sus siglas en inglés) de varias tecnologías diferentes. El LCOE representa el valor de construcción y explotación de un activo de producción, expresado como coste por unidad de electricidad generada.
Como muestra el gráfico, la energía solar y la eólica terrestre son claramente más baratas que el carbón o las centrales térmicas. El coste de estas últimas, en particular, está empezando a aumentar. Vemos que el precio inicial de las tecnologías renovables, incluidas las baterías, también está subiendo ahora después de haber bajado durante varios años. Esto se debe a una serie de factores, como las interrupciones en la cadena de suministro y el aumento de los costes de algunos componentes. Pero en términos relativos, las energías renovables parecen cada vez más atractivas en comparación con las tradicionales.
En gran medida, el debate sobre los precios de la energía eólica y la solar ya estaba garantizado, incluso antes de los recientes aumentos de los precios de los combustibles fósiles. Pero otras tecnologías renovables más incipientes también están empezando a ser más competitivas en cuanto a costes a medida que aumenta el precio del gas.
Por ejemplo, el amoníaco. Actualmente, el amoníaco se utiliza principalmente como fertilizante, así como en diferentes procesos industriales. La mayor parte de lo que se produce es «amoníaco gris», llamado así porque el proceso de producción es muy contaminante. Se fabrica haciendo reaccionar hidrógeno y nitrógeno atmosférico. El hidrógeno suele proceder de la reformación al vapor del metano, un proceso que emite CO2.
Pero el amoníaco puede ser «verde» si se produce de forma renovable y sin emisiones de carbono. Una forma de obtener amoníaco ecológico es utilizar el hidrógeno procedente de la electrólisis del agua alimentada por energía renovable.
Además del tan necesario fertilizante, se espera que el amoníaco verde pueda utilizarse en otras aplicaciones. Podría servir para almacenar y transportar la energía de las centrales renovables. También se espera que pueda usarse como combustible para ayudar a descarbonizar la industria naval. Los combustibles renovables, como el amoníaco verde o el hidrógeno verde, son los que presentan un mayor interés en cuanto a precios. El gráfico siguiente muestra el coste marginal de producir amoníaco verde. Con los precios del gas tan elevados, el coste de producir amoníaco utilizando electrolitos renovables resulta hoy en día muy competitivo.
Comentario de Alex Monk, gestor de acciones globales de recursos naturales de Schroders.