Latinoamérica viene arrastrando un gran déficit de inversión extranjera respecto otras áreas del mundo con relación a su peso económico o demográfico. La situación política de muchos de los países de la región, junto con cierta debilidad de los mercados locales tanto regulatoria como de volatilidad cambiaria, pueden explicar los motivos. Y con ello la poca profundidad de sus mercados de capitales.
Pero eso está cambiando, claramente a su favor, con un interés y energía que no se han visto en su historia económica reciente.
La pandemia ha reforzado cambios en las pautas de comportamiento de gran parte de la población con acceso a tecnología, y ha puesto en valor cómo las nuevas compañías de la nueva economía solucionan problemas estructurales con un gran impacto positivo en las sociedades donde sirven, representando un sector clave para salir de la crisis. Y eso explica que muchos de los inversores de Capital de Riesgo hayan conseguido retornos espectaculares centrándose en la transformación digital, los nuevos hábitos de consumo, o las nuevas formas de trabajo.
En Latinoamérica, su población joven, bien preparada, ha visto que participar de la revolución digital de alto impacto en sus países es, además, una gran oportunidad para sus carreras profesionales sin tener que emigrar. Es así como más de 30 empresas han llegado al nivel de unicornios (superado la valoración de mil millones de dólares) en los últimos 4 años, demostrando a la vez el talento existente en la región y las muchas necesidades de soluciones empresariales acordes con los nuevos comportamientos económicos.
Así lo han visto grandes fondos internacionales como Softbank y Sequoia, que están dedicando mayor atención, recursos y capital a inversiones en América Latina de lo que nunca habían hecho hasta ahora. Solo en 2021 las empresas tecnológicas de la región captaron unos 15.000 millones de dólares en inversiones de Capital de Riesgo, la mayoría de ellas destinadas a compañías en fases de desarrollo tempranas. Esa explosión de inversiones en 2021, que continua con fuerza en 2022, casi multiplicó por 4 lo registrado en 2020.
Varias razones explican este ‘boom’ en nuevas empresas de tecnología en Latinoamérica: 650 millones de habitantes, con un idioma común para gran parte de estos, creciendo rápidamente en consumo de tecnología, y un déficit de exposición en gran parte de los gestores de carteras internacionales, son algunas de ellas. El talento y espíritu empresarial que siempre había existido en la región parece por fin haber dado con el espacio donde crecer.
Un tema no menor en este cambio de paradigma tiene que ver también con la creciente exigencia de inversores a que las mismas cumplan, adicionalmente al retorno financiero, con un perfil de Impacto Positivo y de contribución al entorno. Y eso es de mucho mayor implementación en las nuevas compañías que en la economía tradicional. Ejemplos como Kilimo(ahorrando agua), Talently (formando profesionales) o Betterfly (incentivando comportamientos saludables) son espectaculares propuestas que combinan ambos perfiles. E implementan indicadores que permiten medir, de forma transparente, el compromiso con el buen gobierno de sus empresas en la gestión activa de su contribución social y ambiental.
América Latina parece haber encontrado el espacio con el que demostrar que puede engancharse al tren del nuevo mundo económico sin complejos.
Oriol Rius, Alaya Capital – Venture Partner