Se cumple el sexto aniversario de la adopción de la Agenda de Desarrollo 2030 por parte de los 193 países de la Asamblea General de la ONU, que incluye los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) diseñados para proporcionar un esquema más claro de las mejoras que deben realizarse a nivel mundial para «lograr un futuro mejor y más sostenible para todos». Aunque no todos estos ODS son actualmente «invertibles», muchos de ellos están impulsando algunas de las ‘megatendencias’ clave identificadas y seleccionadas por los inversores de renta variable temática, especialmente en lo que respecta al clima, la innovación, la educación y la desigualdad.
El cambio climático y el aumento de la desigualdad ya tenían un impacto significativo en la economía mundial incluso antes de la aparición de la pandemia de COVID-19. No obstante, en este último año hemos visto cómo se ha producido un reconocimiento cada vez mayor por parte de las compañías y sus inversores de que estos temas deben estar en el centro de su estrategia, valores y propuesta de negocio. Los bancos centrales también han mostrado una creciente concienciación sobre estos temas y los están trasladando al centro de sus políticas.
En cuanto al Banco Central Europeo, los miembros de su Comité Ejecutivo parecen considerar ahora que la lucha contra el cambio climático está vinculada al objetivo primordial de la institución de garantizar la estabilidad de los precios. Más de sesenta bancos centrales y reguladores de todo el mundo han incluido ya el cambio climático en su agenda, por lo que se espera que tenga una mayor influencia en el desarrollo de la política futura.
Si bien los ODS se establecieron originalmente como un plan para un futuro sostenible tanto para las personas como para el planeta, se utilizan cada vez más como una referencia e indicadores de la actuación de una compañía o sector en sus esfuerzos por lograr un impacto positivo. Las compañías están basando sus marcos de información sobre sostenibilidad en los temas cubiertos por los ODS, debido a su naturaleza global y al consenso sobre su importancia entre la comunidad empresarial y financiera, lo que permite a los inversores tener una visión detallada del impacto de su inversión.
En combinación con la taxonomía de la UE para las actividades sostenibles y la promoción por parte del Grupo Consultivo Europeo sobre Información Financiera (EFRAG, por sus siglas en inglés) de indicadores no financieros normalizados publicados por las compañías, esto debería proporcionar los indicadores concretos, cuantificables, fiables y comparables que se necesitan para medir el impacto de una compañía, ya sea positivo o negativo.
¿Qué significa esto para el sector de la renta variable temática? Lo que se ha evidenciado desde el desarrollo de los ODS es que la mayoría de las tendencias demográficas, tecnológicas o medioambientales a nivel mundial están impulsadas por, o en respuesta a, la necesidad de una acción más sostenible a largo plazo.
La ONU fijó originalmente la fecha de 2030 para la Agenda de Desarrollo, pero los inversores están empezando a pensar más allá de este punto en el futuro para considerar el impacto duradero de su inversión y de las decisiones tomadas por aquellas compañías en las que tienen una participación. Por lo tanto, los inversores temáticos no sólo deben tener en cuenta la forma en que se gestionan y operan las compañías, sino cómo contribuyen al crecimiento continuo de estas tendencias globales de sostenibilidad.
A la hora de elegir un universo de inversión basado en una temática concreta, los factores medioambientales, la reducción de las desigualdades sociales y la sostenibilidad del modelo de negocio de las compañías del sector son factores que hacen que ciertas compañías sean más invertibles que otras, lo que, a su vez, debería suponer que las más impactantes puedan prosperar en detrimento de las que no cumplan ninguna de las metas señaladas por los ODS.
Al ser selectivo en su forma de invertir, ya sea en líneas temáticas o en sintonía con otras medidas de sostenibilidad, el sector financiero tiene un papel que desempeñar en el apoyo a las acciones que están llevando a cabo las compañías para cumplir con estos Objetivos de Desarrollo Sostenible. De este modo, los inversores pueden demostrar el valor de su estrategia de inversión de impacto, generando un impacto social y medioambiental positivo y medible, así como un rendimiento financiero estable para sus inversores, al tiempo que impulsan el cambio necesario para proteger la salud del planeta.
Así, la inversión de impacto se ha convertido en un importante vector de incorporación de criterios ESG, de consecución de los ODS y de impacto medioambiental y social. En CPR Asset Management ofrecemos este tipo de soluciones a través de estrategias como la de educación, alineada con el ODS nº4; la acción climática (ODS nº 13), o el de impacto social (ODS nº 10: luchar contra las desigualdades).
Tribuna de Vafa Ahmadi, director de Renta Variable Temática en CPR AM, Grupo Amundi.
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