La oleada de contagios del coronavirus se está moviendo y, mientras, los inversores tienen que lidiar con tres ciclos relacionados con el brote de virus, los mercados financieros y la economía real.
Sabemos que el ciclo financiero lidera el ciclo real. Los mercados tocarán fondo antes de que el ciclo real haya completado su trayectoria descendente y, según la historia, su recuperación irá por delante e impulsará la recuperación en la esfera real de 3 a 6 meses. La aceleración en el brote global del coronavirus está posiblemente sincronizada con el ciclo financiero. Por lo tanto, detectar cómo se está moviendo el brote es clave, pero no es fácil dada la incertidumbre, con diversas regiones afectadas, a un ritmo diferente.
Si pudiéramos visualizar la propagación del virus, probablemente se parecería a una gran ola. Comenzó en China, afectó a algunos países asiáticos que lo contuvieron con bastante éxito; pasó a Europa (con algunos países golpeados más severamente que otros); posteriormente golpeó a EE.UU. y a algunas economías emergentes (países africanos, Latam, India), que todavía se encuentran en las primeras etapas, pero ya están sufriendo las consecuencias.
En recientes sesiones bursátiles, los mercados comenzaron a reaccionar positivamente a la desaceleración del contagio en España, Francia y, finalmente, a una tendencia a la baja en Italia. Las medidas de contención introducidas por estos países, con un bloqueo total de la actividad económica y el distanciamiento social, han sido eficaces para contener el virus.
Estos países van por delante en la propagación de la pandemia, después de China, y podrían ser un indicador de lo que los inversores pueden esperar en las próximas semanas, así como la trayectoria de los mercados a partir de entonces. Ahora anticipamos algunas señales positivas en las próximas semanas desde Estados Unidos, que todavía se encuentra en la fase más profunda de la crisis, acumulando un número de contagios significativo y gran cantidad de fallecimientos. Aquí, la ola aún no ha perdido su fuerza, y el flujo de noticias probablemente continuará siendo intenso durante las próximas 2-3 semanas.
Mientras tanto, y como era previsible, los datos económicos han sido especialmente débiles a nivel global, ya que la congelación de facto de una gran parte de la actividad económica no tiene precedentes en la historia. No esperamos ninguna mejora material mientras las medidas de contención se mantengan, con una recuperación lenta una vez que se flexibilicen en los países que vayan dejando atrás primero el cierre de emergencia. Es el caso de China, donde la producción pasó del 40-45% a mediados de febrero al 85% a finales de marzo, y donde los inventarios de acero cayeron un 10% desde el pico de marzo.
En medio de este sombrío panorama económico, observando el comportamiento reciente de la renta variable, la tentación de pensar que la crisis ya ha terminado es grande. Pensamos que hay poco margen para la euforia en esta fase por al menos dos razones. Primero, el fuerte repunte de la renta variable se produce después de una corrección más rápida y las importantes dislocaciones del mercado. Para que esta tendencia se consolide, se necesita una mayor visibilidad de la normalización de los beneficios (después de una fase de visibilidad cero) y de la interrupción económica que trae esta crisis sin precedentes.
Esta mayor claridad se producirá a finales de abril-mediados de mayo con la temporada de resultados del primer trimestre y la orientación para el resto del año. Los analistas aún no han ajustado materialmente las estimaciones de beneficios, pero bajarán al menos un 20% para el S&P500 y más aún en Europa. No hay mucho margen, y el riesgo de una mayor volatilidad y una nueva decepción es una gran posibilidad antes de que se produzca una recuperación más firme y estable.
En segundo lugar, con la pandemia, el peligro de una gran ola es su resaca: ya hemos visto un nuevo brote en Singapur, en otras áreas chinas y en Japón. Hasta que se encuentre una cura o vacuna, el riesgo de una segunda ola es alto y evitará el regreso a la normalidad. Algunas medidas de contención se mantendrán, frenando el repunte económico. La fase de ajuste llevará tiempo, y se puede esperar un “stop & go” en la evolución de la pandemia. Esto podría propiciar una recalificación repentina de las expectativas en el lado económico (con una recuperación que cambia rápidamente de forma de U a W o L) y de lo que ha descontado el mercado (actualmente una recuperación en forma de U y muy lenta). En este proceso, se espera que la volatilidad siga siendo elevada, aunque no será tan extrema como cuando la crisis golpeó por primera vez, ya que ya se han producido muchos ajustes de cartera.
No es momento de realizar un aumento material e indiscriminado en la exposición a los activos de riesgo, creemos que hay margen para jugar una secuencia de normalización en los mercados y construir posiciones graduales que puedan dar resultado a los inversores a largo plazo.
Tribuna de Pascal Blanqué, director de inversiones de Amundi
Información de Amundi Asset Management a 9 de abril 2020. Las visiones aquí expresadas relativas a mercado y tendencias económicas están sujetas a cambio en cualquier momento según las condiciones de mercado u otras y no se puede garantizar que los países, mercados o sectores se comporten como se espera ni que las previsiones de mercado se materialicen o que las tendencias continúen. No asesoramiento ni recomendación de compra o venta de ningún producto o servicio. Invertir implica riesgos.