La crisis financiera del 2008 abrió la puerta para que los bancos centrales alrededor del mundo redujeran las tasas de interés a un nivel cercano al cero, al igual que a la aparición de una amplia liquidez que fomentó la recuperación económica global. Después de más de 10 años, la pandemia trajo consigo un nuevo choque de liquidez y tasas aún más bajas durante un corto periodo de tiempo, lo cual ha impulsado una alta inflación en el mundo.
Situación que explica el porqué los bancos centrales se han visto obligados a realizar incrementos acelerados de sus tipos de referencia para atacar el problema inflacionario, generando a su vez altas tasas de la renta fija a nivel global. Y es que, aunque en un primer momento esto puede verse como algo positivo para los portafolios de inversiones, no siempre es así, pues no simplifica la tarea de mantenerse diversificados y ajustados a un perfil de riesgo. De hecho, este panorama pone de manifiesto algunos retos adicionales.
Por ejemplo, analizar el respaldo crediticio del emisor, –orientado únicamente por la calificación emitida por las calificadoras de riesgo–, a la luz de la operación que realiza el emisor de la deuda, sector, etc. O dejar de “percibir” a la renta fija como una herramienta para menos volatilidad en el portafolio, en la medida en que se evalúan cómo tenencias al vencimiento y comenzar a verla como una opción para obtener unos flujos periódicos destinadas a necesidades de caja o reinversión programada.
También hay que considerar que la inversión en títulos directos supone la cuestión de adaptarse a los montos mínimos de negociación de cada mercado, algo fundamental para aprovechar las oportunidades de mercado o moverse cuando así se requiera. De otra manera los portafolios quedan concentrados y expuestos a pocos emisores o sectores.
Esto porque, en un mundo de tipos altos, el respaldo es vital. Los títulos de menor respaldo van a sobre salir con tasas mucho más atractivas, pero en este punto la asesoría experta de un equipo o la inversión a través de fondos enfocados a estos segmentos conocidos como high yield probablemente sean el camino correcto para evitar sorpresas futuras.
Además, resulta fundamental entender que las inversiones de renta fija en tasas altas no deberían ocasionar concentración en este tipo de renta, dado que en los ciclos económicos y de movimiento de tipos de los bancos centrales también aparecen oportunidades en la renta variable e incluso en las inversiones alternativas. Estas, bien manejadas, permiten tener portafolios menos volátiles más balanceados y con un crecimiento más ordenado.
Por lo mismo, la recomendación general de no tener todos los huevos en la misma canasta también aplica para los tipos de activos. De esa manera, diversificar sigue siendo el norte.