Si hay algo que podemos decir del 2022 es que está siendo un año agitado, con profundas implicaciones a nivel humanitario, social y, por supuesto, un gran impacto sobre la economía y mercados globales. La presión de la inflación, la compresión de márgenes y una mayor carga regulatoria, hacen más complicado que gestores de activos y patrimonios puedan seguir siendo competitivos, sobre todo cuando se estima que los activos de clientes globales aumentarán de 279,3 billones de dólares en 2020 a 345 billones en 2025.
Esta oportunidad viene con la carga propia que supone el reto operativo del incremento en volumen y número de clientes. Únicamente aquellos que optimicen sus procesos y sean capaces de generar eficacia y apalancamiento operativo podrán sacar el máximo rendimiento a sus inversiones.
Ya sabemos que la relación entre volumen y productividad no es directamente proporcional salvo que la tecnología y la eficiencia nos acompañen.
Algo similar pasa en la gestión activa de calidad en la que, dependiendo del asset class, hay gestores que tienen que limitar la capacidad de sus productos para velar por el retorno de sus partícipes.
Hoy intento exponer algunos de los desafíos que enfrentamos en nuestra industria ante el crecimiento exponencial de activos bajo gestión y el tsunami de retos regulatorios.
La primera barrera ineludible en el customer journey de banca privada es la necesidad de tener un onboarding digital fluido. Una experiencia integrada, interactiva, y, cómo no, adaptada a cada marco regulatorio local. Este último tema no es menor ya que la fragmentación regulatoria ha pasado a ser uno de los mayores retos para gestores de activos y patrimonios. No hay un denominador común entre el test de idoneidad de Mifid II en Europa y los filtros que tiene que pasar un cliente de banca privada americano para estar en sintonía con las Blue-Sky Laws estatales.
Es la tecnología digital la que libera tiempo y energía para que gestores y banqueros puedan dedicarse a la búsqueda de nuevas oportunidades comerciales que, eventualmente, se traducirán en ingresos.
Adicionalmente, estas soluciones WealthTech han de tener naturaleza evolutiva. De nada sirve una herramienta estática incapaz de adoptar futuras implementaciones en materia normativa. Un ejemplo de actualidad lo tenemos en la UE, donde se trabaja contra reloj para la implementación del European ESG Template que, entre otras obligaciones, incluye la de poder perfilar las preferencias ESG del cliente final. Para evitar desviaciones, banqueros y asesores tendrán que preguntarle al cliente por sus objetivos de inversión y circunstancias individuales antes de entrar en el trending topic de la sostenibilidad.
Otra necesidad apremiante en la que nuestra mejor aliada puede ser la tecnología, es la de una mayor eficiencia en la gestión de carteras. En un mundo que cambia a gran velocidad, la obligación de adoptar soluciones de inversión transparentes y personalizadas pero también escalables resulta vital. Esta máxima aplica a todos los gestores de activos y patrimonio, independientemente de que utilicen equipos internos de gestión de carteras, deleguen parte de esta capacidad o contraten una solución de asesor híbrido. Una gestión de carteras más industrial y adaptable ha dejado de ser terreno exclusivo de los roboadvisors puesto que mejora el ROA al margen del segmento de Wealth en el que nos encontremos.
Un sistema de notificaciones y alertas dinámico acompañado de informes de seguimiento, es crítico en el ámbito de la gestión patrimonial. En este mundo nuestro de inmediatez, gratificación instantánea y sobreinformación, el tiempo real ha dejado de ser una ventaja competitiva para convertirse en lo esperado. Ya sabemos que la normativa europea trajo consigo que las entidades que prestan servicios de gestión discrecional tuvieran que informar al cliente cuando su cartera se deprecia un 10%, al final de ese día hábil como tarde.
Si continuamos recorriendo este customer journey, no podemos dejar de lado la empatía tecnológica con las nuevas generaciones de nativos digitales.
Los Millennials y la generación Z no conforman una realidad homogénea pero suelen compartir rasgos comunes como una mayor preocupación por el medio ambiente y las minorías, cierta apertura mental hacia conceptos como la economía circular y una indiscutible hiperconectividad a sus dispositivos móviles y las redes que los acompañan.
Para poder cumplir las expectativas de esta generación, las WealthTech nos hemos puesto a disposición de las bancas privadas para apoyar en la creación de apps móviles y soluciones front-end capaces de mantener perfectamente sincronizados a banqueros y clientes finales, evitando fisuras y retrasos en la prestación de servicios. Es la época del “anytime-anywhere” en la que sólo sobrevive quien se transforma digitalmente.
En Allfunds nos dedicamos precisamente a esto. Sabemos que la “metamorfosis del legacy bancario” no es fácil, pero la tecnología es magia y nos permite seguir siendo competitivos aún en los momentos de mayores retos regulatorios y provocaciones generacionales.
Una mejor experiencia digital que conviva saludablemente con la figura del banquero es clave para adquirir clientes y adaptarse a los nuevos retos normativos. ¿Nuestra receta? La de la revolución WealthTech para tiempos convulsos.