No cabe duda, la reacción de los mercados de renta variable a la expansión del coronavirus ha sido drástica. El índice VIX (muy bien llamado “índice del miedo”), que mide las fluctuaciones de los precios (“volatilidad”) en el mercado de valores de EE.UU., ha alcanzado el nivel de 80, superando incluso su máximo de la crisis financiera. El mercado de valores de EE.UU. registró su mayor pérdida diaria en 30 años.
El virus se está extendiendo, pero al mismo tiempo se están aprobando medidas de política monetaria y fiscal en todo el mundo, por eso es aconsejable para nosotros, como inversores, estar atentos para ofrecer una respuesta adecuada y cuidadosamente reflexionada. Para ayudar a ello, hemos reunido algunos pensamientos basados en las finanzas conductuales, porque el miedo y el pánico son los peores consejeros.
Humano, demasiado humano
Tener miedo es humano, demasiado humano. El siguiente nivel es el pánico. El diccionario Duden define el pánico como “un temor abrumador provocado por una amenaza o un peligro repentinos, que paraliza la capacidad de una persona para pensar y hace que reaccione de forma imprudente”. Para escapar de la zona de peligro, debemos reconocer el peligro – pero sin permitir que nos controle. Tenemos que pensar con racionalidad. Y ahí es precisamente donde las finanzas conductuales pueden servirnos de ayuda. Se trata de nuestro cerebro, concretamente, de sus partes más importantes, y cómo interactúan.
En el libro “Thinking fast and Slow”, Richard Kahneman (que junto con Amos Tversky está considerado uno de los padres de las finanzas conductuales) marca esencialmente una distinción entre dos grandes áreas del cerebro que tienen funciones muy diferentes, señalando que no podemos saber qué parte del cerebro está trabajando en un momento concreto. Una parte del cerebro, el llamado sistema límbico, es muy rápido, muy emocional. Ahí es donde se origina lo que se conoce como “instinto”. La otra parte del cerebro, la llamada neocorteza, es más lenta y se encarga de nuestro pensamiento racional o razonamiento más minucioso. Para ser exactos, también deberíamos incluir el bulbo raquídeo o tallo cerebral. Evolutivamente, es la parte más antigua de nuestro cerebro y ahí es donde se localiza el centro del miedo.
La estructura de nuestro cerebro sigue una lógica evolutiva: al principio de la evolución humana, aquellos rasgos que se requerían para la supervivencia fueron los que primero se desarrollaron. Nuestros ancestros necesitaban percibir el riesgo para huir de las situaciones de peligro lo más rápidamente posible. La necesidad de un razonamiento lógico surgió mucho después.
En consecuencia, durante una crisis, el centro del miedo es el primero que reacciona. Cuando detecta el peligro, el sistema límbico toma el mando y reacciona rápida e instintivamente. Para hacerlo, se basa en patrones de comportamiento para escapar de la zona de peligro, sin un razonamiento consciente. Aunque actualmente sigue siendo importante confiar en nuestra intuición, es igualmente importante entender y reconocer estos procesos. Pero también es importante pensar de forma racional para evitar una reacción exagerada.
Conócete a ti mismo
Si quieres evitar una reacción exagerada, tienes que conocerte: ¿Por qué reacciono de la forma en que lo hago? ¿Qué me motiva para realizar ciertas acciones, por ejemplo, en relación a las inversiones? ¿Cuáles son los efectos de las desviaciones de comportamiento que se ven en todos los seres humanos y que han sido cuidadosamente estudiados por los científicos?
Aversión a la pérdida
La desviación de comportamiento más conocida es probablemente la aversión a la pérdida, cuyo descubrimiento puede contemplarse como el nacimiento de las finanzas conductuales. Hace referencia al hecho de que el dolor que sentimos por una unidad de pérdida es mayor que el placer que se deriva de una unidad de ganancia. En otras palabras: nos sentimos más molestos por perder 100 euros de lo que nos entusiasma ganar 100. En consecuencia, nos importan más las pérdidas actuales de los mercados que los anteriores avances positivos, algunos conseguidos a lo largo de muchos años.
Una pequeña ventana en el gran mundo de las inversiones
Otra anomalía importante es el llamado “efecto de encuadre”. Creamos un marco a través del cual observamos el mundo (de las inversiones). Funciona como un filtro de noticias. En la situación actual, nos centramos en todas las noticias negativas sobre el coronavirus, ¿pero tenemos también en cuenta las medidas que ya se han tomado y/o probablemente se van a tomar?
De hecho, se está haciendo mucho en términos de política fiscal y monetaria, y es de esperar que se haga todavía más en el futuro. Algunas de estas medidas incluso exceden las adoptadas durante la crisis financiera de 2008-09. A mediados de marzo, más de 30 bancos centrales redujeron sus tipos de interés referencial. El Banco Central Europeo ha lanzado un nuevo programa de compra de bonos de 750.000 millones de euros. Muchos gobiernos de todo el mundo también han anunciado paquetes fiscales, algunos de ellos enormes, para restaurar la estabilidad y, sobre todo, la confianza entre los inversores y/o las compañías, y para mitigar la repercusión negativa sobre las compañías y la economía. EE.UU. ha aprobado un paquete de rescate económico de 2 billones de dólares. Además de los aplazamientos de impuestos, la atención se centra principalmente en las garantías para los préstamos corporativos, que suponen el 12% del PIB de Francia y el 15% en Reino Unido. ¿Son conscientes los inversores de todo esto, o estos esfuerzos se están ignorando debido al “efecto de encuadre”?
Al mismo tiempo, el “efecto de encuadre” hace que las personas se centren mucho más en las tendencias actuales. Mirando hacia delante, la pregunta debe ser: ¿qué podemos esperar en el futuro? ¿Cuándo es probable que se produzca una recuperación? La autoconciencia es el primer paso para evitar las reacciones equivocadas. Y lo segundo que hay que evitar es engañarse a uno mismo.
Ser más astuto que uno mismo
Estos hallazgos de las finanzas conductuales señalan algunas normas de conducta para el presente. Una cosa parece ya segura: si los bancos centrales de todo el mundo inundan los mercados con liquidez y reanudan las compras de bonos soberanos en cantidades aún mayores, se puede esperar que el entorno de tipos de interés bajos/negativos persista por más tiempo e incluso se expanda. En EE.UU., los rendimientos negativos de las Letras del Tesoro aparecían por primera vez a mediados de marzo de 2020. Para los inversores que buscan rentabilidad, esto no hará más que agravar el problema.
Por ello, desde la perspectiva de las finanzas del comportamiento, ¿qué pueden hacer los inversores para que no les pillen desprevenidos y al mismo tiempo no perder el momento adecuado para comprar?
Desde mi punto de vista, la ‘Estrategia de Ulises’ siempre resulta ser la mejor: se trata de “atarse al mástil” para lograr los objetivos marcados por uno mismo. Como el héroe del poema épico griego La Odisea, que se ató al mástil para no sucumbir al canto de las sirenas, los inversores también necesitan comprometerse con una estrategia que les ayudará a mantener el rumbo.
Esto plantea las siguientes preguntas:
- ¿Cuánto riesgo puedo tolerar?
- ¿Cuánto me arriesgo a perder?
- ¿Qué nivel de beneficios espero, y a lo largo de qué horizonte temporal?
- ¿Cuáles son mis expectativas para el futuro?
En otras palabras, este es el momento adecuado para pensar en la asignación estratégica de activos. Un consejo: piensa de forma holística, es decir, no sólo en los activos financieros, sino en todos los activos, inmobiliarios, seguros, pensiones, e incluso tu propio trabajo, ya que todos ellos producen un flujo de ingresos.
El abogado del diablo
Es importante tener un abogado del diablo, alguien con quien discutir tus pensamientos, cuestionarlos y que te ayude a ampliar el marco a través del que observas el mundo. También debes buscar información y análisis de confianza que vayan más allá de los convencionales y de las noticias diarias.
Muchos inversores también encuentran útil reflejar su compromiso en un pequeño “contrato”. El abogado del diablo podría ser tu mejor aliado, y el compromiso contractual podría decir lo siguiente: recuérdame mis planes y ayúdame a no perder de vista mis objetivos, antes de actuar apresuradamente. Desafía mis planes, que pueden estar basados en las emociones.
Convertir la estrategia en realidad
Una vez que has determinado tu distribución estratégica de activos, necesitas implementarla. Los llamados productos multiactivo pueden ayudarte a hacerlo. Son fondos que se pueden invertir en toda clase de activos para minimizar la volatilidad de la cartera y realizar ajustes tácticos, reaccionando así a la tendencia del mercado.
Cuando hay cantidades más grandes de dinero esperando a ser (re-)invertidas, ¿por qué no diseñar un gran plan de ahorro? A partir de una fecha concreta, hacer compras adicionales a lo largo de varios trimestres para alcanzar la estructura de activos deseada. Esto suavizará las fluctuaciones y te ayudará a evitar apostarlo todo al caballo adecuado en un momento equivocado. Y, por supuesto, siempre es buen momento para establecer un “pequeño” plan de ahorro, que puedes hacer con sólo unos cuantos euros al mes.
Para terminar, te doy un consejo: empieza a pensar también sobre la sostenibilidad de tus inversiones. Puedes lograr la sostenibilidad aplicando criterios ASG (medioambientales, sociales y de buen gobierno) como filtros a la hora de tomar tus decisiones de inversión.
Buena suerte al atarte al mástil (tu auto-compromiso) y mucha salud.
Tribuna de Dr. Hans-Jörg Naumer, responsable de Global Capital Markets & Thematic Research en Allianz Global Investors.