Alcanzar cualquiera de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas —en especial, el ODS 4 (educación de calidad)— exigirá una inversión significativa de los sectores público y privado. Afortunadamente, el sector privado está dando pasos adelante, ofreciendo más formas para que los inversores ayuden a mejorar el sistema educativo, reducir la pobreza y fomentar un crecimiento sostenible, aspirando al tiempo a obtener rentabilidades atractivas.
La educación es esencial para reducir la pobreza y fomentar un crecimiento económico sostenible: cada año adicional de educación está asociado a un PIB per cápita un 13%-35% mayor. Sin embargo, no todo el mundo tiene acceso a una educación de calidad. Más de 262 millones de jóvenes en edad escolar no van a la escuela, seis de cada diez niños no adquieren capacidades básicas de lectura, escritura y cálculo tras varios años en la escuela y 750 millones de adultos son analfabetos. Este es el motivo por el cual los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de las Naciones Unidas incluyen la «educación de calidad» como una de las 17 máximas prioridades, lo cual apunta a la función clave que pueden desempeñar los inversores.
Los inversores pueden contribuir a ampliar las oportunidades educativas para todos. Se estima que el gasto anual en educación en todo el mundo en 2018 fue de 5,9 billones de dólares y que podría alcanzar los 10 billones de dólares para 2030. En este mercado, diversos subsegmentos muestran un potencial de crecimiento prometedor:
- Se prevé que el gasto en educación digital, en que las clases se imparten a través de Internet, crezca un 12,5% al año de ahora a 2025
- En China, los centros de formación profesional (también conocidos como «escuelas comerciales» o «técnicas») podrían registrar un crecimiento superior al 10% en los próximos años
- Los ingresos de los centros de enseñanza superior de todo el mundo que imparten clase a través de Internet van camino de alcanzar los 7.700 millones de dólares para 2025, lo cual supone un significativo avance desde los 3.300 millones de dólares de 2019
La perspectiva de crecimiento para el mercado educativo cuenta con el respaldo de una sólida demanda global, pero existen diferencias entre regiones. Los países en vías de desarrollo precisan de un mejor acceso a la educación para satisfacer las necesidades de una creciente clase media, potenciar el crecimiento urbano y promover un giro hacia sectores de mayor valor añadido. En los países desarrollados, el acceso a la educación no es en gran medida el problema, sino el aumento de los costes y la «brecha de habilidades» entre lo que se imparte en los centros de educación superior y lo que las empresas necesitan.
No obstante, existen algunas cuestiones relevantes relacionadas con la educación en múltiples regiones, en particular, el acceso a la educación y a la tecnología aplicada. Los inversores que asignen fondos a estos ámbitos pueden contribuir hacia la consecución de diversos ODS de las Naciones Unidas, entre los que se encuentran el ODS 4 (educación de calidad), el ODS 1 (fin de la pobreza), el ODS 8 (trabajo digno y crecimiento económico) y el ODS 10 (reducción de las desigualdades), aspirando al mismo tiempo a obtener atractivas rentabilidades financieras.
Por ejemplo, el sector privado de China está desempeñando un importante papel en la mejora del acceso a la educación en el país. Aunque China ha elevado el nivel educativo medio de su población en los últimos años, aún no es capaz de encajar a todo aquel que quiere acceder a una educación superior a la secundaria. Esto puede medirse mediante una estadística llamada «tasa bruta de matriculación en la enseñanza superior», que en China era solo del 48% en 2018, frente al 88% de Estados Unidos. Dado que la financiación pública de la educación es limitada en China, los centros privados de educación superior están contribuyendo a cerrar la brecha. Las tasas académicas están reguladas, pero las empresas cuentan con amplio margen para generar beneficios razonables, lo cual contribuye a mantener relativamente bajo el coste de la educación superior en China, tanto pública como privada.
También existen emocionantes avances en el ámbito de la tecnología para la educación, que puede contribuir a abordar dificultades acuciantes como la asequibilidad y la accesibilidad. Sin embargo, hoy por hoy, menos del 3% del gasto global en educación se destina al ámbito digital. Para cerrar esta brecha, las empresas de educación privada están dando un paso al frente, por ejemplo, trabajando con las universidades para ayudarlas a desarrollar e impartir programas de grado a través de internet. Este ámbito creciente de «gestión de programas online» reduce el coste del aprendizaje, al tiempo que facilita el acceso. Otras empresas de tecnologías educativas están mejorando la eficiencia y la eficacia del aprendizaje mediante inteligencia artificial, por ejemplo, con nuevas soluciones de software capaces de analizar el trabajo en casa del estudiante y ajustar automáticamente las siguientes tareas para abordar problemas específicos.
Un número creciente de empresas de educación cotizadas
Alcanzar cualquiera de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas será un reto que requiere una participación decidida de los sectores público y privado; lo mismo sucede con el ODS 4 (educación de calidad). Afortunadamente, el sector privado está dando pasos al frente, pues ofrece a los inversores un número cada vez mayor de maneras de participar. Fijémonos en el número de empresas de educación cotizadas con un valor superior a 1.000 millones de dólares: en 2015, había unas 10 empresas con estas características, pero el número creció a 30 en 2018 y se espera que se superen las 100 para 2025.
El capital riesgo también está desempeñando una importante función: en 2018 y 2019, las inversiones de capital riesgo en educación en todo el mundo ascendieron a 8.200 millones de dólares y 7.000 millones de dólares, respectivamente, lo cual supone un importante aumento desde los 4.400 millones de dólares de 2017. Siendo el capital riesgo el factor impulsor de numerosas salidas a bolsa, cada vez más empresas de educación hacen lo propio, lo cual brinda a los inversores un conjunto de oportunidades más amplio.
Existen numerosas lecciones de gran importancia sobre la inversión en educación que los inversores deben aprender —desde mejorar el acceso a la educación hasta explorar nuevas tecnologías—, pero la de mayor valor puede que también sea la más sencilla: invertir en educación permite a los inversores aspirar a resultados financieros atractivos siempre de acuerdo con los ODS.
Tribuna de Andreas Fruschki, CFA. Responsable de renta variable global temática en Allianz Global Investors y gestor del fondo Allianz Thematica.