Antes, los inversores solían recurrir a los fabricantes de automóviles en busca de una opción de crecimiento segura a largo plazo. Pero esos días quedaron atrás. Puede que el mundo sigan conduciéndose en automóvil, pero en términos de sector de inversión, es necesario ser selectivo. En Europa, la debilidad del consumo privado, la saturación del mercado y la caída de las compras de vehículos han mermado la demanda de este tipo de artículos de alto gasto. Esto ha relegado la industria del automóvil en el Viejo Continente a la categoría de sector «basura», a la cola del mercado.
Sin embargo, los tiempos están cambiando una vez más. Tras años de incertidumbre económica y reestructuraciones en el sector, la solidez de las ventas en China y la demanda acumulada de coches de sustitución en Estados Unidos invitan al optimismo. Aunque aún mantenemos la cautela sobre las perspectivas vinculadas a los grandes fabricantes de automóviles, las empresas especializadas en el desarrollo de tecnología y componentes para esta industria parecen estar mucho mejor posicionadas. Es probable que la tecnología sea la fuerza motriz del sector, dado que el mercado automovilístico se centra cada vez más en la eficiencia de los combustibles (en respuesta a una normativa estatal más estricta en materia de emisiones), en la creciente demanda de vehículos híbridos y eléctricos, así como en la seguridad.
La temática de la seguridad resulta especialmente interesante. Todos conocemos la seguridad pasiva: es la que proporcionan elementos como los airbags o los cinturones de seguridad. Sin embargo, la seguridad activa —la tecnología que ayuda a evitar accidentes— no para de crecer.
La seguridad activa comenzó con tecnologías como los sistemas de frenos antibloqueo (ABS) y los programas electrónicos de estabilidad (ESP), aunque ahora también abarca sistemas de ayuda a la conducción capaces de evitar que el conductor invada otro carril en una autopista, advertirle de la presencia de peatones, ayudarlo en las maniobras de aparcamiento o incluso frenar antes para evitar un accidente.
Los avances tecnológicos son impredecibles, pero la línea que divide la asistencia a la conducción y la conducción automática se hará cada vez más borrosa según vamos avanzando. Según Continental —proveedor de la industria con sede en Alemania—, los vehículos realizarán trayectos por autopista con conducción totalmente automática de aquí a 2025 gracias a la comunicación entre vehículos, mientras que el fabricante de coches Renault cree que esto podría ser una realidad ya en 2020.
La tecnología es un campo impredecible, pero el crecimiento de la rama de la seguridad en los vehículos, junto con la introducción de los coches eléctricos e híbridos, está abocada a seguir evolucionando. Gran parte de la expansión que detectamos en el ámbito de seguridad está impulsada por el marco normativo. La asistencia en materia de seguridad es uno de los cuatro parámetros que intervienen en la calificación de los vehículos según la normativa del Programa Europeo de Evaluación de Automóviles Nuevos (NCAP, por sus siglas en inglés). El NCAP premia y reconoce a los fabricantes de vehículos que desarrollan nuevas tecnologías en el segmento de la seguridad, desde el control de puntos ciegos hasta sistemas para detectar la somnolencia del conductor. Desde un punto de vista normativo, a partir de 2014 ningún coche recibirá la calificación de 5* si no cuenta con componentes de seguridad activa. Esto crea un elemento de crecimiento estructural implícito que debería compensar parcialmente el carácter cíclico del sector automovilístico en general.
Por nuestra parte seguimos muy cuidadosos con respecto al futuro de las grandes manufactureras automotrices, a excepción del mercado premium (donde continuamos favoreciendo a BMW). Las compañías que se especializan en desarrollar tecnología y componentes parecen estar mejor posicionadas para satisfacer la demanda por tecnología de seguridad activa y es por esto que se presenta como una gran oportunidad de inversión. Continental, el proveedor de componentes de vehículos francés Valeo o el productor de sistemas de seguridad automovilística Sueco-Americano Autoliv, se encuentran dentro de los nombres que nos parecen atractivos actualmente. Uno de los beneficios claves de estos proveedores de componentes es que no solo están al frente de estas fuertemente demandadas tecnologías, sino que al estar también asociados a con varios productores de autos alrededor del mundo, sus ingresos por ventas provienen de numerosas marcas y geografías, lo que ayuda a diversificar su riesgo.
Artículo de opinión de John Bennet, portfolio manager de Henderson Global Investors