El mundo se enfrenta a muchos retos, desde el cambio climático y la desigualdad hasta la producción y el consumo insostenibles. Como gestores de activos, creemos que es posible ayudar a abordar estos problemas sin dejar de obtener beneficios financieros para los clientes. Por ello, en vísperas de la conferencia COP 26 de noviembre, vamos a analizar algunas de las opciones de inversión sostenible que los inversores tienen a su disposición. Entre ellas se encuentran las que entran en el ámbito del nuevo Reglamento de Divulgación de Finanzas Sostenibles (SFDR) de la UE.
Europa lidera el camino
La Unión Europea apoya firmemente la transición hacia una economía baja en carbono, más eficiente en cuanto a recursos y sostenible. Los responsables políticos han respaldado sus intenciones con hechos, anunciando el Acuerdo Verde Europeo de 1 billón de euros en diciembre de 2019.
Una parte importante del esfuerzo consiste en implicar al sistema financiero -y sus enormes reservas de capital- en la lucha contra el cambio climático. Y aquí es donde entra en escena el reglamento SFDR. Introducido por la Comisión Europea en marzo de 2021, esta normativa obliga a los participantes y asesores del mercado financiero a proporcionar más información relacionada con la sostenibilidad. El objetivo es garantizar que los inversores dispongan de la información necesaria para tomar decisiones de inversión acordes con sus objetivos de sostenibilidad. También pretende evitar el greenwashing o «lavado verde» en los productos y asesoramiento financiero. Todo producto financiero que se venda en la UE debe clasificarse como artículo 6, 8 o 9.
Un fondo catalogado como artículo 9 se define como «un fondo que tiene como objetivo la inversión sostenible o la reducción de las emisiones de carbono». Los productos del artículo 8 son los que buscan promover características sociales y/o medioambientales, al mismo tiempo que siguen prácticas de buen gobierno. Los del artículo 6 son todos los demás.
Por supuesto, la normativa SFDR se enfrenta a retos. Muchas empresas tendrán que revisar las estrategias de inversión, la gestión de riesgos, la presentación de informes y la divulgación de información. Sin embargo, creemos que los amplios requisitos de transparencia que exige la normativa SFDR destacarán a los gestores de activos que se toman en serio la sostenibilidad.
Inversión de impacto
La inversión de impacto, que antes era una opción de inversión de nicho, ha ganado popularidad en los últimos cinco años. Consiste en invertir en empresas cuyas actividades, tecnologías o productos están diseñados específicamente para abordar los retos del planeta a largo plazo. En otras palabras, empresas que buscan tener un impacto positivo y medible en el mundo. Los tipos de actividad incluyen:
- apoyar el almacenamiento y la distribución de energías renovables
- mejorar los tratamientos para los problemas de salud prioritarios
- proporcionar acceso a los servicios financieros a las comunidades desatendidas
El cambio climático y el camino hacia un mundo con emisiones netas cero
El cambio climático es, sin duda, uno de los principales retos a los que se enfrenta la sociedad. Los políticos han respondido (tardíamente). Muchos países se han comprometido a tener emisiones netas cero para 2050. Se calcula que se necesitan 50 billones de dólares de inversión para alcanzar las emisiones netas cero en esa fecha, por lo que creemos que las oportunidades son considerables. Dentro de la industria de gestión de activos existen muchas soluciones diferentes para ayudar a abordar el cambio climático y la transición hacia un mundo cero neto, dependiendo de los objetivos financieros del cliente y de su tolerancia al riesgo.
En primer lugar, hay estrategias de renta variable. Éstas pueden implicar la inversión en proveedores y líderes en soluciones para el cambio climático. Por ejemplo, empresas que hayan asumido los mayores compromisos de reducción de carbono en sus productos y servicios. O, en el ámbito de la construcción, empresas dedicadas a la urbanización y las infraestructuras sostenibles. Una vez más, muchas de estas compañías pretenden tener un impacto positivo y ofrecer un rendimiento financiero. Un enfoque activo y comprometido puede ayudar a los gestores de activos a descubrir dichos nombres.
Comprometerse, no evitar
Identificar los riesgos asociados a la transición a un mundo cero neto también será vital. Entre ellos se encuentran el aumento de los precios del carbono, los activos bloqueados y los cambios en la tecnología. Para algunos inversores, esto puede significar evitar por completo las actividades de alto riesgo. Y es cierto, la mayoría de los fondos tienen umbrales mínimos de entrada y/o listas de exclusión. Sin embargo, creemos que los productos sostenibles también deben adoptar y comprometerse con los tipos de empresas que otros podrían evitar. Al fin y al cabo, estas compañías serán una parte importante de la solución. Por ello, los inversores también podrían considerar la posibilidad de asignar parte del capital a los principales reductores de emisiones que operan en sectores con altas emisiones.
Como parte de esto, los gestores de activos también pueden apoyar a las empresas que abordan los riesgos físicos del cambio climático. Para los inversores en renta fija, esto puede implicar la asignación de capital a emisiones soberanas, de empresas de servicios públicos o de compañías de seguros que construyan protecciones contra las inundaciones o que ofrezcan pólizas contra el aumento de los precios de las materias primas.
Los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la ONU
Otra opción posible es invertir de acuerdo con los 17 ODS de la ONU. Se trata de un plan político y de financiación diseñado para ayudar a los gobiernos, las empresas y la sociedad a abordar problemas como la pobreza, la desigualdad, el cambio climático, la degradación del medio ambiente y la injusticia, entre otros.
Los ODS son muy importantes para los países asiáticos y los mercados emergentes. Muchos de ellos tienen economías de rápido crecimiento, pero carecen de financiación en áreas importantes. Sin embargo, estas regiones albergan algunas de las empresas más innovadoras que pueden ayudar a resolver estos problemas. Esto significa que los gestores de activos pueden canalizar el capital hacia los países y sectores que más lo necesitan, y en los que la rentabilidad relativa potencial es elevada.
Por supuesto, estas son sólo una muestra de las estrategias sostenibles disponibles. Otras estrategias incluyen la ética, la ISR (inversión responsable sostenible) y las estrategias temáticas, entre otras.
Conclusión
Como gestores de activos, podemos desempeñar un papel fundamental a la hora de abordar los principales retos del mundo, al mismo tiempo que ayudamos a nuestros clientes a alcanzar sus objetivos financieros. Creemos que pueden cumplir estos objetivos a través de productos como la inversión de impacto, las estrategias categorizadas como artículo 9 bajo la normativa SFDR y las alineadas con los ODS. Profundizaremos en estas posibles opciones en nuestros próximos artículos.
Tribuna de Jamie Govan, gestor senior de inversiones ESG en abrdn