En este momento, somos cautelosamente optimistas sobre las perspectivas para los bonos emergentes. Creemos que el fuerte repunte del crecimiento económico mundial y la mayor capacidad de prever los pasos a dar por la presidencia de EE.UU. son dos elementos positivos para esta clase de activo. Sin embargo, es cierto que los precios se habían anticipado a todos estos factores y ya han repuntado significativamente, por lo que existen algunos riesgos importantes a tener en cuenta. Esta es la razón por la que pensamos que hay que ser selectivos con los bonos emergentes.
En el frente económico, se prevé una recuperación muy fuerte; el FMI pronostica un crecimiento de los mercados emergentes del 6% desde una contracción estimada del 3,3% en 2020. Uno de los principales propulsores de este fenómeno será una mayor normalización económica mundial, favorecida por la creciente difusión de las vacunas. Las perspectivas económicas de China son especialmente importantes para los mercados emergentes, ya que es una enorme fuente de demanda, sobre todo de materias primas. La previsión de un crecimiento económico chino de alrededor del 8% en 2021, frente a una contracción estimada del 2,0% en 2020, es un aspecto positivo clave.
Cuando el crecimiento repunta, la inflación suele aumentar también, lo que normalmente tiende a empujar a los bancos centrales a subir los tipos de interés. Sin embargo, las condiciones actuales distan mucho de ser normales. Incluso antes de que llegara el COVID-19, la inflación en todo el mundo había sido inusualmente baja durante mucho tiempo. Debido a que la pandemia está afectando gravemente a la demanda mundial, muchos países están sufriendo precios negativos o «deflación». Esto sugiere que es poco probable que los tipos de interés suban mucho, si es que lo hacen, desde los actuales niveles históricamente bajos. Esto supone un contexto favorable para los bonos emergentes, algo a lo que hay que añadir el apoyo constante del gasto público.
Aunque los tipos de interés son extremadamente bajos en todo el mundo, los bonos emergentes siguen ofreciendo uno de los mejores rendimientos del mercado. Por ejemplo, la deuda pública a 10 años en Indonesia ofrece un 6% y la de México un 5%. Por su parte, el rendimiento actual de los bonos del tesoro de Estados Unidos a 10 años es del 1%. Por supuesto, esta gran diferencia tiene una explicación, pero el argumento principal es que la magnitud de este spread debería seguir apoyando la demanda de bonos emergentes. Esto se aplicará en particular a los inversores globales «hambrientos de rendimientos».
Rendimiento de los bonos emergentes frente al rendimiento de los bonos del Tesoro estadounidense
Otro acontecimiento bastante importante es el reciente cambio de liderazgo en Estados Unidos. Con el presidente Biden, la política exterior estadounidense será más tradicional y predecible. La vuelta a la «normalidad» se notará sobre todo en la política comercial. Aunque las tensiones comerciales ciertamente no desaparecerán, nuestro escenario central es que la nueva administración Biden utilizará los aranceles con menos frecuencia. Esto es positivo para los mercados emergentes intensivos en exportaciones, especialmente China, y para los países cercanos que están profundamente integrados en su cadena de suministro productivo.
Sin embargo, aunque el contexto general sea bueno, la pregunta clave para los inversores es: ¿en qué medida se refleja esto en los precios? La respuesta corta es: probablemente bastante. Tras el periodo de tensión en marzo de 2020, hemos visto una recuperación sostenida en los bonos emergentes. Esto ha hecho que la valoración general sea algo menos convincente.
Más allá de vigilar las valoraciones, los inversores también deben ser conscientes de los principales riesgos para las perspectivas del activo. En este sentido, la mayor preocupación para la economía mundial es que la recuperación de la pandemia sea más lenta de lo previsto. Por ejemplo, la difusión de las vacunas podría ser lenta, lo que supondría un retorno más pausado a la normalidad económica. Tampoco ayudaría que la recuperación económica de China fuera más débil de lo previsto. Otros riesgos importantes son el aumento de los rendimientos de los bonos del Tesoro de EE.UU. y/o una fortaleza sostenida del dólar. Cualquiera de ellos haría que los activos de los mercados emergentes resultaran relativamente menos atractivos para los inversores mundiales.
Por ello, creemos que el entorno actual exige una mayor capacidad de selección. En términos de segmentos, las áreas que todavía parecen relativamente «baratas» son los bonos soberanos de mayor rendimiento y los bonos en moneda local. Los bonos soberanos de alto rendimiento de los mercados emergentes (también conocidos como mercados frontera) se han quedado rezagados con respecto a la compresión de los diferenciales de los bonos de alto rendimiento estadounidenses durante algún tiempo. Además, este retraso se acentuó el año pasado, ampliando aún más el diferencial entre ambos mercados.
En lo que respecta a los bonos emergentes en moneda local, un entorno de fortaleza sostenida del dólar estadounidense ha sido un factor clave para el bajo rendimiento durante la última década. Esto hace que la clase de activo parezca barata en términos relativos. Además, si el aumento del gasto público de EE.UU. conduce a un dólar más débil, tal y como se espera, estaríamos ante una situación especialmente positiva para esta clase de activo.
Por último, otro segmento relativamente atractivo es el de los bonos corporativos. Aquí, en marcado contraste con los países desarrollados, las empresas han pasado gran parte de la última década reduciendo sus niveles de deuda. Esto ha mejorado su posición crediticia y reduce la probabilidad de que no puedan pagar sus deudas.
Columna de Brett Diment, jefe de deuda emergente global en Aberdeen Standard Investments