El rápido progreso económico ha desdibujado las fronteras entre las economías emergentes y las desarrolladas. Es cierto que los mercados de deuda emergente han evolucionado en los últimos 40 años y que las calificaciones crediticias y las tasas de impago han progresado considerablemente. Sin embargo, los inversores europeos del sector asegurador siguen teniendo una exposición limitada a la deuda soberana o corporativa de los emisores de mercados emergentes.
Si bien algunos consideran que Solvencia II es el enemigo de la deuda emergente, la normativa es, en última instancia, sencilla en el tratamiento de todos los activos de renta fija (independientemente de su procedencia). Según Solvencia II, un bono emergente no consumirá más capital que una emisión nacional con una calificación equivalente, si se cubre en moneda local.
Las asignaciones estimadas a mercados emergentes todavía se mantienen en un modesto 5%, a pesar de que los activos europeos bajo gestión del sector seguros superan los 5 billones de euros. La cifra indica un aumento marginal desde las cifras anteriores a la implementación de Solvencia II, a principios de 2016. Las perspectivas de rendimiento del crédito europeo son negativas y los inversores están empezando a concentrarse de forma masiva en activos de crédito privado. Estas condiciones pueden arrojar luz sobre los beneficios que puede generar la asignación a deuda emergente.
Mercados emergentes: vuelta a los orígenes
Cuando más de 12 billones de dólares del mercado global de bonos ofrece rendimientos negativos, es fácil entender el atractivo de la deuda emergente. El mayor riesgo que asumen los inversores en estos mercados es el de impago. Sin embargo, no es el único. El riesgo relacionado con el precio de las materias primas es un factor común en muchas naciones en desarrollo. Los inversores también están expuestos a riesgos normativos, desde cambios fiscales hasta controles de capital.
La emisión de deuda emergente en euros es insignificante, por lo que los inversores en bonos emitidos en moneda extranjera deben considerar el riesgo divisa como un factor más al realizar el cálculo del requisito del capital de solvencia. La inversión en bonos emitidos en moneda local, pero con cobertura de divisa, también pueden ser un reto. Por lo tanto, limitamos el universo de oportunidades a la deuda denominada en dólares estadounidenses (o en moneda fuerte).
Los costes de cubrir la deuda denominada en dólares para las aseguradoras de la zona euro han mejorado en los últimos años. Sin embargo, se requiere una compensación para obtener un rendimiento del capital comparable al de un bono equivalente denominado en divisa local. Esto puede darse en forma de rendimiento o de diversificación.
Afortunadamente para las aseguradoras europeas, los bonos emergentes ofrecen rendimientos atractivos. Los rendimientos esperados son mayores que los de los bonos de mercados desarrollados, incluso para las emisiones con la misma calificación crediticia. Además, ofrecen beneficios de diversificación a los inversores globales, exponiéndolos a diferentes riesgos políticos, económicos y de mercado. Este mercado también está creciendo, y en la última década las emisiones de crédito han superado con creces a las de deuda soberana.
¿Deuda soberana o corporativa?
Actualmente, la deuda emergente representa más del 25% del total de la deuda mundial, según los datos del Banco de Pagos Internacionales, con lo que los inversores son cada vez más conscientes de las diferencias dentro de la clase de activos.
La deuda soberana emergente denominada en moneda fuerte (sobre todo dólar estadounidense) suele ser el primer recurso de los inversores. Esto puede atribuirse a la larga trayectoria de emisiones en este segmento del mercado. Aunque la clase de activo de emisiones en divisa fuerte era más grande que el universo de emisiones en divisa local en el año 2000, ahora es el segmento más pequeño de la deuda emergente.
La última década ha visto un resurgimiento de bonos de emisores que anteriormente se han beneficiado de la ayuda del Banco Mundial o del Fondo Monetario Internacional. Muchos de ellos están empezando ahora a emitir sus primeros bonos internacionales. De hecho, el tamaño del universo invertible en deuda emergente se ha más que duplicado en este periodo.
Los bonos corporativos emitidos en moneda fuerte suponen una amplia clase de activo y un punto de entrada natural para las aseguradoras europeas. Con un volumen aproximado de 2 billones de dólares, es una clase de activo más grande que el high yield de EE.UU. (1,5 billones de dólares), y casi duplica el tamaño de la deuda emergente soberana emitida en moneda extranjera.
De hecho, desde 2003, la emisión de deuda corporativa de países emergentes ha superado a la de la deuda soberana de esos mercados cada año. El mercado de bonos corporativos emergentes ofrece importantes oportunidades para la selección de valores. Sin embargo, existe un vacío de información en este mercado. Las empresas capadas por su calificación soberana y las calificaciones obsoletas en pequeñas emisiones pueden no coincidir con la mejora de sus fundamentales.
Contrariamente a la creencia popular, el mercado corporativo emergente ofrece el mayor nivel de diversificación de los principales índices de bonos de mercados emergentes (659 emisores en 52 países diferentes de varias regiones). La diversidad entre los emisores ha aumentado en la última década, de tal forma que los bonos corporativos emergentes acogen ahora al conjunto más diverso de emisores dentro del universo de deuda emergente.
Tribuna de Matthew Smith, Investment Director del equipo Global Insurance de Aberdeen Standard Investments
En la segunda parte del artículo, se abordará la calidad crediticia de la deuda emergente y su relación con los criterios ESG.