Los inversores globales han estado observando de cerca al presidente electo de Estados Unidos, Joe Biden, para hallar pistas de cómo su administración pretende gestionar las relaciones con China. La opinión generalizada entre los analistas occidentales es que habrá un cambio de tono y de estilo con respecto a su predecesor, pero que la política de EE.UU. hacia el país asiático será menos complaciente que en los primeros años de la anterior administración demócrata, cuando Obama era presidente y Biden vicepresidente. ¿Qué piensa Beijing?
China ha guardado silencio respecto al resultado de los comicios, tal vez por respeto al proceso electoral, que aún no ha concluido. Entre bastidores, sin embargo, parece estar surgiendo un consenso sobre lo que puede esperar del nuevo equipo de la Casa Blanca. Este se basa no solo en los comentarios que Biden ha hecho públicamente, sino también en el conocimiento personal directo que han adquirido con él los funcionarios chinos (incluido el presidente Xi Jinping) durante las numerosas visitas oficiales de Biden, tanto en calidad de senador como de vicepresidente.
El consenso abarca siete áreas. En la mayoría, Beijing espera un cambio, no solo en tono y estilo, sino también en sustancia.
1) Una rivalidad matizada: competidores, no enemigos
Los primeros compromisos de Biden con China se caracterizaron por el optimismo sobre el potencial del país para integrarse en los sistemas comerciales y financieros mundiales, pero, a lo largo de los años, se vio atenuado por la preocupación ante las afirmaciones de soberanía de China y otras cuestiones. Durante la presidencia de Obama, esto condujo a un diálogo entre Biden y Xi sobre cómo los países podrían competir sin hostilidades.
Más recientemente, Biden ha hablado sobre la «competencia por el futuro» con el país asiático. Los responsables políticos chinos esperan que esa idea sea un principio rector para EE.UU. en sus relaciones con China: es decir, colaborarán cuando sea posible (en cuestiones como el cambio climático y la salud pública mundial) y competirán cuando sea necesario (en tecnología, por ejemplo).
2) El «reajuste global» de EE.UU. quitará algo de presión
La promesa electoral de Biden de reenfocarse en el papel de liderazgo global de EE.UU. se ve en Beijing como una ampliación de su agenda de política exterior. Hasta cierto punto, esto aliviará la intensidad del foco en China. Por ello, los responsables políticos chinos creen que el potencial de una desvinculación será menor con Biden, así como el riesgo de una guerra fría entre ambos países.
3) El multilateralismo de EE.UU. generará limitaciones para China
Al mismo tiempo, los responsables políticos chinos señalan que el objetivo de Biden de volver a centrarse en el liderazgo de EE.UU. implica una reactivación de las relaciones con aliados históricos y la búsqueda de soluciones multilaterales a problemas mundiales. Consideran que es probable que esto cree puntos de fricción en los esfuerzos de China por ampliar su influencia mundial, en particular en las zonas de cooperación entre Estados Unidos y Europa occidental y en la región asiática, especialmente el mar de la China Meridional, Taiwán e India.
4) Un enfoque más uniforme de EE.UU. contribuirá a la estabilidad
Las autoridades políticas de China se están interesando mucho en las decisiones que tomará Biden al nombrar a los funcionarios que se ocuparán de Pekín. Ellos ven importante la dinámica humana de tales interacciones y consideran fraccionada su relación con la administración Trump.
Solo por esa razón consideran que un cambio en la administración estadounidense podría generar mejoras a corto plazo en términos de estabilidad, transparencia y previsibilidad del compromiso entre ambos países. También les tranquiliza la posibilidad de que muchos funcionarios de ambos lados ya se conozcan por sus relaciones durante la administración Obama.
5) Un enfoque menos agresivo hará la vida de las empresas tecnológicas chinas más fácil
Las acciones agresivas de Trump contra las compañías tecnológicas chinas, que volvieron extremadamente difícil para algunos hacer negocios con las empresas estadounidenses, son consideradas poco estratégicas por China. Sus responsables políticos no esperan tal actitud de Biden y creen que el riesgo de nuevas amenazas o sanciones contra esas compañías probablemente se reduzca.
6) China no será una prioridad inmediata para Biden
China espera que la administración entrante se centre primero en hacer frente a la pandemia de COVID-19, mientras que intenta restaurar el sentido de unidad en el país. Seguramente estas prioridades ocupen sus primeros 100 días en el cargo, por lo que es poco probable que la Casa Blanca dirija su atención a China antes de mayo de 2021.
7) La escalada de las tensiones comerciales parece poco probable
En opinión de los responsables políticos chinos, seguramente se mantenga el statu quo en la fraccionada relación comercial entre ambos países, a medida que el país proceda a hacer compras, según lo previsto en el acuerdo comercial de Fase 1 alcanzado con la administración Trump a principios de 2020. Esto crea las bases para cierto optimismo, ya que los aranceles estadounidenses sobre los productos chinos podrían revisarse hacia finales de 2021 y, potencialmente, reducirse.
Mayor flexibilidad en temas económicos, pero no en seguridad
El consenso al que parecen haber llegado los responsables políticos chinos sugiere que pronostican una relación más fácil con Estados Unidos en materia de comercio y economía. Pero, dadas las ambiciones de Biden de volver a centrarse en el papel de liderazgo mundial de EE.UU., también ven potencial para un diálogo más desafiante sobre cuestiones de seguridad.
En nuestra opinión, los inversores deberán tener en cuenta las esperanzas y expectativas de Beijing en la relación, además de las de Washington, para negociar con éxito el cambio en la administración estadounidense.
Tribuna de Mo Ji, economista jefe para la Gran China en AllianceBernstein