La economía de Japón se contrajo en una tasa anualizada de -1,4% en el cuarto trimestre. Un dato que fue mucho peor de lo estimado por el consenso de analistas consultados por Bloomberg. La disminución de la producción industrial y el débil gasto de los hogares apuntaban a renovados riesgos de contracción. La mayoría de los observadores de Japón probablemente estén muy atentos al índice PMI compuesto, que mejoró a 52,3 en el cuarto trimestre del año pasado, el mejor en casi dos años.
Japón ya ha visto tres recesiones desde 2009. De hecho, en seis años desde 2010, el PIB de Japón se ha contraído en 11 de los 24 trimestres. Sorprendentemente la economía todavía no se ha recuperado de la desacertada subida del impuesto sobre el consumo en abril de 2014. El consumo privado se redujo de nuevo en el tercer trimestre y ahora está un 5,4% por debajo del máximo visto antes de la subida de impuestos.
El descenso del gasto de los consumidores ha sido más de dos veces mayor que la contracción del consumo durante la crisis financiera. Eso es sorprendente si tenemos en cuenta el relativamente pequeño aumento de impuestos llevado a cabo y de que hablamos de una economía esencialmente en el pleno empleo. La inversión residencial se contrajo ligeramente en el último trimestre de 2015 y los inventarios cayeron un 0,5% frente a la tasa de crecimiento trimestral. El único aspecto positivo fue un aumento anualizado del 5,7% de la inversión empresarial.
La pregunta que surge en este contexto es: ¿Dónde está el gobierno? Me sorprende no ver más gasto fiscal en Japón. El Gobierno había prometido compensar la subida de impuestos con un estímulo fiscal mayor, que nunca se ha materializado. La contribución media al crecimiento trimestral del PIB después del segundo trimestre de 2014 fue de tan solo un 0,2%.
De cara al futuro, la débil tendencia de crecimiento en Japón es otro duro golpe a la eficacia de la política monetaria como instrumento para estimular el crecimiento. El Banco de Japón ha estado comprando alrededor de 70.000 millones de dólares en bonos y ETFs cada mes durante los últimos tres años y esto ha tenido como resultado muy poco crecimiento o la inflación. Ahora el Banco de Japón ha introducido los tipos de interés negativos, una herramienta que no ha sido probada anteriormente y cuyos efectos secundarios aún no se entienden claramente.
Japón está atrapado en un mundo de bajas tipos de interés y lo que la economía necesita es una moneda significativamente más débil para impulsar la inflación, los beneficios empresariales y los salarios. Sin embargo, dado que los tipos de interés globales no están dispuestos a subir, es obvio que el Banco de Japón se ha sentido obligado a ampliar el diferencial de los tipos al reducir aún más las tasas japonesas. Hasta ahora no hemos visto ningún efecto duradero sobre el yen.
Al igual que en Estados Unidos, Japón tendrá que luchar para superar en 2016 la tasa de crecimiento del año. La fuerte caída a finales de 2015 ha rebajado el punto de partida para el 2016, tanto que incluso estimamos que a la tasa de crecimiento trimestral del 1,3% sólo se añadirá un crecimiento del 0,5% para el año completo. En Estados Unidos esperamos una ligera mejora desde el último trimestre, del 0,7% al 1,2% a finales de este año.
Abenomics corre peligro de fracasar. Las reformas estructurales han hecho poco por aumentar la tasa de crecimiento real de Japón. El daño de la subida de los impuestos al consumo del año pasado todavía domina los hogares, reflejando una falta de crecimiento en los ingresos, que podría haber comenzado la modesta subida de impuestos. Mientras no veamos una subida de tipos de interés más rápida en Estados Unidos, el Banco de Japón puede hacer muy poco para estimular el crecimiento y el foco está cambiando de nuevo a la política fiscal.
Es probable que la mayor parte de estos planes estén programados para las elecciones de la Cámara Alta que se celebrarán en junio, donde el Partido Liberal Democrático, que gobierna ahora, goza de una gran mayoría. Las elecciones para la Cámara Baja, donde la ventaja es más estrecha no se celebrarán hasta 2018. Así que el primer ministro Shinzō Abe tiene dos años más para cambiar el panorama económico. Una política fiscal más estimulante y mayores esfuerzos para debilitar el yen deberían estimular el crecimiento y ayudar a Japón a evitar la cuarta recesión desde 2009.
Markus Schomer es economista jefe de PineBridge Investments.