Mientras el Comité Federal del Mercado Abierto (FOMC, por sus siglas en inglés) termina su cuarta versión del QE este mes y el Banco Central Europeo contempla lo que será su primera versión, ambos organismos están frustrados tanto por la falta de iniciativa política para reestructurar sus respectivas economías como por la falta de crecimiento económico, sin el que no pueden mantenerse los enormes niveles de deuda soberana y deuda privada. Las previsiones de Reinhart y Rogoff de que “usar deuda para resolver una crisis de deuda” solo tendrá como resultado una desaceleración de la economía mayor a la ya vivida. Mientras tanto, la represión financiera mundial aún está viva y coleando… desafortunadamente. A pesar de que la carga de la deuda es el tema central en la reciente crisis financiera, existe una confluencia de otros factores, a nivel mundial, que frenarán la vuelta a los viejos y normales patrones de crecimiento vistos en las décadas anteriores.
1. La demografía
El rápido envejecimiento de la población está siendo experimentado de primera mano en muchos países de la OCDE, con Japón e Italia a la cabeza y con Alemania y Corea del Sur pisándoles los talones. En todos estos países, estamos viendo que a medida que la mano de obra disponible disminuye, hay múltiples desafíos que inhiben el crecimiento económico. El hecho es que las personas mayores consumen mucho menos, al mismo tiempo que requieren mayores servicios, tratamientos sanitarios y asistencia.
2. Educación universitaria y desempleo juvenil
En los últimos años, Estados Unidos ha liderado un modelo en el que los jóvenes asumen enormes préstamos para sus estudios universitarios que a la larga se traducen en mayores salarios en la carrera profesional. Reino Unido ya apunta hacia este mismo modelo, poniendo de relieve la errónea política educativa del país. Dos formatos que contrastan con lo que sucede en muchos países europeos en los que entre un tercio y la mitad de los jóvenes menores de 25 años está en situación de desempleo. Pero ya sea con jóvenes muy endeudados o jóvenes desempleados, se está retrasando su integración en el mercado laboral, provocando un retraso en la etapa de la propiedad de la vivienda.
3. Caídas del crecimiento de la productividad
La urbanización y la industrialización de China ha cambiado muchos sectores de la economía mundial como la minería, la industria manufacturera, el acero y la demanda de cemento. La productividad es un factor muy importante, pero también lo es la productividad del uso de cualquier deuda en la que se incurre. A nivel mundial esto es porque si esta deuda perpetúa o agrava el exceso de capacidad, tal y como ocurre en China, o el exceso de un Estado del Bienestar, como en Europa, o el exceso de apalancamiento, como le sucede al sector financiero mundial, entonces estamos ante un escenario de mala asignación de capital que, en última instancia, repercutirá en las perspectivas de crecimiento de la economía global.
4. Adictos a la deuda
Occidente ha usado cada vez más deuda por unidad de PIB desde mediados de la década de los 70. Un modelo que los mercados emergentes está copiando hoy en día. Hemos resuelto la última crisis financiera global con más deuda aún y los Estados han prestado y prestado para mantener vivos los bancos y la propia economía. Esta tóxica combinación de pobre demografía, exceso de endeudamiento y débil productividad sugiere que el crecimiento económico seguirá siendo anémico en estos tiempos de austeridad económica.
5. Comercio mundial
El comercio mundial se ha ralentizado a pesar de que ha habido muchos acuerdos comerciales nuevos y las esperanzas de mayores iniciativas por parte de la Organización Mundial del Comercio. Dadas las crecientes tensiones geopolíticas, es poco probable que el comercio aumente a nivel mundial y de hecho, podría incluso caer durante un tiempo dadas las sanciones comerciales que Rusia y la UE están poniendo en marcha.
6. Energía
Desde el año 2000, el mundo ha experimentado unos costes de energía más estables que reflejan una combinación de fuerte y creciente demanda de Asia y Oriente Medio -incrementada artificialmente como consecuencia de los subsidios- y el fuerte aumento de los costes de extracción de petróleo y gas, una vez que los pozos más fáciles y productivos ya están siendo explotados.
7. La reforma estructural y la falta de liderazgo político
La crisis financiera mundial fue el catalizador de muchas cuestiones que habían sido ignoradas y que se habían estado gestando durante la última década. En todo el mundo los banqueros centrales han estado pidiendo, suplicando, a sus políticos reformas estructurales necesarias para que la economía vuelva a crecer y que en muchos países se necesitan con urgencia. Pero, mientras los políticos han aumentado la regulación sobre los bancos, por ejemplo, en general no ha habido mucho reconocimiento de que la política también necesita cambios.
Conclusión
Seguimos viendo un mundo de austeridad económica duradera donde el crecimiento sigue siendo frágil y sin brillo. En este entorno, es esencial que los clientes «asuman algún riesgo en la búsqueda de algo a cambio». Dado que la renta variable se ha visto reclasificada en los últimos años con modestas subidas de los beneficios, no esperamos que una «creciente ola de crecimiento del PIB» mejore la media de las empresas. Así, llegamos a la conclusión de que los clientes tienen que ser más selectivos en el futuro y buscar empresas que ofrezcan oportunidades de crecimiento superiores a través de nuevos productos y geografías o a través de empresas con rentabilidades sosteniblemente más altas donde los vencimientos y los fuertes flujos de caja proporcionen ingresos muy por encima de la deuda soberana y de la rentabilidad del crédito.
Columna de opinión de Neil Dwane, director de Inversiones de Renta Variable Europea de Allianz GI.