Después de una racha de malas noticias, estamos viendo más señales de que las tendencias de crecimiento se están resincronizando entre las principales economías del mundo. Y, con la ayuda de más políticas de estímulo a nivel global, los mercados han respondido del mismo modo.
La ampliamente anticipada aceleración del crecimiento económico de Estados Unidos no parece haber acabado, simplemente se ha pospuesto. Tras un informe sorprendentemente débil del PIB de Estados Unidos en el segundo trimestre, la mayoría de los análisis económicos apuntan a una mejora significativa durante el verano. En Japón, es posible que el anuncio de un programa masivo de estímulo fiscal no eleve la mediocre tasa de crecimiento de inmediato, pero debería aumentar la confianza del consumidor y de los negocios y empezar a añadir crecimiento al PIB en el otoño. Mientras tanto, la confianza empresarial en China ha mejorado hasta el nivel más alto en un año y medio, donde destaca la durabilidad de la reciente recuperación de su crecimiento.
La zona euro es la única que no se ajusta a este esquema. Las mismas encuestas que recogen la mejora de China, apuntan a una modesta desaceleración en los próximos meses. Parte de eso se debe al Brexit, pero el problema más grande es su inestable sistema bancario.
Las expectativas de la Fed
El débil informe del segundo trimestre del PIB de Estados Unidos ha cerrado prácticamente la puerta a nuevas subidas de tipos de la Reserva Federal este año. Y parece probable que en su próxima reunión en septiembre el Comité Federal de Mercado Abierto (FOMC) rebaje las expectativas de una subida de tipos de interés a futuro. En junio, la media de las previsiones sobre los tipos de los miembros del FOMC mostraba expectativas de llevar a cabo dos subidas de tipos más este año. Pero esa reunión también reveló la poca convicción de que tiene la Fed en los pronósticos, tanto en los suyos como en los del mercado. Así que aunque la mayoría de los miembros todavía podría estar inclinándose por subir aún más los tipos, sospechamos que la Fed esperará a que el crecimiento sea más fuerte y, lo que es más importante aún, a tener evidencias de que ese crecimiento es sostenible antes de actuar de nuevo.
Esto es especialmente probable mientras la inflación se mantenga por debajo del objetivo. Con sólo tres reuniones más en el calendario de este año y una campaña electoral presidencial en Estados Unidos que se plantea cada vez más polémica, mantenerse al margen parece ser la mejor estrategia que tiene la Fed para gestionar los riesgos. Eso por sí solo debería respaldar los activos de riesgo, al igual que los próximos recortes de los tipos de interés a futuro.
Más expansión cuantitativa
Aunque el Banco Central Europeo (BCE) no ha anunciado nuevas medidas de flexibilización desde marzo, algunos de los programas anunciados entonces acaban de ponerse en marcha. El aumento de 20.000 millones de euros en el programa de expansión cuantitativa del banco añadió los bonos corporativos a la lista de activos que el organismo puede comprar. Esto ya ha comprimido significativamente los diferenciales de la deuda corporativa de la zona euro, lo que revela otra notable flexibilización sobre las condiciones financieras. Sumado a eso, en julio se produjo la primera subasta del programa TLTRO del BCE, que está diseñado para flexibilizar las condiciones financieras que impulsen los préstamos bancarios.
Casi inmediatamente después del referéndum sobre el Brexit en Reino Unido, el Banco de Inglaterra (BOE) apuntó a un posible recorte de los tipos de interés durante el verano. Esto no fue una sorpresa, pero hubo algo que sí lo fue: el BOE reinició su programa de compra de activos, incluyendo los bonos corporativos por primera vez y, de forma similar a lo que hizo el BCE, también anunció un esquema de préstamos. Estas medidas no serán suficientes para compensar una fuerte desaceleración de Reino Unido en la segunda mitad de 2016, pero debería contribuir a la relajación de las condiciones financieras globales y puede ayudar a evitar una recesión absoluta.
Fuerte impulso fiscal en Japón
El Gobierno de Japón anunció un nuevo programa de estímulos fiscales diseñado para impulsar la demanda agregada, algo que la política monetaria no ha logrado en los últimos años. Dotado con 28 billones de yenes, casi el 6% del PIB, es el paquete de medidas de estímulo más grande desde 2009. Sin embargo, sólo 7,5 billones supondrán nuevos gastos estatales que contribuirán directamente al PIB en los próximos dos años, lo que sugiere que las previsiones de crecimiento sólo aumentarán en un 0,5% este año y un 0,75% el próximo año.
El resto es más difícil de predecir y es probable que tenga un efecto multiplicador mucho más pequeño en la economía. Aún así, el paquete proporcionará un estímulo muy necesario para sacar a Japón fuera de la zona de peligro de recesión. Y, si se combina con más políticas de expansión cuantitativa en los próximos meses, el impacto podría ser más fuerte.
China recupera el ritmo
El sorprendente crecimiento de China en la segunda mitad y su aparente sostenibilidad durante el trimestre de verano también tiene mucho que ver con nuevas políticas de estímulo. La tendencia subyacente en la financiación corporativa global (un indicador clave sobre la oferta de crédito) empezó a acelerar de nuevo el verano pasado. A pesar de que comenzó poco a poco, el ritmo se aceleró en noviembre, lo que indica una nueva ronda de estímulo monetario.
El gobierno también ha incrementado el gasto a nivel fiscal, algo que señala el significativo aumento del déficit presupuestario para impulsar el crecimiento. Por último, la depreciación de casi un 7% del yuan desde agosto pasado está empezando a afectar a los ingresos procedentes de las exportaciones. El efecto combinado de los estímulos monetarios, fiscales y de la divisa deberían mantener la tendencia de crecimiento del PIB trimestral en entre el 6,5% y el 7% para el resto del año.
PineBridge es optimista
La primera mitad de 2016 ha sido disonante para el crecimiento del PIB mundial. Estados Unidos registró una actividad económica decepcionantemente débil en los seis primeros meses. La zona del euro y Japón sorprendieron con un crecimiento más fuerte de lo esperado en los tres primeros meses, pero volvieron a una tendencia más débil en la primavera. Justo lo opuesto de China, donde el crecimiento en los primeros tres meses del año se desaceleró al ritmo más débil en más de seis años, sólo para rebotar con fuerza en el segundo trimestre.
Después de cierta volatilidad macro excesiva, la segunda mitad del año podría ofrecer una evolución más armoniosa. China y los EE.UU. están liderando la aceleración del crecimiento, y el respaldo de las nuevas políticas monetarias y fiscales en Japón y Europa deberían contribuir a una relajación de las condiciones financieras globales.
Sí, se mantienen algunos riesgos: La última crisis bancaria en Europa no se ha resuelto todavía, el referéndum constitucional en Italia podría desencadenar nuevas elecciones, y Estados Unidos se adentra ya en una campaña electoral que decidirá quién será su próximo presidente. Pero creemos que es probable que el año termine con una nota más positiva, preparando el escenario para un 2017 más fuerte.
Markus Schomer es managing director y chief economist de PineBridge Investments.
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